El cineasta Carlos Aguilar se despojó de lo que le daba estabilidad económica, su trabajo y sus ahorros, y los cambió por el documental de Panamá Al Brown
El cineasta Carlos Aguilar está que salta en un pie porque el 8 de noviembre se estrena en los cines panameños el documental sobre “Panamá Al Brown”, que narra la vida de Alfonso Teófilo Brown, primer campeón del mundo hispano y considerado como uno de los mejores boxeadores de peso gallo en la historia. Aguilar relata que desde hace muchos años quiso contar al mundo la vida del héroe panameño olvidado, así que rebuscó entre los archivos nacionales e internacionales que le permitieron acumular documentación fílmica y literatura para proyectar la vida de este campeón. En un principio quiso hacer una película de ficción inspirada en la vida del controversial boxeador, pero el presupuesto solo le permitió hacer un documental. Y se dedicó a tiempo completo, renunció a su trabajo, juntó sus ahorros y los invirtió en la grabación. La suya era como una obsesión pendiente por la que se había interesado hace más de veinte años, pero hace solo tres que se decidió a trabajar en ella. Como el de Aguilar, hay más de doce trabajos cinematográficos panameños que deben estrenarse antes de diciembre. Lo que equivale a una respuesta positiva de la industria naranja a la ley que estableció el régimen especial del cine en Panamá en 2012. Un florecimiento que empieza a dar otro tipo de réditos culturales, económicos y de entretenimiento al país.
¿Cómo nació la idea del documental ‘Panamá Al Brown’?
La historia es larga. Esto empezó hace 25 años, en ese entonces yo era estudiante de cine en La Habana, Cuba. La manera más cercana que tenía de informarme de lo que pasaba en Panamá, porque no había Internet, era que cada vez que alguien viajaba a Cuba, mi mamá me enviaba recortes de periódico. En uno de esos recortes me envió una biografía de Panamá Al Brown. Yo sabía desde niño que habíamos tenido un campeón que así se llamaba, pero fue ahí que me di cuenta de que había sido el primer latinoamericano en lograr esa proeza. En La Habana convivía con varios estudiantes de todas partes del continente, cada uno sacaba lo mejor que tenía su país. Así que yo presumí de lo mío en boxeo. Desde ese momento me quedaron ganas de hacer algo sobre el tema. Cuando volví, la rutina en los medios me absorbieron. Pero en 1996, en un suplemento llamado Talingo habían varios resúmenes de momentos de la vida de él y descubrí un personaje sumamente interesante. Se me antojó hacer una película de ficción, pero se me hizo muy caro porque él vivió en los años 20, vivió en París, Francia, y el presupuesto era muy alto. Pero en 2014 cumplí 50 años y decidí cumplir mis sueños. Renuncié al trabajo que tenía en Medcom y me puse a terminar la investigación que tenía más de dos décadas de estar haciendo. Hice el documental con el material que tenía, recabamos más fotos e imágenes de archivo. Esto último fue un problema porque en Panamá no hay una cinemateca y eso nos costó mucho trabajo. Juan Carlos Tapia me facilitó las peleas. Tapia tiene los cinco momentos de combate de Al Brown que son los únicos que hay en el mundo. Recabamos más fotografías y, a principios de año, estrenamos el documental en el Festival de Cine de Panamá. Hemos estado en siete festivales internacionales y hay varios más a los que asistiremos en los próximos meses.
¿Cómo financió el documental?
Todos mis ahorros se fueron en ‘Al Brown’.
¿Cuánto dinero invirtió?
Si contabilizáramos todo, podría haber costado como $300 mil. El costo real que hubo que pagar fue como de $125 mil. Conté con el apoyo de la Fundación de Cine del Ministerio de Comercio e Industrias para poder posproducirlo. Gracias a eso, pudimos hacer la mezcla de sonidos y colorización porque ya se me había acabado el dinero. También conté con el apoyo de Medcom, como coproductor, que patrocinó el viaje de un camarógrafo y mi persona a Francia y España, donde entrevistamos al biógrafo que recientemente murió. Estuvimos en Valencia, donde Brown perdió el campeonato después de seis años de ser campeón; también fuimos a Nueva York, donde vivió, y en el hospital donde falleció. Lo demás fueron ahorros.
