- "Este libro no puede pasar", me dijo una custodia.
- ¿Por qué razón? pregunté.
El libro de mi autoría titulado "Tras las líneas del narcotráfico", un trabajo periodístico que me tomó cinco años de investigación sobre el asesinato del ex inspector Franklin Brewster jefe de la Unidad Especializada de Investigación Sensitiva, un cargo similar a un jefe antidrogas. En esta perspectiva podríamos decir que la custodia que impedía el acceso del libro sería colega de Brewster.
Volví a insistir en la razón de la negativa, me señaló el título donde se lee "narcotráfico". ¿Usted sabe de qué trata el libro? pregunté. Negó con la cabeza. Procedí a explicarle el contenido y no solo eso, le dije que las personas que estaban dentro conocían mas de narcotráfico que ambas. Seguía sin comprender su actitud. Lo siento me decía, son las reglas. ¿Las reglas? me pregunté en silencio.
Estoy hablando con el primer filtro de entrada a un penal, donde supuestamente la persona ha cursado un entrenamiento especial en el trato con visitas e internos. Es una policía que en cualquier país cuenta con un grado académico capaz de distinguir entre un delito por narcotráfico y un libro que habla del tema.
La custodia me solicitó esperar al superior inmediato que se encontraba a unos metros tratando de que varias docenas de mujeres que acudían a la visita regular se abarrotaran en un bus que las traslada a la puerta del penal. Pasaron unos 10 minutos. El hombre volvió, se efectuó la consulta.
Nuevamente me ofreció la misma respuesta que la agente. Volví a cuestionar la razón, sinceramente no me cabía en la cabeza que una lectura, cualquiera que fuera ésta, no entre a la cárcel. El custodio me habló entonces en tono enérgico y voz alta. Le solicité que por favor no me faltara al respeto, las incongruencias casi me sacan de quicio, pero pesar de mi incomodidad mantuve la serenidad.
El hombre me reclamó qué era lo que yo le había dicho. Le reiteré que no me faltara al respeto, que me ofendía la forma y tono en que se dirigía a mi.
La autoridad se volteó y miró a sus tres mujeres colegas y aprovechó el paso de otras cuatro mujeres que acudían a la visita y preguntó en voz alta simulando una congregación de los presentes; ¿ustedes me han escuchado que yo le falté al respeto a la licenciada? Vaya forma de sacar una conclusión.
Me calmé porque sé que con este tipo de actitudes lo mejor es no darle cuerda para evitar mas discusiones.
Tenía ya casi una hora tratando de entrar al penal para hacer la visita; antes otra custodia me hizo partir cada quesadilla (empanada), la comida que llevaba a la visita, para verificar que en efecto tenían queso y frijoles. La mujer no quería dejarme entrar una salsa roja con un toque de picante para los mexicanos porque según ella se podían intoxicar, (había sido honesta con la receta de la salsa).
Previamente tuve que ir al kiosko de la entrada comprar un sweter rojo porque la camisa del mismo color que vestía tenía botones y cuello, por ende no cumplía con el reglamento interno. Como añadidura compré en el mismo lugar unas chancletas porque los zapatos que tenía puestos tampoco pasaban la revisión.
Me alza la voz y eso para mi es una falta de respeto, le dije. Justificó su actitud por la formación que le brinda su carrera "militar" me dijo, y agregó que tenía una voz enérgica porque supuestamente así le enseñaron a hablar en la institución. He conversado con miles de policías y con casi ninguno no he tenido la misma experiencia.
Al ver que yo no caí en su provocación enseguida cambió el tono, me pidió disculpas, se las acepté.
El tema del libro volvió al tapete y me dijo que el reglamento lo prohibía, me señaló unas notas pegadas a la pared donde yo misma podía verificar que ese tipo de material tenía impedido el ingreso. Me acerqué y le pedí a la custodia que me señalara exactamente en qué parte de las 6 hojas decía eso. El agente se retiraba pero antes de hacerlo me gritaba desde unos metros; ahí dice, lea, lea.
Medicamentos, alimentos, ropa, artículos de aseo, pero por ningún lado se leía algo similar a libros. Vea en revistas me dice la custodia. La línea que señalaba revistas , tenía escrito; "las revistas pornográficas".
No podía creer lo que vivía. Esto no es una revista pornográfica le reclamé a la custodia. Yo no sé, ahí el jefe dice que eso no pasa.
Furiosa, ahora si, me acerqué a la sala de Guardia a cargo del Comisionado Espinosa. El primer filtro, Santamaría, me vio la cara, me calmó, preguntó que sucedía, le expliqué. De inmediato percibí otro intelecto al mando. No se preocupe me dijo, déjeme consultar con el jefe, tranquilícese me dijo, tome agüita, calma.
Volvió después de haber ingresado a la dirección y me hizo pasar. El Comisionado Espinosa vio mi cara y de inmediato me pidió disculpas por el comportamiento del personal. Muchos esfuerzos se realizan en este aspecto pero a veces no podemos tener control de todas las unidades, se disculpó. Como es evidente la diferencia entre la experiencia y la ignorancia, entre la humildad y la soberbia, pero principalmente entre la capacidad y la inoperancia.
Le agradecí al Comisionado y finalmente ingresé al penal con todo y libros.
Los hechos anteriores merecen una reflexión profunda sobre la forma en que capacitamos al personal que opera y custodia el sistema penitenciario. Es inconcebible que una fuente de cultura y conocimiento como puede ser cualquier libro, sea restringido por su título, en este caso a lo que se dedicaban mas de 500 internos antes de caer presos.
¿Cómo estamos capacitando a nuestro personal policial para estas tareas? ¿Por qué a pesar del tiempo los custodios tienen las mismas actitudes hostiles hacia los visitantes, examinan cada detalle pero dentro del penal se vende todo y hay de todo lo que en la entrada se censura? ¿Por qué no hay cambios en estas unidades si es que supuestamente han pasado por un entrenamiento especial para este trabajo?
Se hace urgente efectuar una evaluación interna del personal para poder depurar a las unidades que toman estas decisiones.
Asi es el comportamiento en todas las instituciones en donde deben trabajar civiles y lo hacen policias (o militares). Aqui en Panama solo se cambio de nombre al departamento de seguridad. De Fuerzas de Defensa a Policia Nacional. Las mentalidades y formacion sigue igual a 1989.
ResponderEliminarNo me extraña este proceder de personas que no han sido debidamente entrenadas para saber siquiera que es lo que está prohibido. Cabe ahora enviarle carta al Ministro Fabrega con el regalo del libro y le dice que dos libros de estos le entregué al Presidente de los EE.UU. Barack OBAMA y el requisito fue dejarlos en la dependencia de entrada a la Casa Blanca y cortésmente se nos dijo tan pronto pasen la Inspección se lo entregaremos al Presidente ya que ellos sabían el mismo me había invitado a dos de sus actos y quería cersiorárme de que los tuviese en sus manos cuando conversábamos con él. Efectivamente así fue y los dejo en una mesita próxima a donde nos sentamos a conversar. Me prometió los iba a leer y lo hizo lo sé hoy. Que diferencia verdad?. Es falta de educación para entender los requisitos. Creo bueno que se sepa.
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