El magistrado Harry Díaz acusó ayer a José Ayú Prado y a Luis Ramón Fábrega de haber fraguado su derrota a la Presidencia del Judicial. Ayú, en respuesta, pidió a la Asamblea Nacional interrogar a su otrora aliado
Los fuegos en la Corte Suprema de Justicia parecen apagarse con gasolina. La gresca entre dos magistrados “peso pesado” han dejado aflorar “lo más salvaje” del alto tribunal de justicia.
Y es que las profundas diferencias entre José Ayú Prado, presidente de la Corte, y Harry Díaz, dos veces frustrado aspirante al cargo, ya no son un secreto. Aunque algunos magistrados prefieren pisar con cuidado en este terreno minado, la refriega ha saltado a los medios y en el Palacio Gil Ponce todos llevan “pintura de guerra”.
Las profundas diferencias que han aflorado con el enfrentamiento verbal entre Ayú Prado y Díaz se llevan al pleno, dicen quienes hacen la valoración de la situación desde dentro. Los odios entre ambos, las injerencias externas que reciben y los bandos que se han formado en torno a su disputa pesan en los casos abiertos y los fallos pendientes, sostienen.
El mismo Harry Díaz confesó a La Estrella de Panamá que Ayú Prado le había traicionado tras negarle el voto que le había prometido en la reciente elección de presidente.
“Me habían advertido que ese hombre era un hipócrita, pero yo me confié. Creí que era mi amigo y que tenía voluntad de cambiar las cosas”, dijo el magistrado.
Asegura que Ayú Prado le dijo que no se iba a reelegir “bajo ninguna circunstancia”, porque se lo había prometido a su esposa y a sus hijas, “y a la virgen”. “Él no cumplió su palabra”, añadió enfurecido.
Reveló, por otra parte, que sobre Luis Ramón Fábrega, magistrado de la Sala Civil que votó por Ayú, pesa la sospecha de pedofilia, según declaraciones del ahora destituido Alejandro Moncada Luna, que nunca le presentó las pruebas.
Ambos, Ayú Prado y Fábrega, “fraguaron” su derrota en las pasadas elecciones para favorecer “el continuismo”.
“Él mismo me dijo que si se presentaba Fábrega votaría por mí, y no lo hizo. Yo pensé que podía meter la mano en el fuego por él, pero la cantidad de gente que me decía que me iba a traicionar, tenía razón”, indicó.
Díaz relata cómo aquel 4 de enero, día de la votación, iba convencido de que Ayú Prado honraría su palabra y le daría el voto.
“Se le vio en la cara. El hombre dice: voy a tener que romper mi palabra porque no puedo dejar la votación como está, así que voy votar por mí mismo. Yo nada más le miraba y decía para mis adentros, no puedo creer esto. Ahí fue cuando a Jerónimo Mejía se le salió del alma y dijo: es una lástima que esta administración empiece faltando a la palabra. Ahora que trata (Ayú) de atenuar la situación, pero es puro cuento, nadie promete con condiciones. La cara, el gesto que tenía de avidez, de decir, sí, sí, soy presidente por dos años más, nadie se la podía quitar”, manifiesta desencantado Díaz. El magistrado solicitará mañana a sus colegas José Ayú Prado y Luis Ramón Fábrega (con quien no se habla) que se declaren impedidos en cualquier expediente de su familia, de los que hay varios en la Corte.
ALIADOS
Ayú Prado, a su vez, envió al presidente de la Asamblea Nacional, Rubén De León, una misiva acompañada de las declaraciones de Díaz a los medios para que la Asamblea, encargada de juzgar a los magistrados, considere “si es necesario que el magistrado Díaz se ratifique en sus dichos y presente pruebas que sostengan sus aseveraciones”.
Díaz y Ayú Prado, que ya no se miran a los ojos, coincidieron ayer en la inauguración del Año Judicial.
Tan solo hace un mes, mantenían una relación estrecha, de camaradería y compañerismo.
Según Díaz, el enfrentamiento es frontal. Cualquiera que parezca su aliado o manifieste simpatía por él, se busca un problema.
