Expertos de 10 países del continente coinciden en que la inseguridad se combate con estrategias a largo plazo en las que interactúen diferentes instituciones y que sean capaces de proveer bienestar a la población
Brigadier General Alejandro Bustamante, Policía de Colombia.
Las ciudades seguras son el resultado de políticas a largo plazo en las que intervienen las distintas instituciones relacionadas al bienestar de la población.
Marc Shaw, profesor de criminología de la Universidad de Cape Town, Sudáfrica, está convencido de que ésta es la única vía para frenar la inseguridad.
La Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en ingles) debate en esta capital acerca de las estrategias que deben adoptar las ciudades para ser más seguras (27-28 junio).
Shaw, uno de los conferencistas principales que comparte su experiencia con representantes de 10 países latinos, excepto Canadá y Nigeria, explica que en nuestros días las ciudades tienen cada vez más retos. Primero que el número de ellas crece en todos lados del planeta, y su tamaño también se incrementa, pero todas tienen en común que reportan los mismos desafíos en términos de seguridad. Éstos son una conjugación de factores locales y globales o externos.
“Debemos decir que todos los ejemplos dramáticos de éxito que hemos estudiado nos muestran que debemos reflexionar en nuestras tareas. Básicamente, las ciudades son parte de la globalización, esto incluye el narcotráfico, trata de personas, tráfico de armas, las conexiones de los individuos en las redes sociales, por mencionar algunos. La pregunta es, cómo esos factores influyen en las ciudades que ya tienen sus propios problemas”, se pregunta el especialista.
En la opinión de Shaw, Latinoamérica comenzó a sentir la crudeza del crimen antes que otras urbes del mundo, incluyendo África y Asia, a causa del trasiego de drogas. Un fenómeno muy puntal en esta región del mundo.
“Estas son malas prácticas en Centro América y la idea es proveer una plataforma para el debate en estos tópicos. Es claro que no todas las soluciones aplican a todas las urbes por igual, y cada una requiere de un análisis particular”, dice.
Sin embargo, Shaw ha palpado que ningún esfuerzo tendrá éxito sin la participación del gobierno central y el local.
Marc Shaw, profesor de criminología, Universidad de Cape Town Sudáfrica.
No hay respuestas fáciles a problemas tan complicados. Tampoco hay un manual a seguir, pero lo que sí está prácticamente comprobado es que la solución a la inseguridad requiere de la intervención de los gobiernos locales y centrales. Ahí esta la clave.
El segundo punto es lograr estrategias a largo plazo. A pesar de que el renglón de seguridad está en los primeros puntos de las libretas de los políticos, éstos no consideran los planes a largo plazo ininterrumpidos porque no concretan resultados prontos, reflexiona Shaw.
Las ciudades monitoreadas por cámaras no solucionan el problema. Sin duda, son útiles, pero significan una mínima parte de la táctica, dice.
“Se apuesta más bien a integrar a las poblaciones vulnerables y apartadas que están excluidas del desarrollo e inmiscuidas en actividades criminales. Por lo general, se trata de jóvenes que hay que atraer al progreso. Para ello se requiere de las instituciones locales y del gobierno, además de la Policía, para ubicar a las cabecillas del crimen y procesar a quienes han sido involucrados en actividades criminales en un grado mayor, pero no debes asilar a los jóvenes con mecanismos sancionatorios”, aclara Shaw.
Panamá ha puesto atención a este último punto. El programa barrios seguros que pretende capacitar a los pandilleros en actividades técnicas, es consecuente con una drástica disminución en los índices de homicidio, no así en los delitos comunes.
MEDELLÍN, LA CIUDAD MODELO
La ciudad que vio nacer al narcotraficante Pablo Escobar es Medellín, Colombia. En las década de los 80s y 90s, el fenómeno del narcotráfico fue el causante de las tasas de homicidio exorbitantes que azotaron la zona.
El pico más alto se registró un año antes de la muerte de Escobar, en 1992, cuando se alcanzó una tasa de homicidio de 350 por cada 100 mil habitantes. Pero, en el 2007, la cifra se redujo a menos de 30 puntos por cada 100 mil personas.
¿Cómo hizo Medellín para lograr estas metas? El Brigadier General de la Policía de Colombia, Alejandro Bustamante, dice que se debe a la interconexión de las instituciones que actuaron a favor de políticas públicas que beneficiaron a la comunidad.
Esa ciudad que hoy se adopta como modelo a seguir, cuenta con los diagnósticos y las causas que generan la criminalidad. Los ciudadanos se ocuparon de establecer la sana convivencia entre sí.
Bustamante comenta que se lograron articular todas las instituciones relacionadas a seguridad y ciudadanía para complementar las actividades.
“Una muestra es la sinergia que hay entre la Alcaldía, la Policía, y el sistema de justicia. Estas instituciones atienden los problemas de la gente. La Policía no es la solución a la inseguridad, hay que entender el problema, generar políticas públicas, un plan estratégico que ejecute los mejores esfuerzos”, manifiesta.
Bien reza el dicho: “Si usted quiere la paz, preocúpese de la justicia”.
Con ello no solo se refiere a la justicia penal, sino laboral, y los servicios que debe prestar la ciudad como educación, salud, etc.
El brigadier propone invertir la pirámide de la acción.
“Se generan muchas políticas para penalizar pero ya es hora de invertir en educación y transformar la cultura en legalidad”, se esmera en responder.
“Algunas comunidades no ven como pecaminoso delinquir, y eso genera que otras poblaciones imiten esta conducta por que así lo aprenden desde que son niños, nacen con esa lógica. Por eso, es tan importante que, a partir de la premisa causa efecto, sea la educación quien intervenga para que estas nuevas generaciones entren en la cultura de la legalidad y no se saturen los sistemas de justicia, como el penitenciario”, agrega.
En nuestros días, otras ciudades pudieran estar viviendo la pesadilla que amargó a Medellín cuando los carteles de la droga parecían dominar territorios completos.
En América Latina, el crimen organizado es un factor más amplio de lo que puede suceder en una ciudad con sus problemas criollos. La idea, según los consultados, es contrarrestarlo con políticas que vayan más allá de los gobiernos y partidos políticos, que tengan permanencia y en las que interactúen las instituciones en conjunto.
“Es la única forma de lograr ciudades seguras”, aseveran.
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