Las reformas electorales aprobadas por la Asamblea y vetadas parcialmente por el Ejecutivo no garantizan un proceso electoral libre de clientelismo
Maribel Jaén, coordinadora del Foro Ciudadano de las Reformas Electorales no esconde su incomodidad sobre el desenlace del trabajo realizado sobre las modificaciones propuestas al Código Electoral por parte de la Comisión Nacional de Reformas Electorales (CNRE) en la que participó por espacio de un año. Tajante en sus planteamientos, llama la atención de los políticos de turno y la sociedad en general, para detener el deterioro institucional que inevitablemente se refleja en una débil democracia. Temas clave, trascendentales, como el clientelismo político, la rendición de cuentas, la transparencia, la asignación de cupos en circuitos plurinominales, los topes de campaña no sufrieron cambios. Jaén también cuestiona el rol del Tribunal Electoral, lo concibe como el resultado de “este desgaste” que vive la democracia, uno que pareciera irreversible y peligroso. Recientemente el Ejecutivo vetó parcialmente el resultado de los cambios efectuados por los diputados, en concreto el artículo que proponía una amnistía para los candidatos que no presentaran un informe de ingresos y egresos en gastos de campaña. No obstante, no objetó que se bajaran los años de prescripción en delitos electorales, o se consideraran los topes de campaña recomendados por el CNRE. Un sistema estructurado para propiciar el clientelismo y la falta de supervisión, acotó Jaén.
¿Por qué en la CNRE no se planteó que todo el financiamiento sea público para evitar este tipo de clientelismos?
Es que la tendencia en la región ha sido mixta, pública y privada. Nosotros planteamos que el subsidio fuera principalmente público y un mínimo, 10% fuera privado, para que permitiera mayores controles sabiendo que hay un subregistro de dinero proveniente de empresas, narcotráfico, dinero ilícito o diversas fuentes. Claro está, los partidos no quieren dejar el financiamiento privado porque es el que les garantiza sin auditorías y fiscalización su uso en un sistema que está estructurado para producir y reproducir el clientelismo. Lo que ha pasado en estos 30 años es que estamos sentados en una gran pila de dinero que es el que centraliza el proceso. A pesar de que los procesos administrativos se han ido mejorando, y debemos reconocer la labor del Tribunal Electoral (TE) en el día de las elecciones y el conteo de votos, el tema clave es la rendición de cuentas y el sistema político electoral de cómo se adjudican las curules. En esos temas hemos visto pocos cambios. En el asunto de la adjudicación de cupos en los circuitos plurinominales, un método sumamente técnico que los mismos diputados decían que no lo entendían. El tema es la desigualdad que genera ese sistema. Nosotros estamos ante una situación que en el futuro de las reformas hay que hacer planteamientos más estructurales y orgánicos.
Es muy difícil romper el sistema clientelista, ¿qué sugiere hacer para que ocurra tomando en cuenta que la mitad de la población electoral está inscrita en partidos políticos?
Es que el tema de las reformas y el diseño en que se está estructurando. Nosotros tenemos que cambiar ese diseño, pero tiene que estar en sintonía directa con las reformas constitucionales porque hay muchas cosas en la constitución que refuerzan el planteamiento. Lo hemos logrado antes. El camino primero es hacer una agenda mínima de reformas profundas del estado, entre ellas las constitucionales. La forma de hacerlo, según nuestra historia, es por el diálogo, pero no uno entre los poderes fácticos, sino con la participación ciudadana. La lógica del sistema político electoral ha estado en función del clientelismo y dos generar procesos de reformas políticas que han generado un sistema desigual, no sólo en lo económico, sino también en lo político. El proceso político ha debilitado los procesos de participación ciudadana. Te doy un ejemplo, es más fácil hacer una sociedad anónima que una fundación en Panamá, los costos y la burocracia es muy fuerte, por lo que organizar al 80% de la sociedad civil es difícil, la lógica es desmontar a la sociedad. Pero lo peor es la cultura de violencia verbal y política que se está gestando y que está creando un clima de incertidumbre y rechazo. El concepto de política es corrupción, mentira, robo, se ha montado un concepto de país político que no es coincidente con lo que debe ser y la realidad sociopolítica.
El TE es el resultado de este desgaste. Por eso yo digo que más allá de las figuras que ocupan los cargos y sus narrativas, lo fundamental es reforzar la institucionalidad de la entidad porque es el árbitro de los procesos electorales.
¿El papel del TE fue el correcto a su criterio? Algunos opinan que son juez y parte en el sistema...
El TE es el resultado de este desgaste. Por eso yo digo que más allá de las figuras que ocupan los cargos y sus narrativas, lo fundamental es reforzar la institucionalidad de la entidad porque es el árbitro de los procesos electorales. Debemos revisar después no solamente como se seleccionan los responsables de control, como la Contraloría, magistrados, la procuraduría, es parte de la revisión profunda del estado. El último informe que emitió el TE reafirma la posición de la sociedad civil que ha estado en las calles o en la mesa de la CNRE.
