Si tengo relaciones sexuales pueden ocurrir varias cosas: puedo quedar embarazada; contraer una enfermedad de transmisión sexual; tendría que abandonar mis estudios; podría quedar incapacitada para tener hijos... Si fuera hombre, de repente se me acabaría el semen antes de llegar a adulto.
Estas fueron las respuestas de cuatro estudiantes de quince años, residentes de la provincia de Chiriquí y seleccionados al azar para participar en un estudio sobre la percepción de la práctica de relaciones sexuales.
La discusión del proyecto de Ley 61, por el cual se adoptan políticas públicas de educación integral y promoción de salud, motivó a la trabajadora social Silvana Castillo y a la psicóloga Mirna de Guevara a acercarse a los muchachos y preguntarles su percepción sobre el sexo.
Las investigadoras, ambas docentes de la Universidad de las Américas, no tenían interés en una encuesta cuantitativa sino una de carácter cualitativo, que permitiera profundizar en los conceptos e ideas que se tienen en esta etapa de la vida.
Solo ocho preguntas fueron necesarias para hacerse una idea de la gran necesidad que tienen los jóvenes de orientación en temas de salud humana y reproductiva.
Uno de los encuestados, por ejemplo, señaló que en su concepto, existen tres tipos de relaciones sexuales: la de pareja, la de lesbianas y la de homosexuales. Comoquiera que todas las relaciones anteriores involucran a dos personas, son relaciones de pareja. Podríamos pensar, entonces, que lo que el entrevistado definió como “pareja” se refiere a una relación heterosexual. De ahí, el entrevistado salta al término “homosexual” como otra clase de pareja, e incluso lo diferencia del lesbianismo, que, a fin de cuentas, también se trata de una relación de pareja, en este caso homosexual, pero de mujeres.
Aparentemente, hay una distorsión en el concepto de pareja para este joven.
En otros aspectos, los jóvenes respondieron con claridad —sin mitos, a pesar de que para algunos adultos este tema sigue siendo tabú—. Tal es el caso de las formas de relación sexual: anal, vaginal y oral.
Pero ponga atención a los motivos que, según ellos, inducen al sexo: problemas económicos y familiares; poca información y deseo de experimentar. Un momento, ¿problemas económicos? ¡Vaya!
¿Y cuál sería la edad propicia para iniciar el sexo? Los participantes del sondeo dijeron que es preferible tener relaciones sexuales “cuando se cumpla la mayoría de edad”, “cuando se tenga madurez”, “un criterio formado”, “un trabajo” o, tras finalizar los estudios.
Estas frases parecen provenir de mensajes caseros destinados a asustar y evitar que los jóvenes experimenten con el sexo, es decir, funcionar como cinturones de castidad.
Saciar la curiosidad. Este es es uno de los motivos que impulsa a la mayoría de los adolescentes a tener relaciones sexuales. Lo dice la licenciada Elsie Othoe, gerente de programas sociales de la Asociación Panameña Para la Planificación de la Familia (APLAFA), quien tiene años hablando con los adolescentes.
Otros, agrega, lo hacen porque están solos o tristes; y otra parte se ve tentada por la forma como los medios de comunicación presentan al sexo. Por otra parte, dice Othoe, cuando el amor toca el corazón de estos muchachos llegan a experimentar tal cúmulo de sensaciones que defienden su sentimiento a capa y espada.
Entre los 11 y los 21 años de edad, las personas pasan por todo tipo de cambios biológicos y físicos que en el momento cuesta entender. De ellos se derivan otros sentimientos. En APLAFA tienen un acrónimo para la adolescencia; le llaman “MATEA”: Miedo por las eyaculaciones nocturnas, por ejemplo; Alegría por el proceso de crecimiento, Temor por lo que vive el adolescente; Enojo porque, de repente, no están conformes con los cambios, y Afecto cuando encuentran a alguien que les quiere.
Volviendo a la encuesta, los jóvenes consideran que la orientación sería de gran ayuda, incluso sugieren se formen grupos de orientación formados por padres y profesores.
Cuando Othoe pregunta a las mujeres que acuden a APLAFA si conocen los métodos anticonceptivos que hay en el mercado, casi todas responden afirmativamente. Pero, “en este tema la brecha entre el conocimiento y el uso es grande”, dice Othoe.
Un punto esencial en la óptica de este tópico lo apunta Othoe: “todo lo vemos como relaciones sexuales coitales y no es así; la sexualidad es mucho más que eso”, afirma.
Las estadísticas muestran que la edad para comenzar las relaciones sexuales se mantiene entre los 11, 12, y 13 años, afirmá Othoe. Por lo general, si los jóvenes se desarrollan antes, las hormonas funcionan igual que como si tuvieran 15 años, y las mamás empiezan a orientar a las chicas a esta edad. ¿Qué les dice la mamá? “Cuidate”. Pero, ¿de qué? No saben explicar. ¿Les hablamos de qué cuidados tener? se pregunta Othoe. No, nos conformamos con esa palabra, se responde ella misma.
Es necesaria la formación de grupos de orientación en los planteles educativos donde el personal médico, docente, padres de familia y estudiantes participen, ofreciendo información científica, pertinente y accesible a los adolescentes para que estos acepten y sepan sobrellevar los cambios y transformaciones que se presentan en esta etapa de la vida, sin que se afecte de manera significativa su futuro, concluye el estudio.
La sexualidad es innata, la expresamos en todas las etapas de nuestra vida, hasta la muerte, sólo entonces se acaba.
Se trata de una encuesta muy atinada para estos tiempos en que en la Asamblea Nacional se debate la forma cómo orientaremos a nuestros jóvenes y la libertad que tendrán para tomar decisiones como el número de hijos que tendrán, el intervalo entre los nacimientos y aun hasta si desean o no descendencia.
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