Los cuerpos recuperados del pabellón 14 de La Joyita presentaban hasta 40 puñaladas y múltiples disparos. Eso tiene un simbolismo en la ciencia forense
La ciencia forense es una herramienta fundamental en el proceso de investigación criminal, especialmente cuando el panorama al que se enfrenta el fiscal no es tan claro. Los recientes hechos ocurridos en el pabellón 14 del centro penitenciario La Joyita evidenciaron un comportamiento de los victimarios que los científicos denominan en inglés “over killed” o sobre muerte, y se emplea para describir excesivos mecanismos violentos. También han determinado que cuando se presenta esta situación, por lo general el autor conoce a la víctima, y en el caso del penal, los victimarios fueron heridos con 20, 30 y 40 puñaladas que les causó la muerte. Este tipo de crímenes ha despertado la curiosidad de los investigadores científicos para conocer a fondo el mapa del cerebro con hallazgos significativos. Uno de ellos corresponde a las alteraciones en ciertas zonas en la corteza cerebral y las áreas de control. José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Imelcf) intenta explicar bajo el ojo forense los hechos de aquel 17 de diciembre de 2019.
¿Qué revelaron las autopsias que hizo a los cuerpos producto de la matanza en la cárcel La Joyita?
Me gustaría tomar desde el comienzo lo que es la ciencia forense. Actualmente abarca todo lo que tiene que ver la aplicación de la ciencia a las investigaciones y a la administración de justicia. En este sentido, las ciencias forenses van desde la medicina forense, que es la evaluación de cadáveres y lesiones personales a consecuencia de actos violentos, pasando por la evaluación psicológica y trabajo social. Abarca también la criminalística y los laboratorios asociados a las investigaciones. Lo que hacemos entonces es aportar investigaciones y ahora de manera relevante en el Sistema Penal Acusatorio, porque somos quienes aportamos las pruebas científicas. En el SPA la prueba científica aporta la piedra angular de las investigaciones. Las ciencias abarcan toda esa gama, además de la informática, la investigación de delitos ecológicos y las novedades que se aportan a través de la tecnología. El Imelcf es el más grande y más completo de la región. Tenemos peritos en todas las áreas periciales, que incluye auditorías forenses que van más allá de la imagen clásica de que los forenses nos ocupamos de los muertos y la escena del crimen. Es algo mucho más complejo.
Tomando en cuenta lo anterior, ¿cómo se procedió?
En el trabajo forense, es importante señalar que es un trabajo de equipo que incluyó peritos, y el Ministerio Público e investigadores de la Policía de Investigación Judicial y la Policía. Nosotros el día del incidente conformamos un grupo de trabajo que estuvo desde tempranas horas de la tarde a la espera de la diligencia del levantamiento del cadáver, obviamente en circunstancias difíciles, porque cada escena del crimen es distinta. En esas condiciones en particular, había otro elemento, la seguridad. Había culminado un evento tumultuario, había mucha incertidumbre y nuestros funcionarios tuvieron que esperar al momento en que el Ministerio Público inicie la parte legal. Una vez que culminó eso, entraron los peritos a la escena para recoger indicios y evidencias, tomar fotografías de casquillos, de proyectiles, de armas, manchas de sangre, una vez documentado, embalado y con cadena de custodia, entra el médico forense para ver los cadáveres. El médico forense examina en el lugar del hecho la posición en la que está, qué hay alrededor. Nosotros reconstruimos qué fue lo que pasó. Posteriormente se hace el levantamiento del cadáver que tomó hasta las cuatro de la madrugada y se transportaron los cadáveres a la morgue judicial. Ahí se conformaron equipos de trabajo con dos objetivos: el establecimiento de la identidad y la causa de muerte. La identidad se establece mediante el reconocimiento y en ese sentido el equipo de fotógrafos hicieron vistas fotográficas para que no sea esa imagen perturbadora la que tenga que ver el familiar de un cuerpo desbaratado y solamente sean los rasgos específicos de identificación. El personal se encargó de eso, y los médicos practicaron las necropsias, que son muy laboriosas. Hay que hacer un examen externo, posteriormente abrir las cavidades corporales, examinar las vísceras, cuantificar fluidos, recuperar proyectiles, describir heridas. En el caso que nos ocupa, hay una situación que se llama en inglés “over killed”, tenían cantidad de lesiones, 20, 30, 40 puñaladas, disparos con diferentes proyectiles de arma de fuego, lo cual es un indicio de lo violento que fue el incidente.
