La nave es de fabricación colombiana que, según reportes internacionales, inicia su travesía en el litoral colombiano del Chocó, con ruta hacia Centroamérica [Foto: Roberto Barrios - La Estrella de Panamá].
El pasado 2 de octubre el personal del Servicio Nacional Aeronaval (Senan) fue alertado por los habitantes de la isla de Saboga, ubicada en la parte Norte del archipiélago de Las Perlas, sobre una embarcación con gran capacidad para transportar cocaína hacia Estados Unidos. La vía hacia el Norte pasa por Panamá, un punto estratégico en el Pacífico.
La nave es de fabricación colombiana que, según reportes internacionales, inicia su travesía en el litoral colombiano del Chocó, con ruta hacia Centroamérica.
Este tipo de embarcaciones, que pueden transportar una, dos o más toneladas de cocaína, según su dimensión, son conocidas por los estamentos de seguridad como lanchas de bajo perfil, o LPV, por sus siglas en inglés Low Profile Vessel. A diferencia de los sumergibles, que pueden mantenerse casi por completo bajo el agua, los LPV suelen navegar con tres cuartas partes de su cuerpo sumergido, mientras que asoman la cabina de mando a ras del agua.;
Es la sexta nave con estas características que aseguran las autoridades en aguas del Pacífico panameño desde julio de 2019, además del sumergible decomisado en 2020 en Bocas del Toro de 45 pies con propulsión de máquina de centro, tripulada por cuatro hombres de nacionalidad colombiana.
A pesar de tratarse de una nave de construcción artesanal, el aparato color gris opaco que se camuflajea con el mar, de entre 35 y 40 pies de largo y 2 metros de ancho, requiere de ingeniería naval, equipo de GPS para navegar y motores potentes. Se presume que la misma contaba con tres motores fuera de borda, cada uno de 300 caballos de fuerza. Para su elaboración se empleó fibra de vidrio reforzado con láminas de madera y consta de dos compartimentos unidos por una parte más estrecha que simula una especie de túnel. Actualmente la marea y las rocas la han deteriorado considerablemente.
En cuanto a su estructura, en la parte superior muestra dos escotillas: una cerca de la proa, la parte delantera que se usa para cargar la mercancía, y la otra para la tripulación, que puede consistir en dos o tres personas. En la cabina de mando se aprecian dos ventanas blindadas en forma rectangular en la parte frontal, y otra en cada lateral reforzada para soportar la presión del agua.
La parte superior tiene unas perforaciones circulares que sirven presuntamente como ventilación de la nave. La parte delantera, la proa, se destina para el sistema de tanques de gasolina que alimentan los motores ubicados en el otro extremo a través de un tubo. Cuando fue encontrada, los isleños extrajeron aproximadamente 200 galones de combustible.
La nave tenía capacidad para transportar aproximadamente una tonelada de cocaína. Se presume que tenía tres motores fuera de borda de gran potencia. Cuando fue visualizada por los lugareños se encontraba vacía, sin droga, timón o equipo de navegación [Fotos: Roberto Barrios - La Estrella de Panamá].
Una vez que la tripulación entrega la carga a los mexicanos en algún punto de alta mar, se transfiere a barcos mercantes o lanchas rápidas. “Es entonces cuando el LPV se convierte en un problema para los traficantes, así que lo abandonan”, señaló a este medio una fuente del Ministerio de Seguridad.
Estas estructuras pueden transportar toneladas de cocaína al principal mercado consumidor de la región: Estados Unidos. En ese país, cada kilo de cocaína se cotiza entre $30 mil y $50 mil. Suponiendo que la nave transportó 1,5 toneladas, el cargamento estaría valorado en $75 millones y constituiría parte del 75% al 80% del producto que las autoridades no lograron detener.
Cuando se avistó por primera vez, la estructura se encontraba flotando a la orilla del mar. Luego, los lugareños la jalaron a la playa, cerca de una zona rocosa con la golpea la parte posterior de la nave al subir la marea. Hasta el momento ninguna autoridad se ha encargado de removerla. En la visita que este medio realizó a Saboga el 8 de noviembre pasado, un agente del Senan manifestó que hasta ese día no habían recibido orden alguna de custodia o de remover la lancha de la playa, porque la labor escapaba de su competencia. En cambio, lo atribuyen a la Autoridad de Ambiente o la Autoridad Marítima de Panamá.
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