Julio Palacios es un analista con estudios y experiencia en el campo que veía en el Consejo de Seguridad un sitio para desarrollar su carrera, pero en cambio, se enfrentó a tratos indignos -como los calificó- por parte de uno de sus jefes, Jacinto Gómez, subdirector de la entidad.
El onceavo testigo de la Fiscalía compareció en el estrado del Juicio Oral contra el exmandatario Ricardo Martinelli por el caso de pinchazos, y su auténtica declaración sorprendió a todos.
Palacios encontró en el Tribunal un sitio seguro para revelar lo que guardó por más de 4 años: "lo que me hicieron no tiene nombre. No me van a presionar a hablar, lo que me hicieron fue tratarme de quebrar", se desahogó quien laboraba como analista en la Dirección de Inteligencia del Consejo de Seguridad entre julio de 2010 y mayo de 2015.
El testigo de la fiscalía respondía a las preguntas del Fiscal Aurelio Vásquez quien indagaba acerca de las actividades que se desarrollaban en la entidad de seguridad durante los años 2012-2014. Entre sus declaraciones, Palacios narró el episodio cuando el presidente Juan Carlos Varela se acercó al Consejo de Seguridad en julio de 2014, y junto a Rolando López si director, y Jacinto Gómez mano derecha de López y después nombrado subdirector de la entidad, interrogaron por aproximadamente media hora a un grupo de funcionarios con el afán de conocer qué había ocurrido en el edificio 150 durante los años previos.
Aquél día era pasado el mediodía y a todos los funcionarios los habían separado. A él lo tenían en una oficina bajo advertencia de que no podía hablar con nadie. En el Consejo de Seguridad se abrió una investigación administrativa por la desaparición de un equipo, les informaron a los trabajadores.
Cuando tocó su turno de entrevistarse con Varela, Gómez y López fue el presidente quien lideró las preguntas, el resto se mantenía en silencio. Entre ellas el interés reiterativo de saber qué había pasado en el edificio 150 durante la administración pasada.
Como Palacios dijo que no le constaba nada porque él no había participado del grupo cerrado de escuchas, se le amenazó que lo someterían a un polígrafo. Luego, por órdenes de Jacinto Gómez fue enviado de vacaciones por 100 días. A su regreso estuvo 60 días encargado de la garita del Consejo de Seguridad revisando los autos que entran y salen de la entidad.
El triunvirato eran los que podían decir lo que pasaba ahí adentro. Yo quiero que esto acabe ya, porque uno tiene familia, los valores que uno le inculca a su familia se ve trastocado por gente que quiere que digas cosas que no te constan. No es sano esto", sentenció el testigo Palacios.
Palacios asume que estas ordenes obedecían a que no dijo lo que los jefes querían escuchar. Mencionó que ha conversado con Rolando López en forma informal sobre el tema. "Él cree que yo estoy ocultando información. Me ha mandado mensajes. Por ejemplo, que el jefe quiere que hable. Yo le respondí al emisario que ya me tenían bien cabreado con el tema, que no iba a decir lo que no sabía, que si me quería botar que lo hiciera", reveló con cierto enojo el testigo Palacios.
Las palabras del hombre produjeron un silencio sepulcral en la sala de audiencia. Todo el mundo ponía atención a sus palabras, los abogados de la defensa no se distraían con las típicas notas que les envía su cliente, que en ese momento tenía abiertos los ojos como para escuchar mejor al testigo.
El hombre de talla media, vestido con saco azul oscuro, sentado de espaldas al público, explicaba al Tribunal su situación como si fuera en voz del resto de sus excompañeros, pues renunció al Consejo de Seguridad y se unió en 2017 a la Unidad de Análisis Financiero.
Extendía los brazos cuando mencionaba que no lo quebrarían, y que no tenía nada que ocultar.
En esta descarga que hizo Palacios, reclamó que desde que inició el caso pinchazos el Consejo de Seguridad es visto como un ente que se dedica solamente a eso, a pinchar teléfonos. Visiblemente desmoralizado por la situación, recordó al público que lo escuchaba que nadie se acuerda de los funcionarios cuando salen de estos estrados, y que su labor es mucho más que eso. Compete a los grandes cargamentos de drogas que han sido confiscados, a la Sala del Canal de Panamá, un departamento importantísimo de la entidad que se encarga de la seguridad de la vía interoceánica. A combatir el terrorismo, de evitar actos que desestabilicen la paz social. "Pero eso no es público, y ahora entidad de seguridad ha quedado expuesta. Ahora todos saben quién es alias 'la profe' (funcionaria del Consejo de Seguridad que acudió ayer a testificar). Aquí no le importa a nadie con nosotros, y lo único que hemos hecho es trabajar por nuestro país", reclamó el testigo.