¿Se pudo inferir cuántas personas participaron en el hecho?
El médico forense y los peritos aportamos la descripción de las lesiones, heridas, mecanismos, traumáticos, pero la investigación debe determinar en qué lugar fue, cuál era el espacio, cuántas personas habían ahí, las armas disponibles.
Si se analiza el cadáver, el forense pudiera determinar la distancia a la que estaba parado el victimario...
Claro que sí, es la causa de la muerte. Se determina si murió porque le dieron una puñalada y le atravesó el corazón y murió desangrado, o si el proyectil le atravesó la cabeza y causó un daño extensivo al sistema nervioso. Pero también se dan elementos importantes, el calibre del arma que se utilizó, si le ejecutaron un tiro en la nuca es un homicidio diferente. Las lesiones de ese estilo permiten al patólogo determinar lo que pasó, como dicen los forenses hablan con los muertos, o los muertos hablan por él y debe saber interpretarlo.
¿La mayoría de las víctimas murieron por heridas de armas blancas o por armas de fuego?
Eran más armas blancas, hay que recordar que se incautaron cuchillos, objetos punzocortantes o las llamadas armas de chiza, que son las que fabrican en las cárceles y las usan para eso, aunque también habían heridas por armas de fuego de diferente calibre.
¿Se utilizaron machetes?
Eso es parte de la investigación, todavía estamos en la descripción de las lesiones, nos queda pendiente la evaluación global de los cambios y los hallazgos. Se culminaron las autopsias y ya se entregaron los cuerpos, todavía hay investigación que incluye el análisis toxicológico y de ADN.
¿Cuántos casquillos hallaron?
No tenemos esa información, eso lo manejan en la escena, en el lugar del levantamiento.
¿Usted cree que sea posible saber quiénes cometieron este delito?
Va a ser difícil, recordemos que fue un evento tumultuario, en donde en una intensidad, un frenesí, un éxtasis por así decirlo, hubo un ataque de unos contra otros y eso es un reflejo de lo que se veía en los cuerpos, en un ambiente cerrado, en que se utilizaron múltiples objetos para causar lesiones, agresiones y la muerte. Aquí hay algo interesante, circularon muchas imágenes que se confundieron con hechos de otros países. Había uno de los cuerpos que tenía una lesión extensa en el cuello, pero no llegó a la decapitación.
Con los insumos que usted proporciona a la fiscalía, ¿qué teoría puede compartir?
Aquí lo que se conoce como la etiología médico legal, es un homicidio, y recordemos que el homicidio tiene variantes. Este es un homicidio que en inglés se denomina “over killed”, que es cuando hay excesivos mecanismos violentos. Matar a una persona puede requerir de una puñada, pero cuando tienes 20, 30, o 40, 50, puñadas, o 7, 8, 9 heridas por arma de fuego, es lo que se encasilla en este término. Eso tiene un simbolismo.
¿Cuál es la interpretación de eso?
Se puede dar dependiendo del contexto. Un “over killed” se puede ver en femicidios, por ataques de celo o rabia. El contexto en el que ocurre este homicidio, el autor le propina a la mujer puñaladas, la estrangula, eso es una manifestación de odio. En el tipo de agresiones tumultuarias, donde fue evidente el “over killed”, el autor conoce a la víctima, había una situación interna entre los mismos detenidos que obviamente debe ser tesis de los criminólogos.
¿Qué hay en la mente de estos asesinos?