¿Por qué en la propuesta de la CNRE no se cambió el porcentaje del 2% necesarias para la recolección de firmas en las candidaturas independientes luego de la experiencia en las elecciones pasadas?
Porque el diseño está elaborado para fortalecer partidos grandes y lamentablemente las élites políticas no han comprendido que estamos en una nueva coyuntura. A nivel regional los partidos y los Congresos o Parlamentos son los que tienen menos credibilidad según el último Latino barómetro. Después de la pandemia la población considera que no han resuelto la situación. Tenemos también el tema de las redes sociales que nos brindan más información, la población la sabe de inmediato. No podemos hacer un discurso antipartido, son necesarios, pero nuestras corporaciones electoreras necesitan más participación. Ha ocurrido que están surgiendo nuevas formas políticas como los candidatos a la libre postulación, lamentablemente han surgido producto del desgaste, porque se perdió la naturaleza de los partidos quienes eran los intermediarios entre las élites y las masas y comunican la realidad. Lastimosamente ahora tenemos corporaciones electoreras.
¿Cómo recibe el resultado de las reformas electorales?
Primero tenía muchas expectativas de que pudieran hacerse reformas fundamentales. La sociedad civil ha tenido estas expectativas desde la época de los 90s en que anunciamos nuestra participación, pero comprendemos que estamos ante un sistema democrático que está muy desgastado y que se requieren reformas profundas y lo que se está viviendo es precisamente el resultado de ese proceso de 30 años donde se ha fortalecido el sistema clientelista, por un lado, y patrimonial por el otro. Clientelista en el sentido de que es el dinero el que ha sido el centro de las políticas público-electorales de las reformas electorales, y patrimonial porque resulta que una vez que se llega al poder se siente que los recursos del estado pertenecen a una autoridad, a un partido o persona, generando condiciones de corrupción que es una de las causas de la gran desigualdad que hay en nuestro país.
Históricamente siempre la Asamblea Nacional por constitución ha establecido cómo quedan las reformas.
Lo que ha ocurrido en estos años, en los que se creó un espacio que se llama Comisión Nacional de Reformas Electorales (CNRE) en el que hay participación de los partidos y de las organizaciones de la sociedad civil, se discuten las propuestas, se toma una decisión y luego se somete a la Asamblea, pero no se respeta. Por lo tanto, se vuelven a hacer reformas a las que se ajustan para que no cambie nada.
¿Hubiera sido iluso pensar que los diputados respetarían lo actuado por la CNRE?
Yo creo que si hoy tenemos el tema de las reformas electorales hace un mes en la palestra pública, movilizaciones que plantean reformas más profundas, ha sido primero producto del desgaste, segundo de la participación de la sociedad civil que por más de 25 años hemos denunciado una y otra vez esto.
Era lógico pensar que la Asamblea iba a meter la cuchara, de todo lo que se manejó, ¿para usted que fue lo más grave que ocurrió?
Históricamente siempre la Asamblea Nacional por constitución ha establecido cómo quedan las reformas. En ese contexto, la sociedad civil que ha participado desde la década de los 90s se han dado dos temas fundamentales que consideramos claves y estructurales. Uno es el financiamiento político que se subdivide en el financiamiento público y privado. Ese es un tema importante en el que hemos planteado que se debe conocer el origen, el uso y establecer topes porque actualmente son muy altos. Todos sabemos que en el financiamiento privado hay mucho dinero que no es registrado. Consideramos de igual forma que es alto, siempre planteamos que fuera la mitad de lo que reciben los partidos en cada periodo electoral que es el 1% del Producto Interno Bruto del año anterior. Nosotros hemos visto que ha ido subiendo exponencialmente el financiamiento, pero el número de electores se mantiene sin cambios.
¿Cuál será el futuro de la CNRE?, algunos apuntan a su extinción por la forma en que se desestima la labor cuando arriban las propuestas a la Asamblea...
Nosotros tenemos una coyuntura distinta. No hay reformas acabadas. La coyuntura hoy es que tenemos un TE que ha perdido confianza. Eso lo debemos a la narrativa comunicacional en esta ocasión. Debo plantear que el informe que presentó el TE reitera, pero la narrativa fue muy difusa, sin duda. Añado que hay actores políticos que en periodos anteriores no jugaron un rol tan activo. Por ejemplo, los candidatos a la libre postulación, las personas con discapacidad, las mujeres que son ahora mucho más acompañadas. Lo segundo es que debemos ver las reformas políticas públicas, ojalá todas las leyes tuviesen la experiencia de ciudadanos preocupados por la ley. En esa línea no debemos debilitar ningún espacio de participación ciudadana, porque precisamente es el objetivo político de los poderes en el país, eliminarlo, coartarlo.
