Es verdad que la tecnología se ha convertido en una forma de acortar distancias, de acercar ideas, debates o de comunicar mensajes precisos en solo 140 caracteres.
Sin embargo en la agenda de prioridades de un gobierno también deben primar los asuntos urgentes a resolver. ¿qué hace en Vietnam el presidente? Porque esta visita de Estado parece tomar mas relevancia que los disturbios, las manifestaciones y las protestas que se registran en el país? Ese el problema, que nadie tiene una idea clara de qué es lo que atrae al presidente a este país asiático como para balancear que su agenda este por encima de los hechos que ocurren en Panamá. Lo mismo ocurrió en Japón, la gira no fue concretamente justificada ante la ciudadanía, las reuniones, disertaciones o encuentros oficiales se difunden conforme van sucediendo, mas no se anticipa ante la ciudadanía la vitalidad, urgencia o el beneficio que traerán al país éstas visitas oficiales. Los anticipos anunciados por cancillería a principios de octubre tiempo en que el embajador de Vietnam presentó sus credenciales ante el ministro Roux, señalan que durante la visita del presidente se firmarían acuerdos de cooperación cultural y un memorando de entendimiento sobre un proceso de consultas bilaterales.
He ahí que al analizar los hechos, la ciudadanía puede percibir un divorcio, como un desaire del ejecutivo ante los problemas que aquejan al país y la importancia de la presencia física del presidente en su tierra.
Es verdad que la función del gabinete, en circunstancias como la actual debe tomar un papel fundamental, sin embargo los esfuerzos para negociar o para traer la paz al país hasta el momento no han dado los frutos deseados, la ciudad sigue trancada, con manifestaciones, los puertos de la zona atlántica cerrados amenazando el abastecimiento de artículos, o combustible, perdidas millonarias y para rematar se espera de una de las marchas mas concurridas en rechazo a otra ley tildada de inconsulta por decir lo menos.
Todo este escenario y la forma en que se busca apaciguar los ánimos de los protestantes parece disociar al ejecutivo de la situación nacional, pero también motiva la reflexión entre discernir las prioridades que mandan en la agenda gubernamental y el clamor de un pueblo.
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