Odebrecht también se asomó en los negocios tanqueros

Un proyecto empresarial de compra y venta de combustible para barcos disfrazó la creación de una de las sociedades anónimas del esquema de blanqueo de capitales y pago de coimas de Odebrecht

En 2013, Ricardo Martinelli Linares le propuso a Gabriel Alvarado un negocio de combustible. Alvarado era un hombre con experiencia en el tema de abastecimiento de combustible y lubricantes, entre otros servicios, a embarcaciones atuneras. Martinelli Linares lo citó en sus oficinas de Monte Oscuro y le dijo que necesitaba a una persona que se dedicara a la parte operativa del negocio y que había pensado en él, por su experiencia.

La invitación de Martinelli Linares fue muy bien recibida por Alvarado. Tal vez ahora pensaría dos veces antes de rubricar los papeles del negocio que, según él, nunca arrancó, pero en su momento se proyectaba muy lucrativo.

Alvarado aparece como beneficiario o representante de la sociedad anónima Mengil International Limited (Mengil), S.A., que tenía una cuenta en la Banca Privada de Andorra con un saldo de $6.7 millones. La empresa, según el banco, fue referida por otro de sus clientes, Aeon Group, una sociedad anónima controlada por la constructora Odebrecht que también proveyó los fondos para Mengil.

Esta sociedad anónima, también creada por la constructora, formó parte del esquema de la Oficina de Operaciones Estructuradas de Odebrecht y fue mencionada por el colaborador número 3 en el reciente acuerdo de delaciones que ocurrió el pasado 9 de noviembre entre el Ministerio Público y los testigos o exejecutivos de la empresa brasileña, validado por el Juzgado Duodécimo.

Según los datos de Banca Privada de Andorra, la empresa estaba dedicada a la consultoría en el sector de combustibles, y tendría un saldo inicial aproximado de $15 millones. La cuenta se abrió en el banco en 2013, año en que recibió cinco transferencias que sumaron aproximadamente $12 millones.

Pero hay una observación del banco. Explica que se trata de una sociedad registrada en Belice de la cual no hay referencias bancarias ni comprobación de domicilio. Tampoco cuentan con una constancia de la vinculación del cliente (Alvarado) con la empresa de la que manifiesta ser el director ejecutivo. El banco reportó no tener acciones al portador de la empresa, por lo que el departamento de cumplimiento acordó que la escritura societaria debería sufrir cambios.

EL BANQUERO ANDORRANO
En la indagatoria que rindió frente a la fiscal, Gabriel Alvarado trató de explicar su versión. A Alvarado se le acusa de blanqueo de capitales en el caso Odebrecht.

El empresario contó a la fiscal que coordinó una reunión con la persona que se haría cargo de armar la parte legal y financiera de la empresa.

Unas semanas después del primer encuentro, Martinelli Linares y Alvarado se reunieron con Francesc Xavier Pérez, un hombre de Andorra que se presentó ante los empresarios como gerente de Noswey, S.A., cuyas oficinas estaban radicadas en Uruguay.

Para entonces, tal vez sin que los empresarios panameños estuvieran al tanto, el Banco Central de Uruguay había sancionado al Banco Privado de Andorra por incumplir los protocolos de prevención de capitales. No obstante, el banco siguió operaciones a través de la firma Noswey, S.A. en las mismas oficinas que tenía el banco, pero ahora como asesores de inversión. Así mismo, se había presentado el andorrano frente a los empresarios como un asesor de negocios y patrimonios personales.

Según Alvarado, esta era la empresa que había contratado Martinelli Linares para la apertura de cuentas y manejo financiero que requeriría el nuevo negocio de transporte de combustible.

Rondando el mismo año 2013, Martinelli Linares y Raúl de Saint Malo habían concretado una sociedad para el transporte de combustible atendiendo contratos internacionales de grandes petroleras.

