Constantes acusaciones opacan el escenario

Por primera vez en tiempos democráticos el gobierno presiona al TE. Mientras, se polarizan posiciones que dan pie a un sabor amargo. Nadie pone el alto

Uno de los pilares sobre los que descansa la tranquilidad de un torneo electoral radica en la confianza que la ciudadanía y los colectivos políticos tengan en el árbitro que organiza y emite los resultados de la elecciones.

Sin embargo, cuando cualquier facción política dude de esta entidad, que en nuestro caso se refiere al Tribunal Electoral, ya sea en su capacidad organizativa o en el resultado de las elecciones, entonces el ambiente se torna amargo y peligroso. Por supuesto que las secuelas derivadas de esta situación pueden determinar la ilegitimidad del proceso y posterior ingobernabilidad. Un escenario complicado con desenlaces de igual magnitud.

Estrategias políticas para alcanzar el poder sobran. No se equivocaba Bismarck, ministro presidente de Prusia, en decir que "nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería".

Pero lo que preocupa en esta experiencia, a diferencia de otras oportunidades de nuestra incipiente democracia, es que hay una serie de mensajes que confunden al elector. De inicio se inundan los medios audiovisuales, gráficos, en internet, chats, con propagandas de cada uno de los partidos para convencer al elector; los ataques de parte y parte elevan el tono de las acusaciones; cuando en experiencias pasadas la confianza en el ejercicio del Tribunal Electoral era un hecho consumado, en esta ocasión el partido oficialista arremete contra la entidad al cuestionar su transparencia e imparcialidad; y viceversa, los magistrados acusan al partido gobernante de violar la privacidad del sistema electoral, entre otras cosas, por contar con una base de datos privados que está en poder del colectivo para fines políticos; las seductoras dádivas empaquetadas en bolsas de comida, la influencia en el proceso desde cargos gubernamentales u otro tipo de compromisos se han vuelto prácticas cada vez más descaradas.

Por si fuera poco, el investigador encargado de poner orden, el fiscal Electoral, permanece inmóvil, disfuncional, cómplice por omisión al obviar las denuncias sobre delitos electorales. Como dato adicional, la base de datos en poder del partido Cambio Democrático no es dominio único del TE, también la comparten la Fiscalía Electoral y algunos sistemas de seguridad del país.

LAS PRESIONES
Hace unos días me dijo Erasmo Pinilla, presidente del Tribunal Electoral (TE), que es la primera vez en 50 años que le ponen demandas para desestabilizar el torneo electoral. La procuradora Ana Belfon ya envió dos notas al TE donde solicita se le levante el fuero electoral al magistrado Pinilla para dar paso a una investigación penal en su contra por delito contra el honor en perjuicio de Javier Bosso, un ex chofer del TE que se sintió ofendido por unas declaraciones que hizo Pinilla sobre su persona. Hay otras ocho denuncias contra Pinilla esperando en fila, todas del oficialismo.

En la vida democrática del país, desde 1989, no ha habido momento más delicado que el presente.

Toda esta serie de elementos descritos arriba, sumados al calor de las pasiones por alcanzar al poder, o permanecer en él, crean un caldo de cultivo peligroso en el desarrollo de la campaña política, que fácilmente puede contagiarse a la parte más sensitiva, el envío de los resultados extraoficiales que perfilan al ganador.

Y es que ante la angustiosa cercanía con la que se perfilan los candidatos, según algunas encuestas, ese estrecho margen que los separa pudiera ser la chispa que ponga a prueba un sistema electoral infalible que debe transparente, o cualquier hecho que pueda alterar o retrasar la divulgación de los resultados electorales.

¿Se imagina usted que pasadas las cuatro de la tarde, cuando es momento de conocer los primeros resultados de las mesas de votación, surja algún inconveniente que retrase estos datos?

O que en Panamá ocurra lo que en El Salvador, donde el candidato del Frente Farabunco Martí para la Liberación Nacional, Salvador Sánchez Cerén, se proclamó ganador por solo 6 mil votos por encima de Norman Quijano, de ARENA.

¿Tendrán estómago los políticos panameños para aceptar un resultado de esta naturaleza?

En la segunda vuelta, el partido de la derecha bombardeó los medios con campañas publicitarias que conectaban políticamente el partido de izquierda de Sánchez Cerén y las violentas manifestaciones en Venezuela. Con esto pretendían animar el voto del miedo para evitar que El Salvador se transformara en una nueva Venezuela. La estrategia no fue suficiente, aunque logró recortar 14 puntos de ventaja que le llevaba Sánchez Cerén, quien finalmente resultó ser proclamado ganador, aunque expuesto a fundadas sospechas que afectan su legitimidad.

LA CLAVE ES LA CONFIANZA
¿Confía en el resultado de las elecciones?, le pregunté a Guillermo Márquez Amado, exmagistrado del TE. Depende de los elementos de juicio que tenga en ese momento es que confiaría en los resultados que emita el TE, me responde. Entonces, ya hay desconfianza, existe la duda, rematé. ‘No hay desconfianza en el árbitro, sino en el sistema y los excesos en que ha estado incurriendo el gobierno’, me aclara.

Y de una vez saqué a relucir el fantasma que siempre nos persigue en cada elección: ¿cree usted que puede haber fraude?, cuestioné.

‘Yo no voy a decir que el fraude es imposible’, me dice Márquez. ‘Lo que sí te puedo decir es que si ocurre un fraude nos vamos a dar cuenta y lo que sí te puedo decir es que el TE tiene un sistema que está muy bien probado, que es excelente. Hay confianza en el sistema’, me reiteró.

