Algunos especialistas opinan que Panamá no debió inmiscuirse en problemas que afectan a otros, a propósito de la lista con Venezuela. La Cancillería señala la CNCB decidió publicarla como medida de presión
La diplomacia no siempre requiere de los procedimientos formales ni de comunicados en los que cada país hace declaraciones contrapuestas, recuerda el expresidente Aristides Royo a propósito de la publicación efectuada que efectuó el gobierno panameño sobre la lista de funcionarios venezolanos con dinero presumiblemente mal habido, en aras de proteger el sistema financiero del país.
La acción de la Cancillería llama la atención tomando en cuenta que, en el pasado, Panamá ha criticado el actuar de organismos internacionales cuando es incluida en listas negras o grises.
Pero en el caso de Venezuela decidió seguir el ejemplo de Estados Unidos y Canadá, países que meses antes habían informado sobre la inclusión de varios altos funcionarios venezolanos, incluyendo al presidente Nicolás Maduro y al vicepresidente Tarek El Aissami, en listas negras. En el caso de Estados Unidos, fueron incorporados en la lista Clinton.
Como consecuencia, el país vecino cesó relaciones comerciales con casi 100 empresas panameñas.
Algunos especialistas en temas internacionales señalan que la actuación de la Cancillería no es cónsona con la política exterior panameña que ha primado durante años. Una fuente con experiencia en el tema dijo que “Panamá no debería inmiscuirse en problemas que no afectan directamente al país. Para ello, se podían utilizar medidas más discretas”.
“Nunca hemos impuesto sanciones a una nación sin consultarlo con otros países. Fue una decisión poco acertada por parte de la Cancillería porque era obvio que Venezuela iba a reaccionar y nos sancionaría. Panamá ha sido víctima de las listas negras como para ser parte de ellas, no es una decisión cónsona con la tradición de la política exterior panameña”, indicó la fuente con trayectoria en diplomacia.
El vicecanciller Luis Miguel Hincapié defiende expresa que el propósito de la lista “era advertir a los entes regulados que tenían que hacer una debida diligencia más amplia” para estas personas, pero no les prohíbe el uso de la plataforma. La Comisión Nacional Contra el Blanqueo de Capitales (CNCBC) tomó la decisión de hacer público el listado como una medida de presión contra el gobierno venezolano y surge de las reuniones entre varios países”, dijo Hincapié.
En el Grupo de Lima, según conoció este diario, tenía programado incluir a los ministerios de Economía y Finanzas para adoptar otras medidas. Pero esto aún no ha ocurrido.
El resto de los países de este grupo no concretaron acciones como las de Panamá hacia Venezuela, tampoco hubo una respuesta en bloque tras las conversaciones sostenidas. La Declaración de la reciente Cumbre se enfocó en la falta de democracia que persiste en Venezuela.
Canadá y Estados Unidos divulgaron estas listas a mediados del año pasado, sin embargo, Panamá la publicó meses después. La razón, según fuentes de la Cancillería, es que “siempre se consideró la opción del diálogo”, pero a medida que la situación en Venezuela empeoró, decidieron adoptar otras medidas.
Aristides Royo, expresidente de la República invita a ambos países a dialogar: “Está demostrado que en múltiples situaciones difíciles los gobernantes han sabido encontrar solución a las dificultades surgidas mediante la palabra. Aunque en la actual situación entre Panamá y Venezuela se hayan producido decisiones, por suerte provisionales, nunca es tarde o siempre será oportuno que delegados de alto nivel, escogidos por cada gobierno, conversen y procuren encontrar una solución que evite los perjuicios que derivan de un rompimiento. Para inspirarse positivamente, bastará la invocación mutua del espíritu bolivariano solidario en la unidad, expresado en la convocatoria del Congreso Anfictiónico de 1826”.
Francisco Cruz acaba de dejar su cargo como embajador de Chile en Panamá. Ante las diferencias manifiestas, considera que decir que Panamá actuó haciéndose eco de Estados Unidos es un simplismo. “El istmo ha mostrado autonomía en la toma de decisiones y en el caso con Venezuela, si hay un país que ha tenido un espacio de diálogo y de respeto ha sido Panamá frente a Venezuela. Me parece que ha tomado una posición incremental que desde afuera se mira ajustada a sus intereses”.
Cruz prefiere una “neutralidad activa”. Es decir, saber tomar posiciones de prudencia, distancia e imparcialidad frente a eventos que involucran a otros países es válido, pero cuando éstos eventos chocan con principios hay que hacer un pronunciamiento”. Una delgada línea, a su criterio, divide la neutralidad con la neutralidad activa, ésta última hay que saberla leer en los tiempos que corren. “Bajo la no intervención se pueden izar muchas banderas, no abogo por la intervención, pero sí por una neutralidad activa”, concluyó.
