Pituka Ortega, la cineasta más experimentada del Istmo, apuesta a la vida del cine, considera que los realizadores tienen más oportunidades con Netflix u otras plataformas, pero nada igual a la pantalla
Es una de las primeras productoras de cine del país con gran reconocimiento. A pesar de que la industria naranja despegó hace un par de años en el Istmo, Pituka Ortega, directora Ejecutiva del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF), tiene muy claro lo que falta, lo que hay que hacer y lo conseguido. Hoy, como parte de las actividades del IFF Panamá, se presentan producciones nacionales y de la región, además de la película Roma, cuya protagonista principal, Yalitza Aparicio, conversará con el público asistente. El mundo tendrá la oportunidad de ver a Panamá a través del lente del Festival, conocer la producción nacional, el talento por venir y visitar el país. En esta industria hay mucho por hacer aún, por ejemplo, incentivar a la empresa privada a participar en el financiamiento de las películas, contar con mejores plataformas de comunicación cuando se exhibe una nueva producción y acercarse a otras coproductoras para escalar nuevas aventuras.
¿Qué puede esperar el público de este festival de cine?
Creo que viene con mucha fuerza. Este año es especial porque vienen invitados muy importantes. Para los panameños, saber que tienen una actividad cultural, que también habla de su propia identidad y lo que somos capaces de generar, creo que está generando un sentido de orgullo. Aún si no van al festival, saben que hay uno y que está generando mucha atención internacional. Esto nos da mucho orgullo, porque cuando los panameños hacemos las cosas bien, genera un sentido de orgullo.
¿Por qué es especial este festival en particular?
Creo que primero, sí recibimos mucho apoyo y hemos podido confluir el Estado, la empresa privada y la población. Aportan a que este festival se pueda hacer porque lo organiza una asociación sin fines de lucro. Creo que esto es importante que se sepa, porque la plata que entra no es un negocio, sino que se invierte en el festival, en la industria nacional, y genera mucho dinero a la economía del país, como también lo generan la Feria del Libro o el Festival de Jazz. Pero hacer cine genera mucho ruido positivo y se lleva el primer plano de atención. Son actividades culturales muy buenas para el turismo nacional e internacional.
¿Qué verán los asistentes?
El mejor cine del mundo. Van a ver el cine de su región, de su país, un cine que está generando mucha atención desde hace diez años. Tanto es así, que la Federación Internacional de Prensa y Críticos, que es un cuerpo de periodistas del mundo entero del más alto nivel, ha seleccionado a Panamá para que aquí se dé el premio a la mejor película de nuestra sección para América Central y el Caribe. Los realizadores que son parte de esta sección sentirán un gran orgullo de tener a la Federación en Panamá y para el currículum propio y de su película.
¿Qué candidatos hay para este premio?
Tenemos tres películas panameñas en esta sección, una ficción de José Ángel Canto titulada ‘Estación seca’, una premiere mundial de Edgar Soberón Torchia llamada ‘Radio’ y un documental muy interesante titulado ‘Tierra adentro’, de Mauro Colombo, producido por Abner Benaim. También tenemos películas de Costa Rica, Guatemala, Cuba, República Dominicana, es solo de la región.
¿Es más fácil entrar al mundo del cine produciendo un documental?
Bueno, Abner, por ejemplo, en un principio hizo una ficción, la película titulada ‘Chance’, despegó a nivel local y le fue muy bien con esa comedia. El documental no te creas que es fácil, tiene muchos retos pero, obviamente, puede ser, dependiendo el tipo de documental, con menos presupuesto, y hay mucha más flexibilidad. En la ficción hay que armar todo, inclusive con documentales la mayoría de la gente no hace guiones, se va haciendo, el documental va dictándote el guion y se arma en la mesa de edición prácticamente.
¿Cuál es la agenda de Yalitza Aparicio, la protagonista de ‘Roma’, en el Festival de Cine en Panamá?
Ella va a estar en una de las proyecciones de ‘Roma’. Presentará la película y luego atenderá un conversatorio con los asistentes. Eso es el domingo 7 de abril, a las cinco de la tarde en la sala 6 de Cinépolis.
El caso de Yalitza es un fenómeno. Una mujer que nunca había tenido una carrera de actriz fue nominada al Óscar como mejor actriz...
No sé cómo la encontró el director Alfonso Cuarón. He buscado sobre eso, pero no estoy segura cómo la ubicó. Supongo que debe haber sido en castings. Ella habla un poco de cómo la dirigió. Era maestra de escuela en Oaxaca y su madre era doméstica. Su madre trabajó duro para que ella tuviera una mejor educación y vida. Verla en el Óscar con su mamá fue increíble.
Por lo general los artistas ‘se matan’ para alcanzar el éxito que logró Yalitza. ¿Hay que tener la suerte de que te escoja un Cuarón?
Hay muchos directores que trabajan con personas que están muy similares al papel que buscan, entonces a veces los actores no pueden lograrlo. Es obvio que ella tiene una sensibilidad especial para la actuación.
Eugenio Caballero, el director de arte de ‘Roma’, es arquitecto, ¿cómo llega al cine?