¿En los magistrados?, le pregunté, ¿hay confianza? No quiso responder. Después de una breve pausa me dijo: ‘Yo quiero que sean los actos los que hablen por las personas. En este momento yo no voy a decir nada y ha habido cambios en el TE recientemente, yo primero quiero ver cómo se perfilan las cosas’, acotó.

UN PASADO QUE PERSIGUE
Márquez tiene la impresión de que el partido oficialista, como en 1984, no quiere dejar el poder. Y como siente que es el único que le está poniendo trabas a lo que viene haciendo, que es ilegal, en cuanto a apoyar a candidatos de su partido y a su propio partido, entonces la ha agarrado contra el TE.

Y eso es muy malo porque el TE es el árbitro, y éste —tenga o no problemas en su casa, tenga o no problemas económicos, sea bueno o malo— tiene que tener autoridad suficiente como para decretar cuál es la falta o cuál es el resultado del juego, y que ese resultado sea aceptado por el público, me dice.

Pero resulta que CD, por las razones que sea, ha enfilado contra el TE.

En 1984, a pesar de las irregularidades que se presentaron en la Junta de Escrutinios en declararse impedida para continuar con el conteo de votos, el Tribunal Electoral, once días después del día de las elecciones, proclamó ganador al candidato del Partido Revolucionario Democrático, Nicolás Ardito Barleta. Al político no le gusta que le recuerden aquella historia, sabe que cargará esa cruz por el resto de su vida. En aquél momento particular el presidente del TE, César Quintero, declaró que había habido ‘un pequeño fraude’.

Aquel recuerdo se ha impregnado en la memoria de quienes vivieron en carne propia la lucha por la democracia. Luis H. Moreno, presidente de la Fundación Ética y Civismo ha pasado de la preocupación a la alarma. Dice que ante las circunstancias que vive el país, y considerando la debilidad de las instituciones, optó por reunirse, la semana pasada, con el presidente de la Corte Suprema de Justicia, José Ayú Prado, para descartar la posibilidad de que el torneo electoral pudiera, por cualquier razón, trasladar sus decisiones a la Corte. Moreno respiró tranquilo cuando Ayú Prado le aclaró que eso no es factible, porque el asunto no es menester de la Corte, ‘pero es lo que se habla, y lo que trae el temor de las presiones que un partido hace y que el resto se hace eco’, me comenta Moreno con tono preocupado.

En caso de que exista una disconformidad en el proceso, entiéndase una impugnación al proceso electoral, o que surja un reclamo de cualquiera de las facciones políticas, el TE es la única entidad facultada para dirimir este tipo de asuntos, sus fallos son inapelables.

Pero el asunto es que un antecedente recordó a Moreno que recientemente a la Corte no le costó trabajo opinar sobre un asunto ajeno. Revocó un fallo que suspendía una propaganda política que, sostuvo, desprestigiaba al candidato presidencial del (PRD), Juan Carlos Navarro en noviembre pasado.

Posteriormente, la Corte recogió su fallo y tuvo que anular la actuación que le valió una serie de ácidas críticas que calificaron su conducta como una intervención directa en los menesteres del TE. Y eso ya nadie lo olvida.

A medida que se acerca el día de las elecciones, las tensiones, las suspicacias, e incluso hasta las sospechas, crecen porque las encuestas marcan un acercamiento en la posición de los dos que están más cerca de la cúspide, me explica Moreno. Porque se trata de un favoritismo no basado precisamente en ideología o en concepto de bienestar nacional, sino en intereses, particulares, grupales o partidarios, afirmó Moreno.

DOBLE BLINDAJE
El CD tiene más información de lo que ocurre en el TE de lo que tú y yo podamos saber ahora mismo, me comentó Márquez Amado. Yo creo que también están al tanto de algunas dificultades internas. Como el conteo extraoficial de resultados. Se han hecho innovaciones.

Esas innovaciones ponen nerviosos al partido de gobierno, explica el exmagistrado. Es como un escudo extra para el torneo.

Se trata de la contratación de una consultoría informática por $249,980 a la firma Mandiant. El TE informó que en materia de elecciones, a la firma le corresponde realizar una evaluación de los niveles de seguridad de la red electoral y brindar el servicio de monitoreo de la red durante las elecciones. Adicionalmente, debe ofrecer recomendaciones sobre controles de seguridad y constatar que las mismas sean atendidas por el personal técnico del TE.

La firma no desarrolla ni aporta código o aplicaciones al sistema electoral, ni opera los sistemas de transmisión extraoficial de resultados. La contratación de este tipo de consultorías se ha efectuado en tres oportunidades anteriores.

El TE considera necesaria la contratación para lograr una efectividad en cuanto a los datos que se transmitirán el día de las elecciones y evitar que se caiga la plataforma de datos, antes o durante el torneo electoral.

El sistema de envío de datos inicia cuando cierra la votación. Se aplica un protocolo a seguir: se cuentan las firmas, los votos, y finalmente se prepara un acta. En el momento en que el documento está listo, una persona debe encargarse de hacer una llamada o comunicarse con un centro de acopio de la información extraoficial y transmitirlo telefónicamente, o por radio, y se digitaliza.

Para emitirlo se requiere de una serie de señas y contraseñas que permita establecer fehacientemente que la persona en cuestión sea la encargada de la tarea y no que otro se cuele y diga lo que no es.

Sin embargo, no hay blindaje más fuerte en una elección que la confianza en la institución, la transparencia, y la aceptación del resultado, sea cual sea, por todas las partes sin distingo.

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