Botes turísticos afectan comunicación entre delfines


Los delfines nariz de botella (Tursiops truncatus) producen “clics” de ecolocalización para navegar y localizar alimento. 

La mayoría de los delfines nariz de botella del mundo no están en peligro de extinción, pero una población aislada y genéticamente distinta, de unos 70 animales, en el Caribe occidental de Panamá, está amenazada por la actividad de avistamiento de delfines, una de las principales atracciones turísticas de Dolphin Bay, ubicado en el archipiélago de Bocas del Toro. Betzi Pérez-Ortega, una estudiante de doctorado panameña en la Universidad de McGill y becaria en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), estudia los sonidos de los delfines mientras desarrolla estrategias para reducir el impacto del turismo.

Los delfines nariz de botella (Tursiops truncatus) producen “clics” de ecolocalización para navegar y localizar alimento. También producen sonidos sociales conocidos como silbidos, llamados, gritos, algunos parecidos a ladridos y graznidos cuando se comunican entre sí, siendo los silbidos los sonidos más estudiados. Los silbidos ayudan en la cohesión del grupo y la comunicación entre las parejas de madres y crías. Los delfines también usan silbidos como señal de saludo cuando se encuentran con otros grupos de delfines en la naturaleza.

En todo el archipiélago de Bocas del Toro, los delfines están expuestos a un pequeño tráfico de botes turísticos y transporte público. En la Bahía de Almirante, los botes-taxi utilizan rutas y horarios preestablecidos para transportar personas entre el continente y la isla principal; mientras que los botes turísticos visitan e interactúan con los delfines en Dolphin Bay durante las horas de la mañana todos los días.

Estos delfines pueden modificar las frecuencias de sus silbidos y su comportamiento en respuesta a diferentes entornos acústicos. Esta habilidad ha sido ampliamente documentada en poblaciones de delfines costeros donde el ambiente acústico a menudo está dominado por pequeñas embarcaciones, produciendo sonidos (2-10 kilohercios) que se superponen con el rango de frecuencia de los silbidos de los delfines (1-20 kilohercios).

“La modulación indica qué tan simple o compleja es la información que se transmite a través de un silbido. Un silbido de frecuencia modulada complejo utilizará un ancho de banda mayor que un silbido simple y, por lo tanto, la información que transmite se considera de mejor calidad”, comentó Betzi Pérez. “Para saber qué tan complejo es el silbido, se utiliza el software RAVEN; este software sigue el contorno de los silbidos y cuenta automáticamente los puntos de inflexión, es decir, los lugares donde hay un cambio en la frecuencia del silbido”.


Estas medidas son requeridas por las pautas nacionales de observación de ballenas y delfines y eran conocidas por la mayoría de los operadores de botes turísticos.

En Dolphin Bay, la falta de cumplimiento de las regulaciones nacionales conduce a interacciones peligrosas entre delfines y botes turísticos. Un gran número de botes turísticos siguen a los delfines durante largos períodos, lo que interrumpe la alimentación y los comportamientos sociales y, a veces, lesiona a los animales. Las madres y sus crías pueden separarse. En estas circunstancias, es probable que los delfines se estresen y estén más alerta. Estos estados emocionales se pueden detectar en la modulación del contorno de su característico silbido.

Para este estudio, las grabaciones se realizaron utilizando hidrófonos de monitoreo acústico pasivo instalados en el fondo del mar y un hidrófono portátil conectado a un sistema de grabación de banda ancha desde un un bote de investigación. Pérez-Ortega y sus colegas analizaron casi 2,000 horas de sonidos de delfines registrados. Su estudio demostró que, durante las interacciones entre delfines y botes turísticos, los delfines en Dolphin Bay producen silbidos con un aumento en la frecuencia de ∼2–4 kilohercios, un aumento promedio de 30 segundos de duración y ∼9 veces más modulación que los silbidos de delfines registrados en la Bahía de Almirante. Esto muestra que, en hábitats muy transitados, los delfines ajustan su comportamiento acústico, lo que les permite comunicarse de manera más efectiva.

Estos hallazgos sugieren que la comunicación entre los delfines y sus estados emocionales se vería menos interrumpida si los capitanes de los botes turísticos se comportaran más como los capitanes de los botes-taxi, reduciendo el tiempo y la intensidad del contacto. Estas medidas son requeridas por las pautas nacionales de observación de ballenas y delfines y eran conocidas por la mayoría de los operadores de botes turísticos.

La clave para proteger a estos delfines es encontrar formas de hacer que los operadores cumplan eficazmente las pautas.

“Con este estudio hemos podido verificar científicamente cómo el ruido afecta el sistema de comunicación de esta especie en este sitio en particular. Se convierte en un punto de partida para pensar en el efecto que podría estar causando el ruido excesivo no solo en los delfines, sino también en otras especies que habitan en los diferentes ecosistemas del Archipiélago, por ejemplo, existen estudios que demuestran que el ruido puede causar mortalidad en larvas de peces, y puede enmascarar los sonidos naturales de un arrecife, que son utilizados por otras especies como pistas para encontrar un buen lugar para asentarse”, comentó Betzi.

REDACCIÓN
Smithsonian 

No hay comentarios

Publicar un comentario