No es fácil ser director de arte. No hay una carrera universitaria en el mundo del cine para esta actividad. Se titula diseño de producción. No sé si en Estados Unidos se haya especialidad, pero las personas que se dedican a diseño de arte o de vestuario son arquitectos de profesión. Se trata de diseñar cada set, y ellos tienen un sentido de composición muy bueno.
¿Cuánto cuesta hacer una película en nuestra realidad?
Bueno, por ejemplo, en Centroamérica y el Caribe no creo que haya una película que haya rebasado los 3 millones de dóalres, y eso es mucho. Puede ser una ficción y hablamos de medio millón, o de 700 mil o 300 mil dólares. Todo depende de lo recursivo que sea el productor o el equipo. Si es una película de época, pues requiere mucho más presupuesto.
¿Cómo se financia, y cómo se puede tener acceso al fondo del Estado que suma $3 millones para incentivar el cine?
El Fondo Cine de Panamá es una envidia a nivel internacional. Hay pocos fondos en países de nuestro tamaño y con la industria en el estado de desarrollo que está que tienen un fondo tan cuantioso. Eso es realmente extraordinario. De esos dineros, $2.2 millones van al fondo de estímulo de la industria, esos son los que van para el concurso. Lo que queda lo utiliza la Dirección Nacional de Cine, que es el fondo que está en el marco del Ministerio de Comercio e Industrias, y lo emplea para talleres, para llevar a cineastas nacionales a festivales de cine para que promuevan sus proyectos. No es solo recibir lo fondos del Estado, el realizador nacional tiene que salir a venderlo y a buscar coproducciones.
¿Cómo se sufraga el IFF?
El festival no tiene acceso a ese dinero. Se faja buscando los fondos, pero tenemos un apoyo importante del Estado que proviene del Ministerio de Comercio, de la Autoridad de Turismo, del Ministerio de Ambiente, porque tenemos un programa verde, y la Alcaldía también apoya.
¿La empresa privada cree en el cine panameño?
Yo creo que está empezando a creer. Cada vez veo que sí, más y más, por lo menos para nosotros como festival y como plataforma para relacionar la marca con un producto cultural con el que un patrocinador se sienta bien, lo vemos más positivo cada vez. Vemos más interés y eso sí se da. La empresa privada está empezando a ver que el cine sí tiene una cabida, porque la gente está yendo a las salas a ver las películas. Lo que hace falta aquí, que sí hay en otros países, son incentivos fiscales que realmente motiven a los empresarios a invertir en el cine. En otros países donde tu ves a la empresa privada metida en el cine es porque hay incentivos fiscales y todos ganan. Aquí cuando hablamos de empresarios y políticos tenemos que hablar en términos económicos, porque los resultados tienen que ser rápidos, pero la cultura impacta a una población con más tiempo, no tan rápido como se piensa.
¿Cómo se llega al éxito desde esta esquina ante un monstruo como Hollywood?
Con mucha creatividad. Yo creo que al distribuidor pequeño, el latinoamericano, el europeo y las salas de cine alternativo, todavía les falta encontrar la manera de comunicar y hacer llegar al público del continente —que tiene más de 600 millones de habitantes— su propuesta. Todavía no entendemos por qué nos sentimos más identificados a un cine que no es en nuestro idioma o con una cultura distinta. Es un fenómeno interesante y ver cómo logramos que sintamos este cine de nosotros y para nosotros y nos proyecte bien. Lo hemos visto durante el festival de cine, que la gente responde a este tipo de películas.
¿Tenemos alternativas ante las películas comerciales?
Lo que pasa es que los exhibidores nos dicen, y sí es verdad que ocurre, que por ejemplo, para el Festival cuando se exhiben las películas se llenan algunas salas, pero después la gente no acude.
¿Le falta promoción?
Creo que hay algo en la comunicación, promoción y mercadeo del cine. Hay que comunicar que este cine existe y lo que está haciendo. Nunca vamos a llegar, al menos yo no lo voy a ver, a tener las mismas cantidades de audiencia que tiene Hollywood. Eso está muy amarrado, muy consolidado y ha sabido mantenerse desde la Primera Guerra Mundial, entonces está un poco difícil igualarlo. Pero sí hay nichos grandes a los cuales nuestro cine puede llegar. De esto estoy segura, es simplemente que la gente sepa que hay un cine que habla de ti, y la gente responde a eso.
Hay un problema para los realizadores que es la distribución. ¿Qué estrategia han implementado al respecto?
En ese sentido, distribución hay, plataformas también, de todo tipo. Lo que tenemos que lograr es que la gente sepa que esta película se está proyectando en los cines, o en Netflix, o en Hulu, o HBO, y esa información es la que no tiene el espectador. Es lo que falta. Por ejemplo, esta semana se cancelaron los premios Fénix, una plataforma importante para dar a conocer los productos de Iberoamérica; se canceló por falta de recursos. Pero también los premios Platino, que los hace España, que sigue andando. Son intentos de generar cierto interés del público con nuestros actores, eso es una parte, pero hay que llenar la otra parte.
