Los partidos políticos se renuevan o mueren, advierte María Soledad Alvear, exministra chilena, ante la desestabilización de la región
Los sistemas democráticos enfrentan una de sus peores amenazas, y no son las dictaduras como se suele concluir a la ligera, sino lo que ocurre antes de que éstas florezcan: la corrupción. Este flagelo está debilitando la credibilidad de la ciudadanía hacia los gobiernos y por ende, hacia los partidos políticos que los administran.
María Soledad Alvear, abogada chilena, senadora y tres veces ministra de Estado en distintas administraciones, comparte la experiencia empleada en su país que logró trazar un proyecto de concertación postdictadura y lo catapultó al desarrollo.
“La corrupción puede estar matando las democracias, y después de eso ¿qué surge? Surge un populismo de un extremo o de otro cuyo eslogan es combatir la corrupción, y no siempre dicen cuáles serán las metas de su gobierno en la lucha contra la corrupción”, indicó a La Estrella de Panamá.
Alvear visitó el Istmo para la conmemoración de los 30 años del Plebiscito Nacional de Chile en 1988. Dicha consulta se llevó a cabo para decidir si Augusto Pinochet seguía o no en el poder hasta el 11 de marzo de 1997.
Lo que siguió a eso fue un periodo de concertación en el que 17 partidos políticos debatieron la estrategia que seguiría la Nación en casi todos los tópicos sin importar la ideología que llegara a la presidencia.
Panamá ha tenido experiencias similares como la Visión 2020, la Concertación Nacional para el Desarrollo, que requieren más atención de los gobiernos de turno. No obstante, en el Canal de Panamá se puede percibir un claro ejemplo de la política de Estado, que pese a los cambios de gobierno -hasta ahora- hay una política consistente del Estado frente a la vía interoceánica.
De la mano de la fragilidad de la democracia que se percibe en la región Latinoamericana, los partidos políticos enfrentan uno de los retos más grandes de su existencia: recuperar la credibilidad y la confianza de los ciudadanos.
La receta para esto es una renovación con rostros inteligentes, frescos, académicos, honestos, con deseos de aportar al país. Esa podría ser una estrategia para alejarse de la descalificación y falta de credibilidad con la que se asocian.
“Yo creo que estamos viendo una crisis de partidos políticos de falta de credibilidad lo cual es muy malo, se renuevan o mueren”, expresa la política.
Pero al mismo tiempo, los colectivos y los países enfrentan una de sus peores amenazas: la corrupción.
La prueba más fiel de la necesidad de renovación es el nacimiento de nuevos colectivos. “Todos los partidos políticos están viviendo una crisis. Una capacidad de adaptación y un prejuicio insano, puesto que sin movimientos políticos fuertes no se puede canalizar un sistema democrático”, añadió.
Alvear echó un vistazo a los complicados tiempos que vive la región Latinoamericana. Países como Venezuela y Nicaragua donde prevalecen regímenes de poder prácticamente inamovibles, o en Honduras afectado profundamente por la violencia, o Brasil, a punto de que la extrema derecha se cristalice en el poder, y Argentina agobiada por una crisis económica, marcan un gran signo de interrogación sobre el futuro de la zona.
Para la chilena, México es otro país con un gran signo de pregunta. Le preocupa la forma “pasada de moda” que emplea Andrés Manuel López Obrador, presidente electo del país azteca.
“Se tiene planteamientos de la época de los 60s, que ve el mundo con un parabrisas mirando hacia atrás y no hacia adelante”, señala. Ante los constantes cambios tecnológicos, la exsenadora sugiere mirar las oportunidades para pescar a tiempo los retos a consecuencia de la inteligencia artificial, prever los efectos que traerá consigo.
¿Cuál es la salida para países como Venezuela o Nicaragua?, preguntó este diario. En Chile, narra Alvear, la oposición se enfrentó a un dictador que mataba y desaparecía gente. Pero surgió el liderazgo de Patricio Alwin, quien buscó una salida muy dura: reconocer la Constitución del dictador Augusto Pinochet y propiciar un plebiscito.
“Habían dos salidas: la violenta o la estratégica, que consistía en ganarle al dictador en su propia cancha. Fue fantástico, porque logramos un proceso de oposición, y al mismo tiempo, trabajamos un proyecto de concertación que abarcaba todos los sectores”, explicó Alvear.
Los países emergentes que dieron un salto al desarrollo fueron aquellos que supieron ponerse de acuerdo en un objetivo común. “Tenemos la trampa de los ingresos medios, que son países que pueden dar un salto al desarrollo o volver a ser países subdesarrollados”, acotó.
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