En Panamá, la prostitución, una de las actividades más antiguas de la humanidad, permanece en un limbo legal
En las comisuras de esa realidad, la venta de sexo se ha convertido en una vía fructífera para quienes la ejercn y utiliza distintos métodos para llegar a su objetivo. El canibalismo del consumismo ha sido el catalizador más frecuente para la proliferación de la actividad.
En este sentido, Panamá se ha vuelto un sitio atractivo y permisivo para el negocio por varias razones: es una zona de tránsito donde abundan ciudadanos venezolanos, colombianos, dominicanos, nicaragüenses, las calles son relativamente seguras, y el país es estable políticamente.
Además, las reglas migratorias son flexibles, lo que permite el ingreso temporal en múltiples ocasiones; el sistema ofrece una opción legal para trabajar en clubes nocturnos que incluye permiso de trabajo y controles sanitarios. Esto último es lo más certero en términos estadísticos con los que cuenta el país.
Del resto, quienes optan por anunciar sus servicios en los diarios, en el Internet, o se paran en las esquinas de la ciudad no existen para los registros. El Ministerio de Salud contabiliza, en forma global, en las gráficas de la cantidad de casos que reportan los centros de salud, sobre enfermedades de transmisión sexual incluyendo el VIH.
A partir de este lunes, La Estrella de Panamá publica ‘El negocio del sexo', una serie de cuatro entregas que retrata a profundidad esa ‘industria', sus puntos débiles y los delitos que desencadena.
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