En los próximos 10 años el mercado generará más de 150 mil plazas de trabajo. La mitad serán ocupadas por extranjeros debido a que nuestros jóvenes no llenan los requisitos
La oferta académica y la generación de empleo están divorciados. Ésta, es la principal relación entre delincuencia juvenil y desempleo. Tal vez, el problema de seguridad no se trate de combatir la delincuencia, sino de procurar que no exista la necesidad de delinquir.
De lo anterior está convencido el consultor René Quevedo, quien ha analizado las estadísticas minuciosamente y ayer, junto a Alfredo Castillero, asesor del Ministerio de Seguridad y el presentador de televisión Juan Carlos Tapia, inauguraron el primer foro empresarial de Consejo del Sector Privado para la Asistencia Educacional (Cospae) sobre formación técnica, empleo y seguridad ciudadana.
Cada quinquenio los Gobiernos se empeñan en hacer ver que sus planes de represión son los indicados para bajar los índices de delincuencia, homicidios por ejemplo. Sin embargo, las estadísticas se asemejan más a una montaña rusa, no obedecen a un plan interinstitucional capaz de atender las necesidades de los muchachos en riesgo. Esta es la semilla de la delincuencia.
Al año miles de jóvenes que culminan sus estudios no logran insertarse en el mercado laboral, carecen de preparación.
El diagnóstico es preocupante porque, a pesar de que en los próximos años se abrirán 150 mil nuevas plazas de empleo, el país corre el riesgo de que casi la mitad de ellas sean ocupadas por mano de obra importada. Como consecuencia, nuestros jóvenes, principal fuerza de trabajo desocupada actualmente, quedarán una vez más marginados del crecimiento y desarrollo.
Algunas estadísticas ayudan a comprender mejor el tema, asegura Quevedo. “La mitad de los jóvenes que comienza la educación premedia y media no la culminan. Tan solo el año pasado abandonaron los estudios más de 13 mil jóvenes. A parte de ellos, hay una masa de 12 mil muchachos que sí culminan sus estudios y que buscan una plaza de empleo”. Sin embargo, en los últimos cinco años la edad promedio de las personas que encontraron un empleo fue de 45 años, y un promedio de 13 años de educación.
Lo que esto quiere decir, añade el especialista, es que los jóvenes que carecen de preparación quedan excluidos de las oportunidades de trabajo. “Anualmente entran al mercado laboral más jóvenes que los que tenemos en las pandillas y las cárceles juntos”, dice.
Quevedo habla con números en la mano: en el 2004 se crearon 40,400 empleos y se cometieron 21 mil delitos. En 2014 se perdieron 10,400 empleos juveniles y se cometieron 65 mil delitos.
Los esfuerzos del Ministerio de Seguridad en la disminución de los índices de homicidio han funcionado. Alfredo Castillero, asesor de la entidad, revela que los homicidios han disminuido un 15% desde que inició el programa Barrios Seguros que recluta a los expandilleros en programas de formación y reinserción laboral. Castillero indica que hay un plan a cinco años para estos jóvenes. La idea es conversar con la empresa privada y despertar el interés para que contraten a estas personas cuando terminen el proceso de resocialización.
Sin embargo, para cristalizar el éxito de este plan, los especialistas exigen una sostenibilidad laboral de al menos un año.
En los últimos tres años la economía generó 3,231 plazas de empleo, pero todos los años entran al mercado laboral 88 mil jóvenes. A esta cifra hay que sumar los 200 mil Ninis, (ni estudian, ni trabajan). La matemática no cuadra, analiza Quevedo.
El sistema formativo tiene la capacidad para preparar en competencias técnicas de rápida inserción a 59% de los técnicos que requiere el país hasta el 2020.
Logística, construcción, industria, comercio, y turismo son las áreas más importantes . El reto, es empatar la oferta laboral y la académica.
Las competencias con las que gradúan los jóvenes no están en sintonía con los requerimientos del mercado.
Por ejemplo, en los próximos 10 años el sector logístico abrirá 150 mil nuevas plazas de trabajo del 2013 al 2025. Nuestro sistema de formación no ha dado la talla. Sin embargo, esas plazas de trabajo serán ocupadas de un 28% a 45% por mano de obra extranjera. “Eso ya ocurre” señala Quevedo.
El Estado necesita sintonizarse con la problemática. El tema no es sencillo, requiere alinear la oferta académica al mercado.
Pero cómo atraemos a los muchachos al estudio? ¿Es atractiva la educación para nuestros jóvenes? ¿Cómo creamos las condiciones con oportunidades sostenibles de empleo a través de formación técnica? “La glorificación del estudio universitario vs la satanización de las carreras técnicas como estudios de segunda categoría deberían replantearse en el país”, considera el especialista.
En este sentido, advierte, se han invertido grandes sumas en programas de formación, como el Inadeh, pero no existe un plan de seguimiento en los trabajos que ingresan estas personas. La inversión por tanto, es difícil cuantificarla en efectividad, asegura Quevedo.
Los medios de comunicación son una fuente de inspiración pero también de imitación, asegura Juan Carlos Tapia quien cuestionó la efectividad de la autocensura en los medios que retratan cuerpos mutilados o ajusticiados o noticieros que se centran en la crónica roja. A juicio de Tapia es necesario replantear el contenido de nuestros noticieros y evitar exageraciones en los medios.
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