Panamá es un país de contradicciones. Contamos con uno de los crecimientos económicos mas altos de Latinoamérica, y tal vez del mundo, pero no somos capaces en ponernos de acuerdo sobre un tema tan elemental para el desarrollo nacional como la educación. Cada sector jala para su propio lado haciendo del problema en cuestión un asunto personal y emotivo en vez de usar la razón para resolverlo.
En esta como en otras situaciones, los problemas no deberían limitarse a un plano personal, sino a políticas para alcanzar el desarrollo social. Más bien no pasamos a la acción. No hemos aprendido a desarrollar las conclusiones a pesar de haber pactado en mas de 13 ocasiones puntos convergentes para salir del letargo.
Los cambios políticos afectan la toma de decisiones, perdemos el objetivo principal por concentrarnos en trivialidades.
Caemos en la ridiculez de otorgar asilo político al cerebro que intervino ilegalmente conversaciones telefónicas de magistrados, políticos y periodistas del vecino país, mientras el ministerio Público inicia una investigación por la violación del correo electrónico de dos ministros, tipificando éste como uno de los peores delitos a la privacidad individual de cualquier ser humano. Pareciera que sufrimos de amnesia por la misma causa cuando el gobierno se solicitó a los gringos el programa de escuchas “matador” a políticos opositores al oficialismo.
El director de la CSS solicita a los médicos lavarse las manos para evitar la propagación de una bacteria que mató a 16 personas y afectó a mas de una veintena, pero en las salas de cirugía no hay papel toalla para limpiarse las manos. En este mismo tema, la fiscalía busca establecer la cantidad de personas afectadas por dicha bacteria pero aún después de 5 años no logra determinar con exactitud cuantas muertes hubo a causa del jarabe con dietilenglicol. Por si fueran pocas las incongruencias, las autoridades proyectan la construcción de una ciudad hospitalaria sobre un terreno de 31 hectáreas, con 14 torres de especialidades, pero irónicamente la misma institución que aspira a esto, no es capaz de invertir ni la décima parte del costo de este proyecto en prevención, hecho que ahorraría millones de dólares en la construcción de nuevos hospitales y enfermedades de salud pública. Partimos del hecho del cambio prometido por las autoridades en el servicio al asegurado, solicitaron un lapso de dos años para este propósito, sin embargo, con el tiempo cosas tan simples como tener un papel toalla a la mano forman parte de las quejas de los médicos de urgencias.
Diga usted entonces; ¿somos o no un país de contrastes y contradicciones?
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