Como si se tratara de la peor película de horror. En sus 20 años de servicio en el Ministerio Público, Rafael Baloyes, fiscal Superior de Homicidios de Bocas del Toro, ha visto cientos de víctimas a manos del narcotráfico, pero jamás se ha enfrentado a la escena que presenció el martes 14 de enero al llegar a la comunidad de Torreón, en la comarca Ngäbe Buglé.
Cuando arribó a la zona, presenció que había un grupo de indígenas que formaban un círculo, y sometían a otro grupo de 15 personas. Una mujer desnuda era subyugada a un culto para “quitarle los males”. Al ver la escena, la Policía Nacional, que se unió a la misión, pidió a los supuestos guías que cesaran el acto.
“Ellos estaban haciendo una oración, estaban convencidos de que lo que estaban haciendo era obra de Dios”, narró Baloyes.
Ninguno hacía caso al llamado de los uniformados, así que intervinieron y rescataron a las 15 personas, entre ellas a una niña que ya tenía golpes. De no haber llegado a tiempo, seguramente hubieran muerto.
En el sitio, el hombre de 34 años, que en un principio había acudido a pedir auxilio a la Policía para atención de una persona quemada y otra golpeada, les dijo que no encontraba a su familia. Uno de los miembros de la comunidad señaló una fosa donde habían sido enterrados 5 niños y una mujer embarazada de 3 meses, eran sus hijos y la mujer.
La exhumación de los cuerpos reveló que todos murieron el mismo día, el lunes 13 de enero. Los cuerpos estaban amarrados con sogas y tenían golpes contundentes, lesiones punzo cortantes, no profundas, producidas por el costado del machete mas no con el filo. La multiplicidad de impactos se mostraban en todas partes del cuerpo.
Diez personas fueron detenidas en el acto, entre ellos el abuelo de los niños, y hoy se presentarán ante un juez de garantías a las 3 de la tarde para la audiencia de imputación y medidas cautelares.
La creencia era que como “no lograban quitarles los males, la supuesta orden de Dios era ejecutarlos”, contó el fiscal.
“Uno de los hijos del abuelo, había tenido una revelación divina que le dio la potestad para llamar a la comunidad a Torreón y hacer una especie de exorcismo, quitar el mal, y a aquellos que no evidenciaban que el mal saliera de su cuerpo, entonces debían acabar con su vida”, explicó Baloyes.
Al lugar se trasladó un equipo completo del Instituto Legal y Ciencias Forenses para realizar las necropsias in situ. Se establece, a priori, que las lesiones pudieron ocurrir con palos de madera, se evidenciaron golpes en el cráneo y partes del tórax, en los niños, que lesionan los órganos internos. El fiscal recabó múltiples indicios entre los que se cuentan palos, machetes que evidencian que se dieron los hechos porque son compatibles con las lesiones en los cuerpos.
Existen señalamientos directos, testimonios, en contra de los 10 participantes. La información recabada por la fiscalía es que el abuelo, principal sospechoso de las muertes, era conocido en la comunidad porque participaba cotidianamente de las actividades, aunque vivía en otra zona. Por eso es que el fiscal no descarta que esa misma práctica pudo haber ocurrido en otras comunidades de la Comarca.
“No descartamos que los victimarios padezcan de alguna afectación psicológica, y de creencias, porque las víctimas son muy vulnerables a creer en religiones inventadas ya que no tienen una orientación religiosa.
Ese vacío los lleva a creer en cosas irreales, como que ha llegado el Mesías o salvador y participan en este tipo de ritos”, indicó Baloyes.
Las víctimas reciben atención médica y psicologíca.
Por su parte, la Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas emitió un comunicado en el que expresan su consternación y tristeza por los graves hechos causados por la secta “Luz del Mundo” que traído luto y dolor a la familia de la Comarca.
Las autoridades indígenas claman por justicia frente al horrendo crimen.
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