El expresidente Ricardo Martinelli mantiene una medida de detención preventiva ordenada por el Pleno de la Corte. Tras una evaluación médica, se determinó que su condición de salud merecía hospitalización
Ayer, en una diligencia de comunicación de sus derechos -ante el proceso que se le sigue por intercepciones telefónicas entre 2012-2014- que inició a las 6:09 de la tarde, el juez de garantías Jerónimo Mejía, fue contundente al aclarar a Martinelli que el año que permaneció detenido en la Prisión Federal de Miami, Florida, Estados Unidos, no es conmutable con el tiempo que empezó a correr desde ayer, cuando compareció por primera vez ante la justicia para enfrentar los cuatro delitos por los que fue acusado en diciembre de 2015.
La estrategia de la defensa del exmandatario,compuesta por un equipo de 12 abogados, dirigida por Carlos Carrillo, se centró básicamente en convencer al juez de que su cliente debía ser trasladado a un hospital de tercer nivel, en vez de permanecer en el centro penitenciario El Renacer, sitio donde fue trasladado a su arribo a Panamá en horas de la mañana de ayer tras su extradición.
Para probar que requería atención médica urgente, la defensa presentó ante el juez de garantías al cardiólogo Gabriel Frago.
“¿Existe la probabilidad de que fallezca?”, cuestionó Mejía. El doctor respondió que en medicina esta descrito lo que se conoce como ‘muerte súbita cardíaca’.
Mejía insistió al galeno si esta misma condición cardiaca persistía mientras Martinelli estuvo detenido un año en Miami. A lo que el médico respondió que dicha condición podría darse en cuestión de horas. El interrogatorio continuó y Frago mencionó que no ha sido doctor de Martinelli, y que era la primera vez que lo evaluaba.
No obstante, la defensa insistió que un equipo médico interdisciplinario, compuesto por dos especialistas de la Caja de Seguro Social, evaluaron a su cliente unas horas antes de la diligencia y sugirieron que se trasladara al expresidente a un hospital, aunque se trataba de una recomendación no urgente. Sin embargo, el médico indicó que la condición de Martinelli podría agravarse de no ser atendido.
Ante esto, el juez de garantías ordenó una evaluación inmediata por el equipo médico una vez regresara al centro penitenciario El Renacer. De comprobarse que requeriría una hospitalización de urgencia, se coordinaría con el juez de garantías, sin importar la hora de la noche, el traslado a un hospital para garantizar su derecho.
LA DILIGENCIA
Con una hora de retraso, el juez de garantías, ingresó al Segundo Tribunal de Justicia. El salón estaba repleto de simpatizantes, familiares y periodistas. El expresidente ingresó esposado, con un pantalón vaquero y un polo de manga corta color azul celeste y zapatillas, alzó los brazos en señal de victoria mientras sus copartidarios le aplaudían y vitoreaban su entrada. En ese momento, Martinelli miró a una de las querellantes, su opositora política y víctima de los pinchazos Balbina Herrera, a quien le lanzó tres besos ante la mirada perpleja de la dama política.
Luego, buscó con la mirada a su esposa Marta, su hija, hermanas y sobrinos que estaban sentados en las primeras filas de su mano derecha.
Se le veía risueño, animoso, pero después se enfrentó a un juez aplomado que poco a poco le fue bajando el ánimo hasta que terminó agarrándose la cabeza con ambas manos y tapándose los ojos en repetidas ocasiones. Un gesto que denotaba cansancio y ansiedad.
Mejía arrancó la diligencia dejando claro al acusado el Pleno de la Corte había decretado una medida cautelar de detención preventiva en su contra el 21 de diciembre de 2015. Así se estableció que el juez podía diligenciar la orden de captura en su contra con fines de extradición.
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MARTINELLI SE QUEJA
Le leyó sus derechos y le explicó la razón por la que se encontraba en ese recinto. ¿Entiende usted lo que le acabo de comunicar?, le preguntó el juez.
Él respondió afirmativamente, pero a renglón seguido, denunció que se le habían violado sus derechos durante la extradición, que lo habían exhibido, que no le habían dado acceso a sus abogados, que padecía serios problemas de salud y que su presión arterial registraba 220/140. “Yo puedo estar muy bien en este momento, pero me puedo patatear (sic), yo los responsabilizo a todos ustedes”, decía mientras reforzaba sus argumentos con el escrito que había entregado el Departamento de Estado norteamericano antes de su extradición en el que se recomendaba una evaluación médica.
Con firmeza, Mejía le explicó que se impuso un pronunciamiento de parte del Pleno que lo declaró en rebeldía, que estaría privado de libertad ya se había sustraído del proceso y que dicha medida garantizaría su comparecencia en la causa, puesto que su ausencia impediría el desarrollo del proceso.
Mejía subrayó que la razón por la que no es conmutable el tiempo que ha estado en prisión, se debe a que se trataba de una medida adoptada en el proceso de extradición para garantizar su comparecencia.
La defensa de Martinelli solicitó que se le quitara el estado de ‘rebeldía’ y exigió al Pleno que se cambie la medida cautelar que pesa contra su cliente y se le permita recibir atención médica en el hospital Paitilla o en Punta Pacífica. Estos dos asuntos tendrán que ser definidos en próximas audiencias que podrían realizarse hoy o mañana.
RECIBIMIENTO FRUSTRADO
A las 7:30 de la mañana, la esposa del expresidente Ricardo Martinelli, Marta Linares, acompañada de su hija y su yerno, arribaron al aeropuerto de Howard, ubicado en las instalaciones de Panamá Pacífico. La cónyuge de Martinelli reclamaba entrar al recinto del área donde arriban los vuelos privados, pero el personal del aeropuerto se lo impedía.
A su llegada habló con la prensa y dijo que su esposo vino a Panamá por problemas de salud. Negó que desistió de los recursos que interpuso ante el Tribunal Federal de Atlanta por temor a que fueran fallados en su contra. Según Linares, existía la posibilidad de que dicho tribunal estadounidense fallara a favor de la apelación de la fianza que interpusieron los abogados de su esposo. No obstante, la jueza Marcia Cooke ratificó la decisión de su predecesor, el juez Edwin Torres, quien certificó la extraditabilidad de Martinelli a Panamá el 31 de agosto de 2017.
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