Sacrificar el dinero y el trabajo por un sueño de una persona a la que nunca conoció parece un asunto sobrenatural...
El 8 de noviembre estrenamos el documental en Panamá; cuando la gente tenga la oportunidad de verlo, la gente va a entender la calidad de persona que era, un genio. Hablaba seis idiomas, era un bailarín, era amigo de artistas plásticos como Pablo Picasso, Salvador Dalí. Fue un panameño universal. Para que no quedara duda de dónde venía, se puso como apodo “Panamá”. Además, es un héroe olvidado, como muchos otros que permanecen olvidados y desconocidos para las nuevas generaciones. Me gustaría rescatar las historias de estas personas.
¿Es viable recuperar la inversión?
Es casi como la gente que escribe libros, me tocan unos centavos de cada entrada. Como $0.20 es lo que le toca al director de la película. Es la tasa que funciona en todos lados. Es bastante difícil para el cine latinoamericano recuperar lo que se invierte, porque es el motor para poder producir nuevas películas o trabajos. Pero es bastante difícil, porque de cada entrada es un mínimo porcentaje lo que llega a la producción. Nosotros lo que esperamos es recuperarlo en la distribución internacional y tratar de estar en otras plataformas, como Netfilx.
¿Cómo ha sido la acogida del documental a nivel internacional?
La verdad que muy bien. En Brasil, uno de los críticos más importantes de cine y su esposa hicieron una semblanza que me emocionó mucho, en un sitio donde no hay tanta tradición boxística. Pero a ellos les pareció muy bien la cantidad de información y la manera en que estaba contada la historia. Un personaje que vivió en 1927 y la forma en que se contó la historia, nunca se aburrieron...
¿A cuántas fuentes logró entrevistar?
En el documental aparecen como siete u ocho personas que cuentan la vida de Al Brown. Por ejemplo, está Daniel Alonso, que es una enciclopedia ambulante de boxeo, ni hablar de Juan Carlos Tapia, uno de los mayores conocedores de boxeo internacional, además de Alberto Barrow, de las agrupaciones afroamericanas; Gerardo Maloney, que también es documentalista, y otros conocedores. El biógrafo oficial español, Eduardo Arroyo, que escribió la primera biografía de Al Brown. Lo curioso es que cada vez que pasaban los días y los años y yo no concretaba hacer el documental, yo sentía que Al Brown me hablaba en las noches y me decía: “¿qué pasó conmigo? ¡No te olvides de mí!”.
¿Hay algún familiar de Al Brown vivo?
No, aquí en Panamá hubo algunas personas que tenían el mismo apellido, pero no tienen nada que ver con él.
¿No quedó nadie?
Ya terminando el documental, a uno de los participantes en él le llegó un recorte de periódico de los años 50 que hablaba de una esposa y un hijo que le sobrevivieron al boxeador. Como murió muy pobre, tampoco decía los nombres de la esposa y del hijo, así que no pudimos contactar a nadie. Pero en los más de veinte años que trabajamos en el documental, no encontramos a nadie. De hecho, han aparecido historiadores y el nieto de un contendiente de Al Brown en Estados Unidos y me mandó un montón de fotografías.
¿Se siente satisfecho con su trabajo?
Sí, muy satisfecho. El cariño de la gente me ha dado mucho apoyo. Diciéndote eso de que Al Brown me hablaba al oído, desde que terminé el documental, un montón de cosas buenas me han pasado producto de eso.
¿Qué sigue para usted como cineasta?
