Manuel Antonio Naar era un hombre con más de 23 años de experiencia como bombero. Siempre alegre y colaborador, sus compañeros resienten su muerte
Cuando recibió la noticia de que Naar había fallecido, Gómez se desplomó. De inmediato se acordó de sus palabras, como si se tratara de una profecía. Fue en 2008, cuando Gómez venía de apagar una explosión en una empresa procesadora de atún, ubicada en Vacamonte. La misión lo incapacitó por un mes, pero a su regreso Naar, con esas palabras irónicas, le daba la bienvenida: “yerba mala nunca muere, me muero yo antes que tu”, reía Naar.
El bombero de 50 años de edad deja una viuda y dos niñas especiales, menores de edad, huérfanas.
En el cuartel, donde ingresó como guardia permanente hace 20 años, precedido por tres como voluntario, le apodaban el ‘murmullo’ en alusión a “Mumbles” de la serie Dick Tracy, por la voz baja con la que se expresaba. También le apodaban como la película “Narnia”, por la semejanza del término con su apellido. Gómez recuerda que todas las mañanas su amigo tenía el café listo, en forma amable invitaba a sus compañeros a servirse una taza.
Naar murió luego de que le cayera encima un pedazo del techo del viejo caserón que se desprendió mientras se incendiaba. Informes extraoficiales indican que Naar se resistía a entrar a la estructura por temor a un desplome. Medía el peligro, pero obedeció, e ingresó junto a otros compañeros por la planta baja, que luego subieron para atacar el incendio. Desafortunadamente colapsó el hatillo de madera y las carriolas, quedando mal herido el bombero. El resto de sus compañeros, tres, salieron ilesos.
Uno de ellos, el más cercano, fue a socorrerlo después de verlo atrapado entre los escombros. Aún estaba con vida cuando lo llevaron a uno de los balcones donde le aplicaron los primeros auxilios.
El dramático momento quedó registrado en un video de un espectador. Era el instante en que a Naar le aplicaban las maniobras de Respiración Cardio Pulmonar. Cristian Holness, un bombero joven que acaba de entrar a las filas como permanente, observaba esperanzado, a un costado de Naar, cómo el equipo de rescate trataba de reanimarlo. Pero fue inútil, su compañero había caído en paro. Arrodillado frente a su cuerpo, Holness lloraba desconsolado.
El mayor Gonzálo Córdoba, jefe de Operaciones de Extinción, Búsqueda y Rescate del cuerpo de bomberos, recuerda que convivió con Naar en diferentes estaciones. “Era un hombre alegre, bromista, conversábamos de todo, pero se destacaba en el sóftbol. No perdí a un compañero, perdí a un amigo, más que a un hermano”, se lamenta Córdoba.
El cuerpo de bomberos cuenta con un seguro de vida que proporciona una ayuda económica a los familiares aproximadamente de $50 mil que se hace efectivo luego de esclarecer los hechos. El gremio de amigos de empresarios de los bomberos se han mostrado interesados en brindar ayuda a la viuda.
De acuerdo a datos del Ministerio de Vivienda, el incendio dejó a 35 familias sin techo, 15 del edificio incendiado y 20 del contiguo al siniestro.
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