Pacientes por consumo de alcohol y drogas son los casos más frecuentes que recibe el Instituto de Salud Mental de Panamá

Diez de cada quince pacientes que ingresan a hospitalización en el Instituto de Salud Mental son producto del exceso de consumo de sustancias lícitas e ilícitas. El confinamiento exacerbó las enfermedades mentales, e incrementó los casos de ansiedad en la población. La doctora Juana Herrera Araúz, psiquiatra y directora del nosocomio, explica los efectos de la enfermedad en la salud mental 


Doctora Juana Herrera Araúz.

Las secuelas psiquiátricas que deja una crisis como la pandemia de Covid-19 y los arrastres económicos, han exacerbado las patologías que ya padecían los pacientes, como depresión, ansiedad, trastornos del humor. Sin embargo, el consumo de drogas lícitas e ilícitas se incrementó significativamente. Dos terceras partes de las personas que acuden por ayuda de salud mental lo hacen por exceso de consumo de drogas. Lo dice la doctora Juana Herrera Araúz, psiquiatra, directora del Instituto de Salud Mental y coordinadora del programa de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa). Al inicio de la pandemia también se registró un aumento en los casos de violencia doméstica que tomó por sorpresa a las autoridades en el sentido de que no estaban preparados para brindar la atención a las víctimas debido al tema del confinamiento. Esta situación se mejoró luego de las múltiples llamadas recibidas a las líneas de ayuda que instaló el Minsa y lograron canalizar la ayuda. A pesar de los esfuerzos del personal de salud por atender todas las aristas de una infección desconocida, hace falta contar con registros más precisos para poder aprender y trazar políticas públicas dirigidas a estas poblaciones. Herrera comenta que en el mundo mil millones de personas padecen de alguna enfermedad mental. Esas son las registradas, pero existe un subregistro que impide conocer la verdadera situación, pues el tema desde algunas ópticas se percibe como un tema tabú.

¿Qué secuelas ha dejado la pandemia que ha notado en su consultorio?
Sí hay secuelas y nuevos cuadros. Para saber la gravedad de lo que estamos viviendo hay que saber que antes de la pandemia había cerca de mil millones de personas en el mundo que estaban padeciendo alguna enfermedad mental. Depresión por ejemplo, se contaban 300 millones, ansiedad 270 millones de personas, demencia, esquizofrenia, epilepsia, trastornos del desarrollo, consumo de sustancias ilícitas y suicidios. Con la pandemia, que viene a trastocar lo que teníamos diariamente, aumenta la cantidad de casos exacerbando los que ya existían y registrando nuevos casos porque al presentarse la pandemia cambió la rutina. El confinamiento y el miedo a lo que viene, el terror, la incertidumbre, todos estos factores de no saber lo que iba a pasar, incrementaron las cifras. Recordemos que al principio quienes sufrían del virus era sinónimo de enfermedad o igual a muerte porque desconocíamos lo que era la enfermedad y muchos de los elementos. Ahora que han pasado ocho meses y hemos visto cómo ha ido variando, al principio nos costó adaptarnos a esta nueva situación de trastornos como insomnio, pero después de 14 días se instala un cuadro depresivo. Es decir, después de catorce días de estar sometido a una serie de situaciones se puede presentar un cuadro de ansiedad. Demora un poco más diagnosticar los trastornos de adaptación a las enfermedades, lo que antes llamamos hipocondría, son trastornos de ansiedad por enfermedad pero éstos se dan después de seis meses. La gente comienza a asociar todo con el Covid-19, si les falta el aire, si les duele la cabeza, etc. Se han ido instalando nuevos cuadros que han agravado la situación.