Me encargo de hacer autopsias y ver cambios en el cuerpo humano que justifiquen posteriormente una conducta. Las ciencias forenses han avanzado y ahora mismo hay un desarrollo en lo que son las neurociencias, la alteración orgánica a nivel del sistema nervioso central que justifique una conducta. Eso ya se ha dado. Hay casos, en un tiroteo en una universidad de Estados Unidos, una persona mató a 25 personas, cuando le hicieron la autopsia determinaron que tenía un tumor cerebral. Entonces hay una relación entre el cambio del sistema nervioso central y la conducta. No solo cambios en cuanto al hallazgo de un tumor, sino que se dan a nivel de la estructura del encéfalo que están bajo estudio de las neurociencias. La imagenología, el uso de técnicas como la resonancia y otros, permiten tener un mapa del cerebro que define las diferencias entre el cerebro en un psicópata, una persona con una enfermedad mental y una persona normal. Una conducta violenta, dentro del enfoque forense, es el resultado de varias acciones, donde tiene que haber un factor genético, una factor cultural, un factor familiar, hay tendencias e interpretaciones que hacen los psicólogos donde ellos tratan de encontrar un sustrato en el que la conducta tiene que ver con la estructura del cerebro.
¿La maldad se hereda, de acuerdo a estos nuevos avances que menciona?
Eso plantea varias preguntas que tienen que ver con la filosofía, la ética. Algunos autores plantean que los seres humanos somos el resultado de algoritmos, todo en el ser humano es un algoritmo, somos producto de un ciclo hormonal y al final somos lo que es nuestro cerebro, cómo está la neuroquímica cerebral. De ahí es donde se puede inferir si el individuo está actuando dentro de ciertos parámetros que pueden ser interpretados dentro de ciertos parámetros éticos como bondad o maldad, pero todo es relativo.
Si una persona en la niñez fue maltratada o abusada, ¿esas lesiones permanecen en el cerebro para repetir en la etapa adulta?
Claro que sí. Es muy importante porque me lleva a la reflexión de que si un niño maltratado sufre cambios en el cerebro, en la neuroquímica, que va a afectar su desarrollo del sistema nervioso que posteriormente se van a reflejar en la misma estructura. La amígdala es una parte del cerebro que tiene que ver con el miedo y la respuesta a la agresión. Está demostrado en los psicópatas que hay una alteración en la función de esa parte, es como el mecanismo de control en los actos violentos. Todos cometemos en algún momento hechos de agresión, pero de ahí a cometer un homicidio el paso es mucho más complejo.
¿Las últimas muertes de mujeres que se han registrado tienen algo similar en los hallazgos forenses?
Claro que sí, volvemos al tema del “over killed”, es curioso que diciembre ha sido nefasto para femicidios en Panamá, ha ido creciendo el número, va también con esta cultura machista, de ese sentido de propiedad que tienen los individuos de poder controlar, y es una violencia por cuestión de género, es un atavismo.
En caso de que hubiera un caso de un asesino en serie, ¿cómo se reconoce?
De hecho se ha estudiado en países donde se ha dado, porque en Panamá hemos tenido el caso de un asesino múltiple, como el caso de Bocas del Toro. Pero en otros países hay asesinos en serie organizados que el patrón de actuación permite a los investigadores establecer los paralelismos y similitudes entre un comportamiento y otro en un espacio de tiempo y tener la sospecha de que alguien está haciendo eso de manera repetida.
¿Cómo actúa el Imelcf en momentos en que los hechos rebasan la capacidad del personal?
Ya estamos al borde del colapso, hay una situación que se da que se llama “burn out” o “quemado”. La gente se imagina que ver violencia todos los días no afecta al personal, pero no es así. Eso afecta al organismo del mismo criminalístico, hasta del personal administrativo, y eso está llevando a extremos, y si sumamos las dificultades por falta de estructura, hacinamiento en las oficinas, los salarios que no son acordes al riesgo, eso hace que la única motivación sean forenses comprometidos, forenses de vocación.
¿Cómo se trata al personal para liberar esta energía y los posibles traumas que sufren?
Tenemos una secretaría de docencia que tiene un programa anual de manejo de estas situaciones de violencia que se denominan trauma vicariante, cómo un cuerpo decapitado afecta, va cambiando el organismo sutilmente y eso hace que tenga dificultades laborales, familiares. Tenemos también una oficina de género para el caso particular de las mujeres que tienen trabajos estresantes.
