"Me han decepcionado y son una vergüenza, todos"

El doctor David Villalobos, exjefe de intensivos de la CSS, esperaba que sus colegas se sumaran a la batalla en los hospitales, pero fueron contados los que respondieron. Hace un llamado a la solidaridad. Rechaza la contratación de galenos extranjeros, al tiempo que insta a sus colegas a cubrir las plazas vacantes para atender a los enfermos de Covid-19


David Villalobos [foto: cedida]


El exjefe de los médicos intensivistas del Complejo Arnulfo Arias Madrid de la Caja de Seguro Social, doctor David Villalobos, lanza una alerta con gran preocupación por la apertura de ciertas actividades económicas que inician hoy. Desde el frente de batalla, donde ha permanecido sin descanso desde el 9 de marzo pasado, vislumbra un panorama sumamente complicado ante varios hechos: el aumento de nuevos positivos o pacientes contagiados con Covid-19; la idea del gobierno de contratar médicos cubanos para atender a los nuevos enfermos; la expansión de la atención médica al centro de Convenciones Figali habilitado con 160 camas; la poca o nula solidaridad de sus colegas gremialistas; y el acaparamiento de los insumos que ofertan empresarios que parecen aprovecharse de la pandemia para vender artículos a con sobreprecios.

Los diarios de varios países que contrataron médicos cubanos informan sobre su dudosa idoneidad, y cuestionan los resultados de su desempeño.

En Panamá, cinco organizaciones de asociaciones de diferentes especialidades han expresado su desacuerdo con la idea de contratar a los cubanos. En nota enviada al ministro de Salud, Francisco Sucre, en la que enumeran sus objeciones: desconocimiento de experticia e idoneidad; que el tratamiento empleado no sea acorde con el suministrado hasta ahora; y el compromiso de atención a pacientes que se encuentran entre la vida y la muerte.

Sugieren, en vez, empoderar a cada Director Médico para que reasigne a todos los especialistas del sector público y sumar los del sector privado que aún no participan de manera activa en el manejo del Covid para incorporarse a la tarea.

Las propuestas de los gremios, no obstante, contrastan con la realidad que relata Villalobos.

Hace diez días el jefe de los intensivistas renunció al cargo por asuntos estrictamente personales. Sin embargo, continúa en el puesto a la espera de un relevo. Nadie se anima, es mucho trabajo. "Llevo casi una semana diciéndole a mis colegas pero nadie lo quiere. Son muchas cosas al mismo tiempo: uno, el trabajo de llevar una expansión de las unidades, controlar las que ya están y mantenerlas funcionando; mientras, hacerle frente a un problema gremial tan serio como traer gente de afuera a hacer medicina en Panamá y además de eso llevar la pandemia, como que es bastante, ¿no?", describe a La Estrella de Panamá indignado.

Con sumo dolor manifiesta estar decepcionado de las organizaciones gremialistas que no se han sumado a la batalla. "Perdieron la oportunidad de oro de demostrar lo que tienen en el corazón, y no lo hicieron. Demostraron lo que les falta en el corazón, que es solidaridad con el pueblo panameño y con sus colegas que estamos en los hospitales".

Solidaridad, una palabra que pronuncia el médico en mayúsculas y subrayada. El doctor esperaba que al menos desde la aparición del primer caso de Covid-19, 9 de marzo, que los diferentes agremiados médicos hubieran hecho un lanzamiento de sus colegas a los hospitales para lo que fuera necesario.

Se encargó de hablar directamente con ellos, les solicitó ayuda, pero para su sorpresa y decepción fueron contados quienes se sumaron a la ardua tarea que lo tiene sin descanso desde hace más de cuatro meses, a él y a quienes se han dedicado a atender a los pacientes en la CSS.

"Me han decepcionado y son una vergüenza, todos", reitera con dolor y una voz que desvela un tono de enojo.

El Ministerio de Salud convocó a los médicos del país para combatir el virus, pero muchos de los llamados han quedado desiertos. En consecuencia, han efectuado una exploración con especialistas y médicos generales extranjeros residentes en Panamá y ante la situación han tomado la decisión de traer médicos extranjeros de la forma más ordenada posible.

