El último grupo de cubanos varados en Panamá en su trayecto hacia Estados Unidos fue repatriado en forma voluntaria a la isla esta semana.
Se trataba de 55 personas que, tras la nueva política de Estados Unidos hacia la isla, decidieron volver a su país. Los migrantes se encontraban en un albergue estatal en Gualaca, Chiriquí a donde fueron llevados en abril después de permanecer por varios meses en las instalaciones de la Pastoral Cáritas, en la capital panameña. En un momento, el mencionado albergue llegó a tener alrededor de 280 cubanos migrantes que se les permitía entrar a Panamá para continuar su viaje hacia el Norte, indicó en una entrevista a La Estrella de Panamá el Diácono permanente Víctor Berrio, secretario de la Conferencia Episcopal de Panamá.
Las repatriaciones voluntarias son efectivas luego de que Panamá y Cuba alcanzaran un acuerdo que según un comunicado del Ministerio de Seguridad, “ ofrece la posibilidad a los cubanos repatriados de tramitar en un futuro una visa en el Consulado panameño en La Habana, que les permita convertirse en comerciantes entre ambos países, como ya lo hacen cientos de cubanos que viajan regularmente a Panamá para realizar compras en la Zona Libre de Colón", la zona franca más grande del hemisferio.
Desde el año pasado han cruzado por el istmo más de 14 mil cubanos. En Cáritas Chiriquí, según el religioso, se atendieron en el 2016 aproximadamente mil de ellos.
La ruta hacia el norte de estas personas era peligrosa, cara, y larga. A algunos de ellos les tomaba 3 o 4 meses llegar al istmo. Muchos iniciaban en Guyana, de ahí seguían a Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y finalmente Panamá.
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