Bueno, ya terminé cansado ahora. Pero mi hermano quiere hacer la película de ficción. Las cosas buenas que han pasado y que me motivan es ver los grandes avances que ha tenido el cine en Panamá. De aquí a diciembre, mínimo va a haber doce películas panameñas terminadas, porque hay un montón que aún están en producción.
¿Cuál es el futuro de Panamá en el tema cinematográfico?
Aquí se producen películas y programas del extranjero, aunque no nos demos cuenta. Yo veo un futuro prometedor para el cine panameño, pero también va a depender a que haya más apoyo de la empresa privada, porque el Gobierno tiene un fondo ya establecido que no es suficiente para la cantidad de iniciativas que hay. El sector privado debe creer más en esto; el público ha sido noble y ha respondido, asiste. Se debería lograr una industria que genera un montón de riqueza y redunda en la economía. Creo que la ley de cine contribuyó mucho para que crezca. Ahora nos falta la ley de cultura, para que florezcan todas las manifestaciones que tienen que ver con este tema, porque también es un preventivo contra la criminalidad.
¿Comprendemos el término de cultura en toda la extensión de la palabra?
Cultura también es gastronomía, hay cosas intangibles que son parte de nuestra cultura. Todo lo que nos da esencia como panameños es parte de eso. Yo diría que no debemos hablar de la cultura panameña, sino las culturas que componen nuestra sociedad. Cuando uno habla de cultura, algunos creen que es algo aburrido; no es así. Ahora los Estados han contabilizado lo que la cultura ha significado para la economía de sus provincias. Muchos países lo contabilizan en cuanto al aporte del producto interno bruto, y son miles de millones de dólares...
¿Cuál es el futuro del cable vs. Netflix?
Yo creo que, eventualmente, la televisión va a dejar de existir como la conocemos, igual el cable. Eso se va a ir con nuestra generación. Mis hijos no ven televisión, todo es a través de Netflix o YouTube, porque ellos ven lo que quieren ver a la hora que pueden hacerlo, no están sujetos a una programación como tal. Seguramente, el cable y la televisión va a tener que evolucionar a una forma como esta. Yo creo que eso democratiza el acceso de la gente a ver lo que quiere ver, así como la gente ha podido tener acceso a producir películas a través de sus celulares y las someten a concursos en festivales enfocados a esos esfuerzos. Todo eso también tiene que ver con la cultura y el desarrollo de la tecnología. Ahora se habla de industrias creativas. La tecnología está relacionada con la tecnología y no debemos ver la cultura como algo añejo.
¿Cree que Netflix sustituya a las salas de cine?
Cuando empezó la televisión, se creía que el cine iba a desaparecer. De hecho, con los videoclubes también hubo un bajón en la asistencia al cine. Pero yo creo que la experiencia de que apaguen la luz y estés en una sala, y ahora ya hay cuatro D en el cine. Es lógico que se adapten a las nuevas realidades, y no creo que vayan a desaparecer.
Como director de Canal 11, ¿cuál fue su mejor logro?
Ver la autonomía del Canal y haber creado el Sistema Estatal de Radio y Televisión y haber logrado la autonomía de los dos medios, de Canal 11, que era una dirección del Ministerio de Educación perdida en el organigrama; y de Radio Nacional, que era un departamento del Ministerio de Gobierno. En ese sentido, se creó una dirección de los medios de comunicación del Estado para los medios de servicio público.
Pero los medios del Estado no han parado de hacer la venia al presidente de turno, nunca hay crítica...
En la época de Martín Torrijos, yo fui director y ahí hasta el Suntracs tuvo voz, tenían espacio para hablar sus cosas.
¿Hasta cuando el Canal 11 será un brazo editorial del gobierno de turno?
Hay que mejorar la ley, esa ley va a cumplir diez años. En el sustento legal de la misma debe decir que es de servicio público y no puede estar sujeta a los cambios políticos.
Eso no es garantía de que cambie el editorial...
Ya te digo, en la época en que fui director, todos tenían espacio para expresarse.
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