Como ejemplo, citó el caso de la magistrada María Eugenia López, candidata a la magistratura de la Corte, a quien Fábrega le mantuvo una sanción disciplinaria para empañar su expediente. “Aguantó malintencionadamente, porque como López no se lleva con su gran amiga Ana Elena Pereira, le tiene un odio acérrimo”, indicó.
Varias veces, sostiene, le dijo a Ayú Prado que no retrasaran el tema de María Eugenia López, que era una excelente candidata, pero lo postergaron “de maldad”.
Díaz también expuso el caso del magistrado Abel Zamorano, quien como suplente actúa como principal desde hace un año y medio y tuvo que llevar sus problemas al Pleno. Sus colegas le negaron el carro oficial que le corresponde, hasta que finalmente “lo aprobaron por insistencia de Oydén Ortega”. “No pidió un carro de lujo como usa el resto, había pedido un auto más barato y que se equiparara el salario de su secretaria con el resto”, añadió. La Sala Cuarta la integraban Harley Mitchell, Fábrega y Ayú Prado, como presidente. “Fue una salvajada, pero eran mayoría. Eso es abuso de poder”, sentenció.
MARTINELLI
En el Pleno de la Corte reposan doce denuncias contra el expresidente Ricardo Martinelli, de ellas, tres están abiertas. La inquietud sobre la objetividad, transparencia y posible influencia del exmandatario sobre los fallos y las pesquisas, asalta a los querellantes y víctimas del proceso de los “pinchazos” telefónicos.
Según Díaz, los querellantes y víctimas del caso se preguntan cómo es posible que la diputada Marilyn Vallarino haya dicho que Martinelli le chateó y le pidió el voto para los recién ratificados magistrados Cecilio Cedalise y Ángela Russo.
Vallarino confirmó a este diario que el exmandatario envió un chat a los 25 diputados de la bancada Cambio Democrático para que dieran su respaldo a los dos magistrados que había nombrado el presidente Juan Carlos Varela, a quien considera su enemigo.
“Sí, es verdad”, exclama la diputada. “El presidente del partido nos mandó un chat diciendo que apoyáramos la designación. Juan Poveda fue el único que votó en contra. Pero nadie lo va a sancionar por eso”, expresa la diputada, quien agrega que estos magistrados son mejores que los que nombró Martinelli, incluyendo a Díaz.
“Marilyn es muy valiente al decir una cosa como esa. Aquí los querellantes empiezan a elucubrarse ideas de a dónde vamos a llegar nosotros con toda esta cuestión. Yo no puedo saber qué esta pasando. Solo tengo que hacer mi trabajo”, exclama Díaz.
El magistrado confiesa que cuando Cedalise propuso a Ayú Prado (para la presidencia), ya sabía que había perdido. “De todas maneras miré a Zamorano y le dije con los ojos no te comprometas (a votar por mí), no lo hagas, porque te vas a buscar un problema”. Pero Zamorano se paró y habló en términos muy razonables acerca de la importancia de tomar una decisión en favor de la paz social, dijo. “Fue como si hubieran echado sus palabras al escusado y jalaran la cadena”, precisa Díaz.
Zamorano votó por Díaz, fue el segundo y último voto que consiguió el aspirante. El resto: Russo, Fábrega, Hernán De León y Cedalise votaron por Ayú, quien completó mayoría con su propio voto.
FAMILIA ES FAMILIA
Sobre las acusaciones contra Fábrega, respondió en las redes, su hermana María, exviceministra de la Presidencia.
“Me ha sorprendido la cantidad de vulgaridades que María ha escrito por Twitter. Es inapropiado de una dama, que me diga en qué he mentido”.
Tras su momento de indignación, María Fábrega envió un chat a este diario, en el que expresó que “no valía la pena responder a Díaz”.
“El país tiene problemas más graves que los de alguien que por ansias de protagonismo y beneplácito es capaz de venderse a sí mismo”, añadió.
Luis Ramón Fábrega, a su vez, calificó las declaraciones de Díaz como “una burda difamación”.
“Voy a meditar cuáles son las acciones que voy a tomar con frialdad, porque yo le debo respeto a mi cargo y a la institución que represento”, recalcó.
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