La situación económica de Petaquilla Gold ha llevado hasta el subsuelo el nombre de Richard Fifer. En una entrevista que es parte de la serie de reportajes sobre minería que publica este diario, un experto en el ramo sostuvo que el una vez reconocido ingeniero ha perdido toda credibilidad. “¿Quién le cree a Fifer?”, dijo.
Jorge Obón, sin embargo, no ha perdido la fe en Fifer. Se preocupa por difundir todas las obras de infraestructura que han contribuido al desarrollo de su región: escuelas, carreteras, centros de salud.
Es parco, no obstante, cuando se le pregunta sobre las excentricidades de Fifer o por los problemas con la justicia del exgobernador de Coclé. No le gusta.
Fifer tiene fama de mala paga, nombre que no vino solo. En el año 2000, el Juzgado Séptimo del Primer Circuito Judicial de lo Civil ordenó a Minamérica, una compañía de Fifer, pagar a Inversiones Geológicas, empresa de Julio Benedetti, $400 mil, más 9.25% de interés anual en concepto de un préstamo que este último hizo a Fifer en 1994 y que, cuatro años después, había sumado $75 mil adicionales en deuda.
Fifer se escudó en la insolvencia de la empresa para no pagar. Una explicación similar a la que enfrenta en estos días con los dineros que adeuda a los trabajadores de la mina y al Seguro Social. En total, más de $12 millones.
La única forma en que Minamérica podría cumplir su compromiso económico era lograr cobrar lo que le adeudaban terceros.
Otro lío similar tuvo Fifer y Eleuterio Guevara Santos, quien lo demandó por no haberle pagado $32 mil por una planta generadora de corriente que le vendió. En 2005, el Tribunal Superior del Segundo Distrito Judicial le ordenó pagar dicha suma.
Hijo de Celina Carles, coclesana, y Richard Glen Fifer, un norteamericano empleado en el Canal de Panamá, Richard nació en el hospital militar Gorgas, bajo la administración estadounidense y asistió a un colegio de similares condiciones. Su infancia la vivió en las tierras bajo el dominio americano de la Zona del Canal. Ya en su adolescencia enfrentó un proceso legal. A los 19 años, el 23 de febrero de 1976, el gobierno zoneíta lo condenó a 18 meses de prisión por distribución de marihuana y cocaína. Fifer debía cumplir los primeros 90 días en la cárcel y el resto del tiempo estaría a prueba, en libertad, con la condición de no violar la ley y reportarse periódicamente con el oficial designado.
Del hombre que tenía entre cejas explotar el oro, se conocen varias excentricidades. Algunas las niega su amigo y vocero Obón. Amante de los caballos, Fifer admira el animal no solo por su utilidad como medio de transporte, desde pequeño desarrolló un gran amor por ellos en la finca de su padre.
“Yo amo todo lo referente a los caballos”, contó en una entrevista a un medio especializado.
Confesó ser dueño de 75 apalusas registrados en Panamá, de caballos pura sangre y “andaluces importados de España que ha traído hace una década y luce en las festividades”, indicó entonces.
Uno de los cuentos en torno a Fifer es que en una ocasión participaba de una cabalgata y sentía calor.
Tomó el móvil y llamó a la mina para que uno de sus helicópteros se posara sobre él y lo ventilara con sus aspas. Según Obón, cuando Fifer escucha esa historia, se echa a reír y la niega. También dicen que cuando su esposa iba de compras a la capital, tenía siempre a su disposición un helicóptero de la empresa.
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