Balbina Herrera, la primera víctima por pinchazos compareció este martes en el juicio contra ele expresidente Ricardo Martinelli para narrar la forma en que fue hostigada, seguida y su teléfono intervenido.
Balbina Herrera esperó 8 años para sentarse frente al Tribunal de Juicio en el caso contra el expresidente Ricardo Martinelli. Es la primera víctima y querellante que comparece.
Desde el 5 de abril, fecha en que inició el juicio en contra del exgobernante, el Tribunal no había escuchado el testimonio de ninguna víctima, hasta ayer.
"Estoy aquí como testigo en el caso de Ricardo Martinelli acusado de violar la intimidad ilegalmente a 150 personas en este país. Pero no solo estoy como testigo, sino como víctima", pronunció a los pocos segundos de haberse sentado en la silla que mira al Tribunal.
El fiscal Ricaurte González, por parte del Ministerio Público, efectuó el interrogatorio. La primera pregunta bastó para que Herrera narrara por aproximadamente media hora, sin interrupción, su experiencia como víctima de lo que ella calificó como hostigamiento, amenazas, seguimientos, y de intervenciones a su móvil. De todas estas acciones culpa al expresidente Ricardo Martinelli, como autor intelectual.
Para la defensa estas no son más que apreciaciones personales de una adversaria política de su cliente, pues no logró probar que Martinelli fue quien ordenó los pinchazos, o que le dio seguimiento, que la hostigó. Pues no le consta de dónde se extrajo el material que le presentaron en la fiscalía.
Herrera se veía decidida a contarlo todo. A relatar los hechos que a su juicio, prueban los delitos por los cuales se le acusa al exmandatario.
Así, inició diciendo que se enteró de que había sido pinchada por las noticias de los medios que a principios de 2015 divulgaron un listado de personas que habían sido pinchadas durante la administración Martinelli. Dijo que cuando llegó a la Fiscalía Auxiliar, para su sorpresa lo primero que le presentaron fue un documento que no era un correo, sino un listado de todas las empresas familiares.
Luego recordó una reunión a la que asistió un 10 de abril en la casa del embajador de España en Panamá, hecho que aparecía en los documentos que le mostraron en la Fiscalía Auxiliar. Ahí fue cuando recordó que tres días después de la cita, se publicó una glosa en un diario de la localidad -propiedad del expresidente- en la que se leía que "Lady D estaba en una cena romántica en la casa del embajador de España".
"Hay momentos delicados en la vida de las personas, pero esto es más allá que meterse en la vida de un dirigente", exclamó la víctima miembro del Partido Revolucionario Democrático (PRD).
A continuación, narró que el fiscal le mostró un documento en el que había una transcripción de una reunión almuerzo que efectuó en su casa a la que asistieron sus copartidarios PRD Michel Doens, Francisco 'Pachi' Sánchez Cárdenas, el expresidente Ernesto Pérez Balladares, el actual presidente electo Laurentino Cortizo y Juan Carlos Arosemena, en la que discutieron temas varios como el congreso del colectivo que estaba a punto de celebrarse, la situación que se había presentado en el país por la introducción de impresoras fiscales y los delegados que requerían para ganar las elecciones internas.
En la reunión, contó Herrera al Tribunal, Pachi le pidió a la empleada de la casa: por favor agarra este teléfono y métetelo por debajo de la nalga para que no nos escuchen. En efecto, la empleada lo llevó a la cocina, describió Herrera.
Esa conversación apareció en las transcripciones que le mostró la Fiscalía Auxiliar a principios de enero de 2015. Del texto, lo que más llamó la atención de la también ingeniera, es que cuando se alejaba el teléfono de la conversación se leía "murmullos".
"Hubo reuniones de varias personas, incluso de carácter público en las que no se establece vínculo con nuestro cliente. Hay una apreciación personal de Balbina Herrera en la que el expresidente tiene la condición de responder casi por todo lo que ocurra en el país porque es el jefe del Consejo de Seguridad y de la Policía y de todo lo que pasa en el país pero esa no es la consideración de esta defensa", argumentó el abogado defensor Alfredo Vallarino.