"No tengo la más mínima intención de disculparme con ninguno de ellos. Para mí, son una decepción", insiste. Recuerda que en 1989 los médicos vivieron una experiencia similar en los hospitales al atender a los heridos de la invasión. En ese momento le tocó a otro grupo de médicos fajarse, eran estudiantes los que acudieron a los hospitales aunque sea a coger una gasa o coger un punto, él entre ellos. "Esto es lo mismo, solo que sin balas, y habrán quizás más muertos", dice.

La situación que atraviesa el sistema de salud es sumamente complicada debido a la situación económica del país y la prolongada cuarentena o restricciones de movilidad que han provocado hambre, desesperación en el sector empresarial y un hueco financiero enorme en los ingresos del Estado producto de la parálisis económica.

Lo que queda es que los dirigentes de la CSS obliguen a los médicos nacionales, sin importar su especialidad, a atender pacientes. No es necesario que sean intensivistas. "Ese grupo de médicos tienen que aceptar y tienen que tener la disciplina, el honor y la solidaridad de venir y hacerlo. No lo van hacer solos, lo van a hacer bajo nuestra tutela y supervisión", explica.

Lo sabe Villalobos, las muertes serán la cruz a cargar de este gobierno, y por ello, cree que será a los intensivistas a quienes seguramente culpen cuando se miren los números en perspectiva. A partir del lunes Villalobos prevé que habrán dos mil casos positivos nuevos diarios. Se basa en la experiencia vivida durante la apertura de los dos bloques económicos anteriores que registraron un aumento de contagios al doble.

Hace una multiplicación mental de lo que podría esperar el país en los próximos meses: "Si sacas en proporción una población de 4 millones con una letalidad del 2% como se ha mantenido, se infecta la mitad, para decir que la inmunidad de rebaño es del 60%, totalizaría 1.6 millones de personas se van a contagiar. Se van morir 25 mil a 60 mil personas. ¿Qué partido político, qué gobernante y qué economista que está gritando por la reactivación económica y salvar la economía, se va a responsabilizar por 60 mil muertes? ", se pregunta el intensivista.

Ante este posible escenario catastrófico, se imagina a sí mismo subiendo y bajando escaleras. Le cuesta trabajo aceptar esta hipotética realidad cuando hace tres meses los médicos eran los héroes, los que recibían por su esfuerzo aplausos de la población asomada en los balcones o en las calles, por salvar vidas y cuidar enfermos. ¿Qué pasó en este lapso de tiempo? siguen siendo los mismos médicos desde el día uno los que están al frente, con cero días de descanso, reitera Villalobos, convencido de que no importa el esfuerzo que hagan, "al final van a quedar mal" ante la opinión pública ante el dramático escenario que se avecina.

Enseguida arremete contra algunos de sus colegas que exigen cierto tipo de mascarillas para trabajar, la N95 de una marca específica, cuando desde hace meses se ha utilizado el mismo modelo de mascarillas, que son seguras, aunque no de la marca exigida.

"Hay empresas que bajo el paraguas y protección de la libre oferta y demanda, hoy día venden una mascarilla N95 en $10 cada una, cuando antes costaban $2, eso es un delito", reflexiona indignado.

Es una acaparación del insumo y "están jugando con los precios, por decirlo de una manera". Eso en pandemia es un delito, siempre y cuando el Estado anuncie que estamos en un estado de urgencia constitucional, no de emergencia como se ha declarado la situación. La Constitución emplea el término "urgencia", no es lo mismo ni tiene la misma connotación legal decir que hay una "emergencia nacional", aclara el facultativo.

Lo más triste para Villalobos, es que bajo la justificación de libre mercado, el alza de precios ocurre en todos los insumos, batas, cubre zapatos, etc. "El Estado va a tener que comprarlo de todas formas porque tiene que darle a los funcionarios la protección adecuada. Es un comportamiento detestable en la empresa privada, y nadie se los ha dicho", reprocha.

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