A un año del asesinato de Juan R. Messina, las averiguaciones apuntan a un sicariato por encargo típico de las bandas delincuenciales que buscan saldar cuentas pendientes. Aún falta al menos un implicado por capturar.
Aquel 23 de septiembre de 2013 Messina almorzaba en el restaurante “Donde Renato” acompañado de su esposa Katiushka Ramos y su equipo de campaña política -con quien trabajaba para ganar la diputación del circuito 8-6 por el Partido Revolucionario Democrático- cuando pasada la una de la tarde ingresaron al restaurante tres sujetos; quien disparó en la cabeza de Messina ocasionándole la muerte se apostó justo a su lado, otro se paró frente a él y uno más se posicionó cerca de la entrada del local.
Hasta el momento, todo apunta a un asesinato por encargo o sicariato por encomienda, actividad que ejecutan las pandillas locales para saldar cuentas pendientes.
Sin embargo, a través de las averiguaciones surge una pregunta clave; si el homicidio del abogado se trató de un hecho premeditado, o si sus atacantes aprovecharon la coyuntura de que Messina se encontraba en un territorio dominado por la banda Calor Calor -con quien mantenía ciertas rivalidades en el pasado-, y lo mataron.
Según algunas fuentes quien fijó el lugar donde estarían en horas de la tarde fue Katy, ahora viuda de Messina. Ella sostendría una reunión con un experto en informática que le ayudaría en su campaña política.
Una vez ahí el matrimonio se sentó en mesas diferentes, Messina con otros dos colaboradores, y ella con el experto en informática. El punto de encuentro, según algunas fuentes, incomodaba a Messina.
Hasta el momento la fiscalía no ha judicializado a la viuda, no obstante, resalta el hecho de que en el pasado, cuando las autoridades solicitaron a la viuda los celulares del difunto y de su persona, ésta no los entregó. La conducta motivó un llamado de atención de la procuradora Ana Belfon, quien calificó a la parte querellante, a la viuda, como “reticente” a participar en la investigación del asesinato de su cónyuge.
Por otra parte, la fiscalía cuenta con el video de una cámara ubicada cerca del restaurante que grabó cuando varios sujetos subían y bajaban de dos autos, uno negro y otro blanco. Estos hombres, según la fiscalía, supuestamente guardan características físicas similares a los dos sujetos detenidos señalados presuntamente de participar en el crimen.
Las averiguaciones de la fiscalía robustecen su tesis en que los implicados huyeron en un auto sedán blanco después de haber cometido el homicidio.
Los detenidos por el momento son Joel Aguilar, presuntamente autor material del hecho, y Félix Córdoba, a quien la fiscalía vincula por el video, por el relato de testigos protegidos, y por la identificación en carpeta que hicieron la viuda y su secretaria.
Félix, en cambio, alega que el día del crimen estaba en la ciudad de Colón en casa de su hermana Josephine, que se enteró del asesinato por la televisión, y que padecía vómitos y diarrea que le impidieron salir de casa.
Esta versión fue reafirmada a La Estrella de Panamá por la madre Yamileth Arguelles y la hermana de Félix, Josephine. No obstante, además de sus familiares, hasta el momento, ninguna otra persona -vecino o conocido del barrio- ha corroborado la versión de que Félix estaba en Colón.
En el expediente, por tanto, no se logra ubicar a Félix donde dice que él estaba, por el contrario, un testigo protegido lo señala como partícipe del hecho. Incluso afirma que el muchacho viajó en la mañana a la ciudad y volvió en la tarde.
A la fiscalía le queda pendiente la detención del tercer implicado que los testigos ubican en el restaurante y, al resto de los jóvenes que abordaron los autos, y al autor intelectual.
La investigación de la fiscalía Segunda Superior de San Miguelito consta de cuatro tomos y está a punto de enviar la vista fiscal.
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