El magistrado presidente sostiene que su reelección no estuvo fuera del "ritual" que sigue la Corte. "Nadie impugnó y no hay nada que hacer", dice. Ayú Prado desestima también las críticas de la sociedad civil en su contra
El presidente de la Corte, José Ayú Prado, dice saberse al dedillo cómo debe comportarse un magistrado del Órgano Judicial. Admite que cada uno de sus ocho compañeros tiene una forma distinta “de externalizar sus ideas y sentimientos”. Esto, en clara alusión a las declaraciones de su compañero Harry Díaz, quien lo acusó de traición por no haberlo respaldado en su candidatura a la presidencia, cargo al que aspira Díaz desde 2013.
¿Qué ocurrió el día de la votación? Su colega Harry Díaz asegura que usted lo traicionó...
La votación se circunscribió a lo que mandan el Código Judicial y la Constitución. No se violó ni una sílaba. El día de la votación se dio la ritualidad que debe ser: se postuló un presidente provisional, recayó en mi persona, no hubo oposición, todos estuvimos de acuerdo, se abrió el periodo de postulaciones, se postuló a este servidor y dos personas más. Nadie secundó las postulaciones de los otros dos, la postulación de este servidor sí fue secundada y al final se votó y el suscrito queda con cuatro votos, y los otros con sus propios votos. La votación quedó 5-2-2. En el periodo de votación, incluso el magistrado Díaz sugirió que la magistrada Ángela Russo fuera la que me juramentara, nadie impugnó, y no hay nada que hacer.
¿Usted le prometió su voto al magistrado Díaz?
Semanas atrás, cuando conversamos, fue en octubre, me parece, él me pregunta que entre el magistrado Luis Ramón Fábrega y él, por quién yo votaría. Yo le dije que por él, que no había ningún problema. Pero el magistrado Fábrega no se postuló.
A usted lo cuestionan los grupos de la sociedad civil que están inconformes con su figura en el cargo. ¿Cuál es su opinión al respecto, tomando en cuenta que usted tiene varias denuncias en que esperan ser ventiladas en la Asamblea?
Lo de las denuncias tiene que preguntarlo en la Asamblea. Yo tengo entendido que una persona denunciada no es culpable, salvo que a mí me enseñen que la Constitución cambió y que los convenios internacionales han cambiado. La presunción de inocencia, ante todo. En cuanto al cuestionamiento, no somos robots, no somos infalibles, aquí también hay personas que nos felicitan y nos están apoyando.
¿Por qué lo postuló el magistrado Cecilio Cedalise?
Pregúntele a él.
¿Conversó con él antes de la votación?
Antes de eso, no.
¿Usted se considera un magistrado con ética para desempeñar el cargo?
Por supuesto, salvo que usted me indique que hay prueba en contrario y que he sido condenado. Si no he sido condenado por faltas a la ética, se debe presumir mi inocencia, así como yo presumo la suya.
Como presidente del cuerpo colegiado, con estos roces sumados a la percepción que hay de la Corte, ¿qué piensa hacer?
Es un reto, hay que superar otro obstáculo y vamos a hacerlo con la compañía de todos los funcionarios.
El expresidente Ernesto Pérez Balladares dijo que durante su indagatoria, mientras usted era fiscal de la causa en su contra, el entonces presidente Ricardo Martinelli le llamó para darle instrucciones de meterlo preso. ¿Qué tiene que decir al respecto?
Yo no recuerdo, en los tres o cuatro momentos en que el expresidente rindió indagatoria en la Fiscalía Contra el Crimen Organizado, que haya recibido una llamada. Debería recordarlo si es una persona como la que usted indica. Pero no.
¿Recibió alguna llamada sin que estuviera presente el indagado?
Yo era un fiscal, yo no sé cómo abordar la pregunta porque me parece tan inverosímil. Usted me está diciendo que él dijo que yo recibí una instrucción de meterlo preso y él nunca estuvo preso. Pero es que yo debería decir, para ganar una buena percepción, que no recibí una llamada, pero es que no lo recuerdo, no recuerdo una cosa así como esa, tan inverosímil.
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