Herrera también detalló que su vecino de casa le alertó que cuando él levantaba el teléfono de su casa escuchaba todo lo que ocurría en casa de Herrera, y que rondaba un auto sin placa por las mañanas. Ella añadió que por las noches pasaba un auto del cual le gritaban improperios: asesina, barrillera, etc.
Enseguida hizo una descripción de la visita de Estado del exmandatario italiano Silvio Berlusconi a Panamá para suscribir varios convenios enmarcados en seguridad. De esos acuerdos se derivaron varios contratos en los que "Valter Lavítola era el intermediario y cobraría el 10% de comisión a través de la sociedad anónima Agafia Corp, por cada uno de los tres contratos que en total sumaban aproximadamente $300 millones".
Uno de los contratistas, explicó Herrera, era Mauro Velocci que tenía que ver con la venta de cárceles modulares, que finalmente nunca se concretó.
"Me reuní con Mauro Velocci el 3 de diciembre en el hotel Marriot y me proporcionó un USB y copia de unos correos con contenido sobre los contratos y la escogencia del nuevo administrador del Canal de Panamá", atestiguó Herrera.
Ella analizó la información con sus copartidarios y efectuó tres copias de seguridad. Una la entregó al nuncio apostólico, otra a la Nunciatura y una tercera a una embajada.
A raíz de la publicación de estos correos, el exmandatario la querelló. Según Herrera, esto fue motivo suficiente para que Martinelli se interesara en su vida íntima, profesional, familiar y política.
Entre otros hechos, Herrera contó al Tribunal que en una ocasión le hurtaron su computadora de su residencia. Fue una operación quirúrgica, pues ningún otro objeto de valor faltaba en la residencia. Pasado este hecho, rememoró como en otra ocasión alguien entró a su casa y "regaron la crema de baño hasta la sala dejando huellas en el camino, cuando llegué, la crema estaba en mi cama", contó a los jueces incapaz de identificar quién había hecho este acto intimidatorio.
"El presidente sabia todo lo que yo hacía, si iba a la Fiscalía había un grupo de hostigadores gritándome", mencionó Herrera.
Su paranoia llegó a tal punto, que en una ocasión solicitó a Mitchell Doens que revisara su casa en busca de micrófonos ocultos. Incluso describió como los empresarios se rehusaban a financiar su campaña política. "Me decían que no era factible porque se enteraban de las reuniones que hacía en mi casa para buscar financiamiento. No te podemos ayudar porque nos llamaron, el presidente nos llamó o sus emisarios", relató Herrera.
Herrera solicitó un resarcimiento económico al acusado por $30 millones, una cifra simbólica que asemejó a la comisión que supuestamente recibiría Lavitola por los contratos que suscribieron Panamá e Italia. Pero dijo estar dispuesta a renunciar al dinero si Martinelli reconoce lo que hizo y pide una disculpa.
Cuando tocó el turno a la defensa para el contra interrogatorio, Vallarino le recordó a Herrera que la publicación que efectuó de los correos entregados por Velucci tampoco contaban con una autorización judicial al momento de ser intervenidos. Sembró la duda sobre quién pudo haber grabado la reunión almuerzo en la que participaron sus copartidarios.
También dejo por sentado que a Herrera no le constaba si su vecino pudo haber grabado lo que ocurría en casa su casa. La víctima tampoco tiene idea quién le hurtó su computadora donde guardaba toda la información personal, sobre el proceso legal que tenía con el expresidente, etc.
Con respecto a la labor para judicializar los correos en el proceso actual, Herrera indicó que el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses no le solicitó una inspección de su correo electrónico, que no hizo una experticia forense de los encabezados de los correos que emanaron de la cuenta brad,[email protected] donde aparecían todas las transcripciones citadas por la dirigente. De igual modo, manifestó que el cotejo de los papeles que le mostró la fiscalia y su correo se hizo en forma verbal el día que acudió a la Fiscalía a reconocer sus correos.
Luego el abogado se inclinó por preguntar a Herrera si en algún momento vio al expresidente dar una orden de pincharle su teléfono, de darle seguimiento o de hostigarla, a lo que ella respondió en todas las ocasiones que no.
El jueves se retomará la sesión con el testigo protegido de la Fiscalía. Según el Ministerio Público, este testigo ayudará a comprender con amplitud la teoría del caso que desea probar al Tribunal.
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