¿Hay más casos de consumo de estupefacientes, como drogas ilícitas o ansiolíticos?
Los diagnósticos más frecuentes en nuestro país antes de la pandemia eran trastorno del humor ya sea afectivo o depresión mayor, trastornos por consumo y diferentes tipos de psicosis. En el Instituto Nacional de Salud Mental, que es donde hospitalizamos a los pacientes, el primer ingreso es el trastorno por consumo de sustancias. En esto señalamos sobre todo sustancias lícitas. El segundo diagnóstico de hospitalización es el trastorno del humor y el tercero es la psicosis, aquí se invierte un poquito el segundo y el tercer lugar. Pero nosotros registramos las sustancias lícitas como el alcohol y las ilícitas como todo lo que conocemos. El registro de los ansiolíticos aún no se ha registrado per se, tendríamos que consultar con el departamento de Farmacias y Drogas del Ministerio de Salud para que nos diga cómo ha sido el consumo de estos en la pandemia.

En cuanto al consumo ilícito de drogas, ¿cómo ha influido la pandemia en las adicciones?
Sí, han aumentado los casos porque el confinamiento te obliga a tratar de manejar la situación de la manera que tu crees que puedes manejarla mejor. ¿Entonces la gente qué hace? tomaba bebidas alcohólicas, consumía mariguana o cocaína. Por más que cuarentena que haya eso no se cierra la distribución.

¿Tiene una cifra más precisa sobre el incremento de los casos de consumo ilícito de drogas?
Tenemos las cifras de antes de la pandemia. Lo tengo que decir todavía no estamos analizando estos casos, tenemos los números gruesos pero hay que hacerlo proporcionalmente en los ocho meses que hemos tenido de pandemia.

En su consultorio, ¿qué tanto aumentaron estas consultas
Es el primer diagnóstico con mucho más por encima de los trastornos afectivos. Por ejemplo, si vemos 10 o 15 casos en la semana de admisión, diez están vinculados con temas de droga. Pueden tener un doble diagnóstico, es decir, que puedo ser un positivo bipolar y llegó por una psicosis por droga, entonces entre 15 casos, diez pueden estar vinculados con casos de drogas.

En estos momentos hay muchas cabezas de familia con mucho estrés, presionados por la falta de ingresos y las deudas acumuladas. ¿Qué puede decirles a ellos?
Nosotros hemos tenido que abordar personas con una ansiedad que trastoca el ritmo de dormir, de comer, de relacionarse con otros. Hay personal sanitario exhausto por la escasez de especialistas en esta rama, el personal está agotado pero poniendo empeño y corazón. Sabes lo que es estar en una sala en la que los pacientes están graves, que no los puede visitar su familia y que además de ser sus médicos y personal sanitario se convierten en este personaje que le puede hablar y decir lo que están haciendo por él. Se convierten prácticamente en un familiar de una persona que está sola y que posiblemente no salga de ahí. Pero nos vamos al otro lado, el familiar que no puede despedir a sus seres queridos como estamos acostumbrados, según la religión que profese, no poderlo haber acompañado en sus últimos días les genera mucha culpa. Pero por otro lado, está lo que se llama las patitas colectivas por la pandemia, que es lo que siente la población, que está la tristeza, la desesperanza, la frustración y eso genera una conducta en la población que tenemos que trabajar. Fíjate todas las aristas de salud mental en las que tenemos que trabajar. Tenemos un personal en primera línea, los periodistas que a veces tienen que llevar noticias a la población que no son  las más agradables. Es decir, hay personal en la comunidad con distintas profesiones como los policías, las chicas del supermercado, que están en la calle y tenemos que trabajar hacia todas estas personas.

El suicido o el espectro de la conducta suicida, va de tener una idea como: me quiero desaparecer, me quiero ir muy lejos. Es una idea que si tu la analizas es como desaparecer. Van las ideas estructuradas de cómo lo voy hacer. Lo siguiente es un intento fallido que la gente piensa que es un accidente, que no lo hizo con intención, se cortó aquí, se tomó una pastilla, no lo quiere hacer, piensan. Pero en realidad sí lo quieren hacer, es un mensaje. El siguiente paso para cerrar la conducta suicida es el suicidio consumado o el que ya se lleva que es el de perder la vida.

