Entre el 2007 y 2017, el porcentaje de adolescentes en nuestras cárceles subió de 23% a 37% de la población penitenciaria.
La cifras de deserción escolar deben motivar a las autoridades y a la sociedad en su conjunto a plantearse mediante un estudio serio cuál es la relación entre la deserción escolar, la falta de oportunidades laborales y el impacto en la seguridad en nuestro país. Lo que no se invierte en educación posteriormente el Estado debe invertirlo en programas de seguridad que muchas veces no son contundentes, porque se trata de un asunto cultural. Si la delincuencia es aceptada o tolerada en la sociedad, las estrategias tienen un impacto relativo.
Hay una tendencia a ver como constante de que los menores infractores son chicos que han abandonado la escuela en forma temprana. Las estadísticas indican que 23,032 jóvenes entraron en el rango de edad de entre 15 a 24 años (2014-2019,). De ellos, solo la mitad encontró trabajo y 8,050 no estudian. Como consecuencia, el número de Ninis -jóvenes que ni estudian ni trabajan- alcanzó los 25,872, lo que superó el crecimiento poblacional en cinco años producto de los altos niveles de deserción escolar y las escasas perspectivas de empleo en un mercado ‘hostil’ para estos muchachos.
No contar con una educación superior es otro factor que motiva el crecimiento del empleo informal. En los últimos 8 años (2011-2019), 3 de cada 4 empleos creados fueron informales. Entre el 2014 y 2019, el porcentaje subió a 85% (el otro 15% fue el resultado del aumento de la planilla estatal, con la incorporación de 35,350 nuevos funcionarios)
Los empleos que requerían un menor grado de escolaridad, como la construcción, se han contraído. Este sector perdió 23 mil empleos en cinco años, más del 70% en los últimos dos años sin contar los efectos de la pandemia. Lo que empujó a los jóvenes a buscar trabajo en otros sectores con exigencias superiores a las acostumbradas.
“De hecho, entre el 2007 y 2017, el porcentaje de adolescentes en nuestras cárceles subió de 23% a 37% de la población penitenciaria”, alertó Quevedo.
El Covid empeora la óptica. La tasa de desocupación en jóvenes entre 15 y 29 años a agosto 2019 fue 15%, el nivel más alto desde agosto 2006 (16%) A agosto 2019, se contabilizaban 259,748 Ninis entre 15 y 29 años, 26.6% de la población en esta franja etaria, el nivel más alto en 14 años. El 70% de estos jóvenes residen en entornos urbanos y 2 de cada 3 son mujeres.
El futuro exigirá cada vez más competencias de dominio digital. Otra brecha que el país no logra cerrar y como consecuencia aísla del desarrollo a un gran porcentaje de la población en formación por no contar con las herramientas necesarias.
No contar con una educación superior es otro factor que motiva el crecimiento del empleo informal. En los últimos 8 años (2011-2019), 3 de cada 4 empleos creados fueron informales. Entre el 2014 y 2019, el porcentaje subió a 85% (el otro 15% fue el resultado del aumento de la planilla estatal, con la incorporación de 35,350 nuevos funcionarios). Entre el 2018 y 2019. 100% de la expansión del empleo fue informal, 7 de cada 10 nuevos informales trabaja desde su hogar, provee servicios administrativos y de otra índole, o desempeña labores en el área logística.
El futuro exigirá cada vez más competencias de dominio digital. Otra brecha que el país no logra cerrar y como consecuencia aísla del desarrollo a un gran porcentaje de la población en formación por no contar con las herramientas necesarias. Este escenario plantea la urgente necesidad de comenzar un proceso para formar jóvenes en competencias digitales.
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