¿Cuál es el estado de las morgues actualmente?
La morgue de La Chorrera tiene 12 gavetas, y hay 31 cuerpos. Están hacinados metidos uno al lado del otro. Hay cadáveres que no son reclamados y tenemos que guardarlos. Esos que están putrefactos, quemados, desmembrados, realmente no los reclaman y tenemos que esperar la identificación de los mismos.
¿Cuánto tiempo pueden esperar a que un cadáver sea identificado?
La norma dice un mes, pero nosotros esperamos más, por si acaso aparecen los familiares o hay alguna información adicional.
¿Cómo inició el hallazgo de que los daños cerebrales estarían vinculados a las conductas de los asesinos?
Siempre hubo la curiosidad de alguien que comete actos monstruosos de saber qué tiene en el cerebro. Entonces comenzó la inquietud por la neuroanatomía, la neuropatía, para ver los cambios que se veían al microscopio. Con toda la tecnología ahora es posible verlo en personas vivas, les colocan todo ese equipo que parece un casco, en la cabeza y se pueden hacer análisis de las áreas, cómo funciona el cerebro de una persona normal en comparación al de un delincuente. Esos estudios se han hecho en cárceles de Estados Unidos y demostraron que un porcentaje importante de personas detenidas tienen daños cerebrales, son homicidas. Posiblemente ahí es donde viene el cuestionamiento.
¿Quiere decir que éstas personas pueden tener alteraciones en el cerebro?
Es probable. Yo escuché la presentación de una doctora mexicana que habló del cerebro de los delincuentes de cuello blanco y las alteraciones son las mismas. La corteza cerebral está formada de capas, y hablaba que hay alteraciones que se pueden ver ahora.
¿Estas alteraciones son distintas entre un delincuente de cuello blanco y uno que asesina?
Son similares, pero hay diferentes circunstancias, algunos llegan a ser políticos, empresarios, otros se hacen jefes de bandas, los daños en el cerebro son en áreas similares.
¿Cuáles son las áreas afectadas?
Son las de control, todos tenemos áreas activas que pueden controlar, por ejemplo lo que decimos o cómo nos movemos, pero que en el fondo son áreas del cerebro que pueden estar inhibidas o activas, en el fondo es un juego. Por eso hablaba de algoritmos, porque todo está ahí, somos robots sofisticados.
¿Por qué no hace una investigación similar en la sociedad panameña?
Necesitamos los recursos y los aparatos, eso cuesta mucho.
¿Cómo se diferencia un asesino y un suicidio en un mapeo cerebral?
Todo es cuestión de neuroquímica, cuando estamos excitados se descarga cortisol, me preparo para pelear, por ejemplo, y cuando nos sentimos bien descargamos serotonina; si tengo muy baja la serotonina viene la depresión. Por eso se usan los fármacos, para equilibrar. En realidad a nivel de Panamá estamos en términos muy básicos, pero en otros países se están haciendo muy buenos avances en ese sentido. Por ejemplo, también la cantidad de autopsias han disminuido porque ahora la tecnología permite hacer resonancias magnéticas, ultrasonidos, para no tener que abrir un cadáver. Eso se ha desarrollado por los factores religiosos.
MÉDICO FORENSE
La medicina legal es la columna vertebral del Sistema Penal Acusatorio
- Nombre completo: José Vicente Pachar Lucio
- Nacimiento: 18 de mayo, de 1953 Quito, Ecuador
- Ocupación: Medico patólogo
- Resumen de su carrera: Doctor en Ciencias Clínicas con Especialización en Patología Forense, Universidad de Panamá (UP), MPhil Forensic Pathology – University of London United Kingdom. Master en Anatomía Patológica, UP. Postgrado en Alta Gerencia, Universidad Latina de Panamá. Postgrado en Microscopía Electrónica – Universidad de Costa Rica. Patólogo Forense del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Imelcf), Panamá. Profesor de Medicina Legal de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UP. Subdirector de Medicina Forense del Imelcf. Miembro de la Academia internacional de Medicina Legal. Vicepresidente de la Asociación Panameña de Medicina legal y Forense de Panamá.
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