Las vías alternas como Netflix, ¿cómo se ve desde el punto de vista de una experimentada en el cine tradicional?
Netflix lo que hace es que le abre al cineasta el mundo entero. Pero por ejemplo, cuando ‘Roma’ sale en Netflix hubo mucha información, todo el mundo se enteró, ahí la vieron la mayoría de las personas porque la ventana en los cines fue limitada. La gente la vio y se identificó. Nosotros no hubiéramos traído a ‘Roma’ al festival porque la gente sabía que cuando la vieron en Netflix querían verla en la pantalla grande. Pero no la hubiéramos traído si Yalitza no hubiera venido o si Eugenio no hubiera podido venir, porque ya Netflix es algo que le pertenece al mundo entero. Eso es muy positivo. Para mí, el cine se debe cuidar, la experiencia de ir al cine debe cuidarse, pienso que el cine nunca va a desaparecer. Lo que pasa es que cuando tú entras al cine, sabes que eso no ocurre en tu casa.
¿El público es más exigente cuando tiene más alternativas y complica el trabajo a los cineastas?
Sí y no. Porque creo que ya tu única opción no es salir en una sala de cine, sino de salir en una plataforma que llega a millones de personas. Estas plataformas requieren de contenido y ellos están buscando el contenido. El reto es que hay más público afuera que puede engancharse y puede identificarse con este tipo de cine o series de televisión que son un poquito diferentes a las que están proyectadas en la sala.
¿Cuántos directores ubica con una actividad interesante?
Yo creo que hay varios. Abner se los lleva porque no ha parado de hacer cosas y porque ha podido crear un nombre en el que tiene distribuidores. Coproducciones, ya la gente conoce su trabajo y hay un interés internacional de trabajar con Abner Benaim. También está Ricardo Aguilar, que va para su segunda película; también la cineasta Ana Endara, es un cine más pequeño, pero que siguen haciendo cosas. También te puedo mencionar a Annie Canavaggio, Arianne Benedetti, y otros.
¿Se gana dinero como director de cine?
Yo creo que si haces tu presupuesto bien, puedes tener una vida profesional. La vida de Hollywood no, ni cerca, ni de una serie de televisión. Pero todas esas personas, al tener esa experiencia en el cine o la televisión, también son buscadas para otro tipo de proyectos, así que vas generando una industria más fuerte a nivel nacional e internacional. El camino es tedioso, tienes que viajar a festivales, a fiestas del mercado como Cannes, al American Film Market, que están buscando este tipo de películas.
¿Qué buscan estos productores o promotores?
Depende de qué tipo de distribución sea, hay gente a la que le gusta la cosa más ligera, otros más experimental, y para todo hay mercado. Sí lo hay, hay que patear calle definitivamente para salir adelante, y no todos los cineastas tienen esa personalidad; hay que ser persistentes, otros son introspectivos y están pensando en su obra, se centran en eso. Hay que tener también mucha suerte, mucho talento y hacer las cosas en el momento correcto.
¿Pituka está trabajando en algo?
Ahora mismo no. Estoy dedicada al festival, las dos cosas que he hecho. He hecho ‘Historias del Canal’, que literalmente casi me muero haciendo eso; también hice ‘La Ruta’, en la que casi tengo un ataque de pánico, de ansiedad y me dije: “no, yo solo voy a hacer el Festival de cine”, y estoy feliz haciendo esto hasta este momento.
EL CINE ES SU PASIÓN
Una experimentada cineasta que da su vida por el séptimo arte
- Nombre completo: Pituka Ortega Heilbron
- Nacimiento: 17 de agosto de 1960, ciudad de Panamá.
- Ocupación: Cineasta, productora
- Resumen de su carrera: Después de terminar su educación en los Estados Unidos, en 1982, Pituka regresó a Panamá, donde su primer trabajo fue como agente de bienes raíces por 18 meses. Luego comenzó a escribir para revistas locales y, a finales de los años 80, fundó “Década”, junto con su amiga, novelista y poeta panameña Consuelo Tomás. A finales de 1993, se conectó con el cineasta Enrique Castro Ríos y, bajo la dirección del dramaturgo y crítico de cine Soberón Torchia, reunieron a un grupo de artistas locales para formar una organización sin fines de lucro llamada CIMAS (Centro de Imagen y Sonido) que fomentó un movimiento cinematográfico que contaría historias panameñas. En 1994, fue seleccionada para participar en un taller de escritura de guiones en Cuba, con Gabriel García Márquez. En 1994 coescribió y produjo el cortometraje de ficción / documental “India Dormida”, que ganó el Premio de Video del Instituto de Cultura Nacional. En 1998 dirigió su primer cortometraje de ficción, “El Mandado”, que llegó a muchos festivales internacionales de cine. Su última pieza, el documental “The Fists of a Nation” (2006), recibió muchos premios internacionales y críticas positivas, y en 2009 fue catalogada como una de las 50 películas más importantes en los últimos 40 años de la historia cinematográfica iberoamericana. En 2012 produjo “La Ruta”, con gran reconocimiento.
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