No soy abogada, no puedo intervenir en temas técnicos pero la constitución es clara en la proporcionalidad y la equidad. Necesitamos que sea coherente con esta decisión.
En ese sentido se entendería como una guía...
Yo comprendo que hay una visión muy fatalista por el ejercicio nefasto que ha tenido la Asamblea Nacional y otros actores políticos, el Ejecutivo y el órgano judicial, porque no solamente es la Asamblea, es un sistema desgastado. Debemos tener claro que nosotros no estamos en los espacios de participación para responder a un miembro, a un TE, o a la Asamblea, sino para construir y crear conciencia, movilizar y organizar en los distintos espacios que hemos ganado. Panamá tiene que ser coherente con los instrumentos internacionales que ha firmado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por ejemplo. No puede ser que se firme a nivel internacional, que la constitución diga algo, y que el poder Ejecutivo y la Asamblea hacen lo contrario. Han perdido confianza por la falta de coherencia, ética, la desplazaron por dinero, negociaciones, acumulación a base del empobrecimiento de este país.
¿Qué avances rescata de lo aprobado en la Asamblea Nacional?
Yo creo que hay avances que tienen que ver con los procedimientos electorales. Un tema importante es que se pueda introducir la tecnología en el tema de las firmas, nosotros fuimos testigos de cómo se desarrolló. También es importante el tema de financiamiento a la sociedad civil y personas con discapacidad porque realmente lo que hace cambiar o transformar a la sociedad es la formación de la gente, pero si no hay formación, no hay cambio.
¿Cuál es la vía para arreglar lo que ya se hizo?
Yo creo que una lección aprendida es que la CNRE cuando se constituye no tendrá las mismas características de la siguiente. En cuanto al veto que se está solicitando, uno parcial por parte del Ejecutivo, vemos que el presidente tiene una gran responsabilidad con este país, no con su partido. Ojalá que escuche a la comunidad y no a su partido y permita dar un paso a la participación. En el caso de las mujeres no se justifica por ningún ámbito -dadas las observaciones internacionales- en reiteradas ocasiones han recomendado una mayor participación de las mujeres y quedamos en lo que ha sido. El Ejecutivo en este sentido puede dar un paso importante al respecto. Lo del fuero penal, en Panamá tenemos más de 32 mil aforados en un país que se dice democrático. Se dice que no blinda, lo dijo el presidente del TE, entonces elimínalo. Si no blinda ¿para qué está? Pero ahí lo dejaron. Eso se había recortado en 2017. Lo del fuero y la mujer viene de arrastre, no es nuevo. Por otro lado, el apoyo al financiamiento de las candidaturas de libre postulación no fue un dato que el TE sacó de un sombrero mágico, sino de parte de la población que apoyaba esto. De igual forma, la amnistía que introdujeron los diputados es un horror.
Algunos artículos no pueden vetarse, por ejemplo, el de los cupos plurinominales, permaneció el que estaba. ¿Se debería hacer un nuevo proyecto puntual con lo que se busca cambiar?
No soy abogada, no puedo intervenir en temas técnicos pero la constitución es clara en la proporcionalidad y la equidad. Necesitamos que sea coherente con esta decisión. Con respecto a la adjudicación de curules y residuo, el fuero, el presidente tiene la gran oportunidad para este país. Quizás no lo sea para algunos miembros de su partido, porque estoy segura de que no todos los integrantes del partido oficialista coinciden con lo actuado en la Asamblea. Señor presidente, hágalo por Panamá, este país no aguanta más las denuncias de corrupción, los hartazgos que hay producto de la política y la mala democracia. Tenemos un país con muchas oportunidades, esta es una de ellas.
¿Cuál es su visión del país en cinco años si no se rescatan estos cambios?
Yo considero que de no hacerse nada, la acumulación del desgaste y el deterioro de la gobernabilidad democrática se va a acelerar. Estamos llevando al país a una situación sin rumbo que no lo merece, porque todos seremos afectados. Como nunca es clave que nos pongamos de acuerdo sobre el tipo de democracia que queremos. Lo estamos haciendo poco a poco, tenemos que reconocer nuestra capacidad transformadora. Entiendo la razón para sentirnos desmotivados con una visión casi oscura de lo que va a ocurrir, pero yo creo que hemos salido de otras crisis, pero no puede hacerse desde los poderes de arriba, sino tomando en cuenta a los de abajo, no debe haber ciudadanos de segunda categoría. Debemos ponernos de acuerdo del país que necesitamos con el bien común de la ciudadanía, el país no merece vivir en los niveles de pobreza en que está. El centro debe ser la persona como humana, no el dinero.
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