Las investigaciones judiciales muestran un nivel de ineficiencia que dejan la puerta abierta al crimen.
Uno de los problemas más grandes del ser humano es el ego, cuando se pretende imponer por jerarquía o por creer saber mas q los demás surgen los celos y desconfianzas q impiden un trabajo coordinado y efectivo. Aplicado este concepto a la seguridad de un país, y a la falta de profesionalismo en el tema, se vislumbra un resultado previsible; una acefalía en materia de seguridad y un país al garete en inteligencia.
Este ultimo un punto clave para combatir el crimen carece de una coordinación interinstitucional capaz de compartir información, evaluarla y analizarla, pero en cambio, se busca acaparar protagonismos que tumban la estrategia y coordinación. Mientras tanto, corre sangre y las morgues no dan abasto.
El problema de la inseguridad no se gana con los repetidos discursos retóricos contra el crimen organizado. No. Tampoco se gana con un sistema presidencialista que cree concentrarlo todo bajo su puño según su corazonada. Se trata de un conjunto de organismos especializados y en constante depuración donde quien infrinja las normas o las leyes tenga la certeza del castigo, pues el crimen organizado es tan poderoso que mediante aquella tonadita de que Panamá es un país de transito para la droga, quedamos pagando una cuota amplia por el consumo local y otra mas alta por la tentación en la que caen jueces, fiscales, policías, políticos, banqueros, y otros muchos que domina el crimen organizado. Mientras no contemos con una política criminal planificada, que arranque en forma preventiva en las capas sociales del país y escale hacia investigaciones criminales serias, pesquisas fiscales sin matices políticos y expedientes huecos, mientras tengamos un sistema judicial que se caracterice por el cuanto tienes que fallo quieres, no tendremos seguridad en el país. No importa quien este a cargo de esta cartera, si lo anterior no se toma como un plan de Estado y no de gobierno, habremos fracasado ante la vulnerabilidad de nuestras instituciones y los repetidos discursos contra el crimen organizado sin importar de quien garganta provengan.
Las frases sobre la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia sirven a los políticos para atraer la atención de las masas y convencerlas de que cumplen con su agenda de trabajo cuando la realidad es otra.
El porcentaje de impunidad en las investigaciones por “ajustes de cuentas” deja un vacío que aprovecha el crimen organizado, y poco a poco va “secuestrando” las instituciones.
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