El profesor Euclides Tapia, titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, refresca las relaciones Panamá-Venezuela. “Vale la pena hacer memoria respecto al apoyo permanente que mantuvo Juan Carlos Varela con respecto al gobierno de Maduro, cuyo culmen se alcanzó en septiembre de 2015, cuando Panamá se abstuvo sorpresivamente en una votación de la OEA que pretendía ventilar la crisis migratoria entre Colombia y Venezuela, dándole oxígeno a Maduro”, indica.
Luego este romance se interrumpió súbitamente, añade el profesor, a partir de la visita del presidente panameño a Washington en junio de 2017. “Luego de la consumación del mayor error cometido por los Estados Unidos en política exterior con respecto a Panamá, como lo fue, la acción del díscolo presidente estadounidense de hacerse de la vista gorda en relación a la entrega del país del segundo canal más importante en el planeta al régimen chino; se advierte un giro en la postura de Varela respecto a Maduro, rubricado en el Comunicado de la Casa Blanca, el cual subraya que el presidente Trump y el presidente Varela hablaron sobre Venezuela, incluida la importancia de alentar el respeto a las normas y procesos democráticos en ese país”, enunció Tapia.
El internacionalista añade que apelando al principio de no intervención interesada, y en apoyo a sus enemigos políticos, algunos grupos liliputienses sostienen que una ruptura de relaciones entre ambos países, esfumaría los esfuerzos para que Venezuela cumpla con sus obligaciones económicas con la Zona Libre de Panamá. Una deuda que ni en los mejores momentos ha querido honrar el vecino país. En una situación como la planteada, “quien más tiene que perder en una posible ruptura diplomática a corto y larguísimo plazo es el régimen de Maduro, simplemente porque Panamá se estaría adelantando a lo que inexorablemente tendrán que hacer el resto de los países del Grupo de Lima, y es condenar la ruptura del orden democrático y constitucional en Venezuela, donde una Asamblea Constituyente convocada y conformada sin referéndum, usurpa los poderes legítimos de la Asamblea nacional. “El Grupo de Lima no debería reconocer al gobierno que emerja de las elecciones convocadas por el gobierno de Maduro, y como consecuencia será imposible mantener relaciones diplomáticas con este país”, asegura Tapia.
BAJO LA LUPA. Una diplomacia al son de sus gobernantes
La política exterior panameña ha intentado caracterizarse por la búsqueda de consensos, el diálogo y la neutralidad. El país ha tenido etapas en su diplomacia que algunos tratan de asemejar a la tradicional neutralidad Suiza.
En este sentido podríamos mencionar que en 1983 Panamá participó en el Grupo Contadora junto a Venezuela, Colombia y México, con el fin de promover la paz en Centroamérica.
En el caso de la crisis con Venezuela, Panamá fue el único país que siguió los pasos del norte. El resto, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, Guatemala, México, Paraguay y Perú, manifestaron su apoyo al istmo tras las medidas adoptadas por Venezuela en contra de autoridades y empresas panameñas como represalia al listado de personas venezolanas de alto riesgo publicada por Panamá. El comunicado se emitió antes de que Panamá contestara con el paquete de medidas de retorsión contra Venezuela.
Vale la pena recordar que cuando Canadá y Estados Unidos publicaron los nombres de los funcionarios venezolanos a quienes no permitirían hacer negocios o pisar su territorio, el régimen de Maduro reaccionó con palabras. El canciller vociferó que su país “haría una revisión profunda de las relaciones con Estados Unidos”. El presidente Nicolás Maduro se mostró desafiante, calificó los hechos como el resultado de la impotencia, desesperación y odio que sentía Trump hacia Maduro.
Hay casos puntuales que nos recuerdan que no siempre nuestra tradición diplomática de conciliación ha cedido a los intereses nacionales. Un abogado experto en temas internacionales cita algunos ejemplos: “uno de los más recientes es el caso del barco norcoreano procedente de Cuba con destino a su país, detenido en las esclusas del Atlántico con armamento viejo, un hecho en el que participó el entonces presidente Ricardo Martinelli personalmente. Otro es la simpatía manifiesta del General Omar Torrijos con el frente Sandinista de Liberación Nacional y su líder Tomás Borge, o cuando en la Organización de Estados Americanos se votó para suspender a Cuba de este organismo hasta que la isla no tuviera un gobierno democrático y Panamá lo apoyó, en lugar de abstenerse”.
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