¿Hay más casos de suicidio en el país a raíz de la pandemia?
Los reportes del Ministerio Público de este año comparado con 2019, se registran cinco casos más que el año pasado. En 2019, para los seis primeros meses del año hubo 80 casos y en el mismo periodo de 2020 se contabilizaron 75 casos registrados. Tenemos que ver qué ha ocurrido de julio a octubre del presente pero hemos estado haciendo las cifras, así que son 155 en dos años (enero a julio) existiendo una diferencia de cinco casos más el año pasado.

¿Es posible que exista un subregistro del cual no estén enterados?
Históricamente en esto de los suicidios y las enfermedades mentales tenemos subregistros. La razón es que existe discriminación, es un tabú, existe el rechazo de hablar de salud mental y trastornos mentales, así que sí considero que puede haber un subregistr

¿A qué deben estar atentos los familiares que viven con alguien que entró en depresión y que puede estar disfrazando con algo?
Esto es importante. El suicido o el espectro de la conducta suicida, va de tener una idea como: me quiero desaparecer, me quiero ir muy lejos. Es una idea que si tu la analizas es como desaparecer. Van las ideas estructuradas de cómo lo voy hacer. Lo siguiente es un intento fallido que la gente piensa que es un accidente, que no lo hizo con intención, se cortó aquí, se tomó una pastilla, no lo quiere hacer, piensan. Pero en realidad sí lo quieren hacer, es un mensaje. El siguiente paso para cerrar la conducta suicida es el suicidio consumado o el que ya se lleva que es el de perder la vida. En ese periodo tenemos que ir viendo varias cosas: cambio de conducta de nuestro ser querido, de nuestro amigo o compañero, aislamiento, irritabilidad, hablar de la muerte con frecuencia o decir qué harían si yo no estoy aquí. Ese aislamiento y el hablar de la muerte constantemente, con frases como: yo te voy a liberar de mis problemas, ya no van a seguir con esta carga, hay que poner atención. Lo otro es que mucha gente empieza a dar algo preciado, las cosas que ellos tienen se las dan a alguien que aprecia. Por ejemplo los adolescentes les dan las cosas que han guardado por mucho tiempo a un amigo o a un hermano. Como una herencia. Estas son señales de alarma. La otra cosa es que si lo han intentado antes, ya eso aumenta el riesgo. Estos intentos previos, aunque sean tonterías para muchos, ya son más probabilidades de que la persona cometa el suicidio.

En tiempos de confinamiento se incrementaron los casos de violencia doméstica, ¿cómo se presentó esto y si ha cambiado una vez que se flexibilizaron las medidas de movilidad?
Es muy importante esto porque si alguien ha sufrido con doble y triple intensidad el tema de la pandemia son las mujeres. Lo digo porque no es feminismo, es la realidad. Uno, el teletrabajo se alarga, no es lo mismo que estar en la oficina ocho horas. El tener a todos en la casa todo el día, ser ama de casa, y que le digan a uno que no hace nada en la casa... Las mujeres lavan, cocinan, y a veces llega un momento en que uno no sabe cuándo comienza y cuándo termina. Las mujeres también están pendientes de que los niños aprendan en las plataformas educativas, encima de eso, vivir con una persona que no valora y que te ha desvalorizado durante mucho tiempo y tener una cárcel, como si fuera dormir con el enemigo, ha sido de atención de las autoridades. A través de una línea que instalamos en el Minsa abrimos dos líneas telefónicas en abril de este año y empezaron a llegar llamadas con todo tipo de consultas. Entre ellas llamaban mujeres que decían que las estaban maltratando. Siendo así, nos comunicamos con el Instituto de la Mujer y otras instituciones a las que referíamos las llamadas para recibir la atención.

