El gobierno se ha convertido en el mejor motor de la organización y reacción de la oposición. En su quinto intento por aprobar una ley, como otras, inconsulta e impopular le han dado las herramientas a sus adversarios para organizarse y definir estrategias.
Falta aprender lecciones, accionar un equipo de trabajo gubernamental que tenga el conocimiento para intervenir en casos de crisis comunicacional, y que entre sus funciones logre anticipar al gobierno las reacciones de sus oponentes.
Observe la incongruencia que proyecta una gira presidencial para promover a Panamá como sitio de inversión, pero que simultáneamente se dispare en las pantallas de las cadenas internacionales una ciudad con disturbios, protestas y violencia en Colón que posteriormente se extendió al resto del país.
El presidente invitaba a los empresarios nipones a instalar sus multinacionales en Panamá y utilizar la zona franca como plataforma de importación y re exportación mientras en Colón, los cuatro puertos no movían un solo contenedor porque las calles estaban bloqueadas y los comercios bandalizados.
No solo eso, la cancillería panameña tuvo que citar a los embajadores radicados en Panamá para “tranquilizarlos” por la situación en el atlántico.
Después continuó la gira en Vietnam, antes era hora de volver al país que poco a poco iba tomando tonos mas negros, sin embargo el decidió continuar su gira.
La información oficial narraba la firma de convenios bilaterales entre ambos países, mientras en Panamá las manifestaciones y cierres de calles se tomaban la ciudad hasta paralizarla.
Ante la falta de instrucciones la Asamblea y los ministros que trataron de calmar la crisis, ganaban tiempo para que llegara el presidente, no lograban calmar los ánimos.
Ningún intento del gobierno por apaciguar al pueblo fue suficiente; ni las invitaciones al diálogo para los colonenses, ni los Twitters del presidente, o las palabras conciliadoras de los diputados lograron convencer a las organizaciones de sus pretensiones, mas bien, se percibía una especie de divorcio entre el presidente y el pueblo que reclamaba la presencia del mandatario.
Después pasó lo que muchos pensamos no veríamos mas, el saqueo. A muchos nos recordó la época de la invasión cuando la anarquía y la ley del revolver imperaban en las calles. Estuvimos a poco de llegar a ese escenario, casi a un desgobierno.
Me pregunto, ¿cómo promover al en turismo, inversiones y hub logístico con este tipo de hechos?
Estos desequilibrios, inestabilidad e inseguridad solo muestra una nación coyunturalmente en crecimiento económico, pero con una sociedad adversa al progreso por su inmadurez.
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