Francesc explicó a Alvarado que los fondos para comprar combustible eran de Martinelli Linares, y que estos mismos dineros se utilizarían para abrir la cuenta en el banco, así como para constituir una offshore, de la que le invitó a ser parte como uno de los directores de la sociedad con la facultad de hacer transacciones.

Así nació Mengil International Limited, con domicilio en Belice, una de las offshore que según un delator de la constructora brasileña, se utilizó para pagar sobornos a políticos panameños.

La función de Alvarado en esta empresa se centraba en la parte operativa, mientras que Noswey proveería la asesoría legal desde Uruguay. Nuevamente, Martinelli Linares utilizó el mismo esquema operacional de negocios que el planteado con De Saint Malo en la compra de barcos: la sección financiera y administrativa estaría a su cargo, mientras que la operativa en cada caso, estaría desempeñada por Alvarado y De Saint Malo.

El negocio se resumía en que Mengil (sociedad de la Banca Privada de Andorra donde se depositaban fondos de la planilla paralela de Odebrecht) compraría combustible a diferentes proveedores con los que Martinelli Linares tenía negociaciones, y dichos combustibles serían vendidos a potenciales clientes con los que el hijo del presidente de turno tenía acuerdos.

Después de un tiempo corto desde la primera cita con el andorrano, Alvarado volvió a reunirse con Martinelli Linares para rubricar los documentos de la sociedad y las cuentas de bancos, así como el contrato de suministro de combustible que establecía las condiciones del negocio.

El contrato inicial fue con Aeon Group, otra sociedad anónima controlada por Odebrecht que, en su momento, Alvarado entendió que también era de Martinelli Linares. Éste le había dicho a Alvarado que Aeon Group sería uno de los principales clientes de Mengil en el primer semestre de 2013.

A finales de 2013, Martinelli Linares llamó a Alvarado para solicitarle otra reunión y darle seguimiento al negocio. Se vieron en el hotel Marritot de Multiplaza. Ahí le dijo que todo marchaba viento en popa, solo hacía falta una entrevista que debía hacerle el personal del Banco de Andorra, como parte de las exigencias de esta entidad para activar la cuenta. Pero la entrevista nunca se realizó y Alvarado tampoco supo nada de Franscec.

MURIÓ EN LA CUNA
Al parecer, el asunto se estancó por unos meses hasta mediados de 2014, cuando una llamada de Martinelli Linares le notificaba que se había hundido el negocio antes de nacer. Alvarado dijo a la fiscal que firmó los papeles para cerrar la sociedad y la cuenta de banco, y que para su sorpresa ésta sí se abrió, obviando la anunciada entrevista que debían hacerle los banqueros como requisito previo a la apertura.

Martinelli Linares y Alvarado se vieron posteriormente en el edificio Oceanía torre 2000, ubicado en Punta Pacífica, donde supuestamente estarían ubicadas las oficinas del negocio, para poner fin a lo que en teoría se escuchaba como un jugoso proyecto.

Alvarado afirma que nunca conoció los movimientos de la cuenta, si es que ocurrieron, ni tampoco el monto con el que se abrió.

La escogencia de Banca de Andorra como sede de las transacciones las justificaba Martinelli por ser un banco europeo y los clientes extranjeros exigían el uso de un banco de categoría. Antes de que fuera invitado a participar en el negocio, la relación Alvarado-Martinelli Linares era prácticamente nula, se veían muy ocasionalmente, en actividades sociales.

Alvarado, una vez firmó los documentos, dijo que se los devolvió a Francesc para tramitarlos en el banco, pero que no guardó una copia. Y los archivos de Mengil se iban a las oficinas de la torre Oceanía. En palabras de Alvarado ante la fiscal, en todo momento Martinelli Linares le decía que formaba parte de Aeon Group. Más tarde, Alvarado se enteraría de que esta offshore estaba vinculada a la constructora brasileña con la que, asegura, nunca tuvo contacto.

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