Si bien los homicidios se han disminuido significativamente, los delito comunes no han tenido el mismo comportamiento. Un análisis a las cifras de la Contraloría permiten observar una relación directa entre los niveles de violencia y la exclusión juvenil en el sector laboral
Todos los gobiernos afirman que gracias a su gestión la criminalidad se ha reducido. Actualmente, esto se refleja mayormente en los homicidios, pero subdimensionan el resto de los delitos, ya que el 76% de las víctimas no presentan la denuncia.
La primera Encuesta de Victimización efectuada en 2008 por la Cámara de Comercio y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) arrojó que el 6% de los encuestados fue víctima de un delitos en ese año, pero con el paso del tiempo esta cifra se incrementó: un 10% en 2010; 19% en el 2014; un 17% en 2016, y en 2017 un 19% dijo haber sido víctima de un delito.
Los delitos comunes en Panamá, como el robo, hurto, violación, estafa, por citar algunos, se han triplicado en la última década según reflejan las encuestas de Victimización que se han efectuado desde el 2008 a 2017.
En comparación con los homicidios, que representan 7 de cada 10 mil delitos a nivel nacional, en la actualidad se cometen 630,739 delitos anuales. Es decir, 1.2 delitos por minuto, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana 2017. Lo que empeora esta noticia es que esta cifra seguramente continuará en aumento si los gobiernos emplean las mismas recetas para combatir el crimen.
¿Qué están dejando de hacer los Gobiernos en esta materia que presenta una escalada progresiva?
Estas cifras están tratando de decir a los gobiernos de turno que los esfuerzos enfocados en prevención no están dando los resultados a pesar de los cuantiosos recursos y las buenas intenciones de los políticos, o del esfuerzo del sector privado y los programas de las organizaciones internacionales implementados en Panamá.
En el 2007, la Sección de Investigación y Análisis de la Oficina de las Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen (UNODC) publicó un informe titulado “Crimen y desarrollo en Centroamérica, atrapados en una encrucijada”, en el cual hizo una serie de advertencias que cobran singular importancia en la actual coyuntura económica y social de Panamá.
Los estudios sobre la correlatividad en la delincuencia, han encontrado que la distribución de la riqueza en una sociedad, es de hecho mucho más significativa que la pobreza extrema para predecir los niveles de violencia. Se ha dicho que las grandes disparidades en la distribución de la riqueza brinda a los delincuentes una justificación (poner fin a la injusticia social) y una oportunidad (riquezas que robar) para sus actividades y genera "violencia expresiva”.
El desempleo, especialmente en los jóvenes de las zonas urbanas que han abandonado la escuela, se ha asociado también con los niveles de delincuencia. Varias naciones de la región tienen altos niveles de juventud ociosa, mientras que el porcentaje de inscripciones en las secundarias es menor al 50%, y las economías urbanas no están creciendo lo suficientemente rápido como para soportar el crecimiento de la población, tal como lo revela el estudio de la Oficina de las Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen, denominado Crimen y Desarrollo en Centroamérica, atrapados en una encrucijada.
La Contraloría recoge que en Panamá los jóvenes de 15 a 29 años son un tercio de la población en edad productiva y que 2 de cada 3 panameños que buscan trabajo, pero en la última década los jóvenes sólo obtuvieron 1 de cada 13 nuevos empleos. Es decir, 1 de 4 jóvenes no trabaja ni estudia (2 de cada 3 “Ninis” son mujeres), lo que representa un 61% de los desempleados del país. Otro dato a destacar es que aportan 62% de la población penitenciaria y se ven involucrados en 2 de cada 3 detenciones que hace la Policía Nacional.
Los jóvenes panameños obtuvieron 1 de cada 4 nuevos empleos generados en la economía entre 2004 y 2009, pero sólo a 1 de cada 13 en los últimos 4 años (2014-2018) según datos de la Contraloría General. No obstante, esta misma institución registra que la edad promedio en los nuevos empleos en la economía formal es de 53 años.
Aunado a esto, retomando datos de la Contraloría, la deserción escolar en educación premedia y media entre 2009 y 2015 fue 56%, 48,864 alumnos de escuelas públicas reprobaron sus materias en el 2016, el número más alto en 14 años, y 95% de los jóvenes humildes que culminó Educación Media en Panamá busca trabajo, en contraste con el 64% de los graduandos de clase media y alta, que ingresa a la universidad antes de cumplir 25 años de edad.
Tomando en cuenta lo anterior, no es de sorprenderse que la mayoría de los jóvenes humildes del país sienten que sus perspectivas laborales no han mejorado, o que Panamá sea el país latinoamericano con la mayor proporción de adolescentes que ve la educación como una “pérdida de tiempo”.
En este contexto, la explosión delictiva es otro síntoma de una creciente alienación social de nuestros jóvenes humildes. Para atacar este flagelo, será importante identificar que el enemigo de la sociedad no es la delincuencia, sino la exclusión social.
Expertos consultados coinciden en que la única manera de prevenir la criminalidad es minimizando la necesidad de delinquir, lo cual requiere empoderamiento económico e independización financiera.
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