¿Pero qué cantidad de consultas de violencia doméstica tenían?
En los estimados de las mujeres que trabajan estos temas hubo un aumento, al principio todo se cerró y no había dónde buscar ayuda, por eso es que en el Minsa a través del Instituto Nacional de la Mujer se les orientó a dónde dirigirse y las Fiscalías que atienden estos casos. El tema de la violencia contra la mujer es uno que atañe a todas, no solo a las víctimas sino a todas las mujeres

Por naturaleza el ser humano es rebelde, desde chicos no hacemos caso a los maestros, por ejemplo. En la adolescencia nuestros mejores amigos son nuestros pares, los amigos, nuestros padres siempre están anticuados. Entonces retamos a las autoridades que se nos van presentando. Pero ahora nadie le cree nada a nadie y eso no es correcto, eso nos puede generar un incremento de las infecciones y los casos y con el mismo recurso de salud. Es llamar la atención de la comunidad, a cuidarse ellos, ya hacemos bastante.

La diferencia del impacto de salud mental en el confinamiento y después de relajar las medidas de movilidad, ¿cuál fue la diferencia?
Cuando entramos a una crisis, a un desastre, no importa si es la pandemia u otra, hay tres fases que uno tiene que analizar. La primera es la fase de aceptación de lo que está pasando. La segunda es el aprendizaje, aprendo que ya no tengo el control, que tengo que acomodar mi vida, que tengo que hacer ajustes, y la tercera es el crecimiento. Si nosotros nos quedamos en cualquiera de estas fases lamentablemente el quehacer diario no nos va a permitir superar la etapa. Hay que felicitar a los jóvenes del país. Aquí no todo es malo. Los jóvenes se han reinventado, han generado una cantidad de cosas buenas que hay que felicitarlos porque hicieron de todo, comida, artefactos. Resaltar que la juventud del país nos ha dado esperanza. En lo que respecta al aprendizaje debo resaltar que el impacto de la salud mental todavía no ha sido del todo completado porque hay gente que no se está cuidando. Todavía salen a la calle y como que piensan que se escaparon de la primera ola y no les va a pasar nada. Cuidado. El bajar la guardia puede hacernos víctimas de la infección y de otras consecuencias.

¿Tiene que ver con cierto punto de rebeldía de la población en desafiar las medidas impuestas por las autoridades?
Por naturaleza el ser humano es rebelde, desde chicos no hacemos caso a los maestros, por ejemplo. En la adolescencia nuestros mejores amigos son nuestros pares, los amigos, nuestros padres siempre están anticuados. Entonces retamos a las autoridades que se nos van presentando. Pero ahora nadie le cree nada a nadie y eso no es correcto, eso nos puede generar un incremento de las infecciones y los casos y con el mismo recurso de salud. Es llamar la atención de la comunidad, a cuidarse ellos, ya hacemos bastante.

¿Hay un impacto distinto en niños y adultos mayores en comparación del resto?
Esta pandemia también ha puesto a relieve que tenemos que girar la mirada a los adultos mayores que es una población que sigue creciendo y ha estado afectada por el tema del Covid-19 por las afecciones y la comorbilidad. No tenemos preparados planes para los adultos mayores. Pero hay que proteger la primera infancia porque son las generaciones que nos van a cubrir.

Hay miedo a un rebrote y las consecuencias, ¿qué programas de salud mental ha tomado desde el instituto para reaccionar?
Desde el Minsa se ha dado la instrucción de reforzar la atención primaria, es decir, los centros de salud que tengan el personal y ver cómo vamos implementando el tema de los medicamentos, eso es importantísimo. En el Instituto de Salud Mental también hemos implementado las medidas de seguridad para mantenerlo libre de Covid-19 para que sea un centro de recepción para los pacientes que no puedan ir al Santo Tomás o al Seguro Social u otros lugares.

No veo que pongamos atención a las cifras, las estadísticas que nos indican las políticas públicas que debemos adoptar en el futuro...
Si es importante. Los registros médicos y estadísticos están llevando eso y se está aumentando para poder tener la evidencia y aplicar las medidas que son necesarias, de no tener estas cifras no se puede hacer un trabajo con certeza.

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