Enseguida reiteró que lo que le hicieron no tiene nombre, que él no es Policía para haberlo tratado de esa forma. "Tal vez lo hagan con ellos, pero yo no. Agarrar a una persona y tratar de mancillar su dignidad, que alguien me explique cómo es eso", demandó el testigo al Tribunal.
A pregunta de la defensa narró que la primera declaración sobre el tema la efectuó frente a Jacinto Gómez y su secretaria a raíz de una investigación administrativa, interna, que se efectuaba en el Consejo. En un principio le notificaron que buscaban establecer el paradero de la pérdida de un equipo, pero luego lo interrogaron sobre las funciones de varios compañeros, lo que le molestó. "No soy bobo, ¿cuál es la cosa?", exclamó al Tribunal.
Esa declaración la firmó y solicitó una copia, de este hecho informó posteriormente a la fiscal Elizabeth Carrión, quien estuvo presente en el despacho del magistrado de la Corte Suprema Harry Díaz quien actuó como fiscal del caso, en agosto de 2015. En su despacho, Palacios rindió una tercera declaración sobre el tema.
La segunda vez lo hizo ante los fiscales Marquel Mora, de drogas, y dos más en la Fiscalía Auxiliar.
Previo a esta declaración, Palacios no conocía quién era el blanco de la investigación, o quiénes eran los presuntos responsables de las actividades desarrolladas en la institución.
Reveló que es compadre del testigo protegido de la fiscalía, y que la última vez que lo vio fue cuando se encontraba en un auto conducido por Eric Estrada, el comisionado jefe del Servicio de Protección Institucional SPI, primera vez que aparece su nombre en el juicio. Recordó que Brad, como se le conoce al testigo protegido, tenía la cara roja y tomaba una botella de agua. Eso fue en julio de 2014, después no lo vio más a pesar de ser compadres.
Lo que sí sabía Julio era que en el edificio había un triunvirato que operaba en el edificio 150 en donde nadie entraba porque el acceso era restringido, por lo tanto, no le consta nada de lo que pudo haber ocurrido ahí.
Añadió que en 2014 todo el equipo que había en el edificio 150 se mudó a la 'casita' o Villa donde operaba la dirección de inteligencia. Y que el "famoso rack no es más que un arma rápido color negro que estaba en una esquina de la oficina de Brad, Guillermo (William Pittí) y Didier (Rony Rodríguez).
Julio Palacios recordó que en una ocasión transcribió un disco compacto que le había entregado Rony Rodríguez en el que salía la voz del secretario general del Partido Revolucionario Democrático, Michell Doens. Era 2010, y el país vivía una situación delicada en materia de seguridad debido a las protestas en Bocas del Toro. Palacios dijo que Doens era considerado por el Consejo de Seguridad como una persona que podía desestabilizar al gobierno, pues en una oportunidad se escuchó en una de sus conversaciones que querían 'tumbar al gobierno o a Martinelli'. Esa grabación, no sabe cómo, pero apareció en los medios de comunicación a los pocos días de haber hecho la transcripción.
A continuación rememoró que también había visto a un israelí de nombre Mike, la persona que ofreció el entrenamiento para operar el sistema M.L.M., uno de los primeros equipos que adquirió en el Consejo de Seguridad. Lo describió con las mismas características físicas que lo han hecho otros testigos previamente en el juicio: un señor alto, blanco, caminaba con dificultad y fumaba mucho.
Cuando tocó el turno del contra interrogatorio a la defensa, Palacios contó como conoció a sus compañeros Rony Rodríguez, William Pittí y a Brad, que es el testigo protegido de la fiscalía.
También dijo que el Consejo de Seguridad esta tomado por la Policía. Esto porque el personal civil que ha sido capacitado para las tareas de inteligencia ha sido traslado a otras instituciones, incluido a él, que se vio tentado en renunciar en repetidas ocasiones por el trato denigrante de sus jefes, pero no lo hizo. Al final, sabía que él no estaba haciendo nada.
En el auto de apertura a juicio, la fiscalía pretendía que el testimonio de Julio Palacios señalaría "que en las mañanas llevaba a Ronny Rodríguez desde el edificio 150 hasta la Presidencia de la República y que Ronny Rodríguez salía del edificio con un sobre amarillo". Con respecto a la comparecencia del testigo, el fiscal Vásquez manifestó a los medios que su declaración es es "importante porque habla de un triunvirato que sitúa a tres personas, dos que están prófugas y un testigo protegido. Este último era su amigo pero al final del día señala cosas tan importantes. Señaló que él formó parte de una capacitación de unos israelitas que coincide con otra declaración de un testigo anterior. Este testigo dijo lo mismo, igualmente señaló que la sala técnica o de escuchas se encuentra en un edificio que no necesariamente es en el 150, la legítima".
Sobre el hostigamiento recibido, el fiscal indicó que esa pregunta hay que redirigirla a la persona señalada, pero lo importante es que no se le pidió que mintiera o dijera algo falso, añadió Vásquez.
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