El juez Raymond Dearie desechó la petición de la fiscalía que sugirió de 9 a 12 años de prisión. La colaboración de los hermanos Martinelli fue útil para encontrar otros intermediarios que participaron en el esquema de coimas
El juez impuso además una multa de $250 mil y un periodo de libertad supervisada de dos años, que en el caso de los panameños no aplica, ya que una vez culminado el tiempo en prisión serán deportados a Panamá.
Los hermanos Luis Enrique y Ricardo Alberto Martinelli deberán cumplir una sentencia de 36 meses de prisión por haber conspirado para blanquear $28 millones en coimas de Odebrecht a favor de un familiar cercano. A esta cantidad se restan los 23 meses de prisión que han estado detenidos -desde julio de 2020 en Guatemala y en Estados Unidos en desde noviembre 2021 Luis Enrique y diciembre del mismo Ricardo Alberto, lo que resulta en 13 meses de prisión que no será en donde han esperado sentencia, el Metropolitan Detention Center ubicado en Brooklyn, por petición de la defensa.
El juez impuso además una multa de $250 mil y un periodo de libertad supervisada de dos años, que en el caso de los panameños no aplica, ya que una vez culminado el tiempo en prisión serán deportados a Panamá.
Durante la audiencia, la defensa de ambos, Luis Enrique representado por James McGovern y Ricardo Alberto por Sean Hecker, se centró en reiterar que ambos actuaron por petición de su padre, quien les informó que el dinero tenía otra procedencia “pero luego entendieron que estos hechos eran inusuales”, indicó el abogado Hecker.
El jurista enumeró varios puntos por los que consideró el caso “inusual”. Los mismos se centraron en la exageración de la fiscalía en recomendar una sentencia de entre 108 y 135 meses de prisión, especialmente por la cooperación que recibió la fiscalía de su cliente, “lo que desafía toda lógica”, argumentó.
Aunado a esto, continuó Hecker, ambos enfrentan otro proceso en Panamá por el mismo delito ya que ambos gobiernos no han podido comunicarse para llegar a un acuerdo. Mientras su abogado se dirigía al juez, Ricardo, con barba, vestido con el uniforme de la prisión -pantalón caqui y una camiseta oscura-, escuchaba atento a sus palabras, luego le llegaría el turno de expresar al juez su arrepentimiento por haber cometido “el peor error de su vida”, como más tarde expresaría.
El defensor de Ricardo Alberto argumentó que incluso Marcelo Odebrecht, la cabeza del esquema de corrupción de la constructora, cumplió 30 meses de prisión, por lo que consideraba que su cliente había cumplido su pena, tras permanecer 23 meses detenido. Describió que por las medidas biosanitarias impuestas en la prisión en la que esperaron sentencia, los hermanos Martinelli han estado confinados en sus celdas, que la comida es mala, que no hay atención médica y que asistir a la audiencia representaba la primera vez que abandonaban sus celdas.
Cuando la defensa culminó su exposición el juez tildó de “arrogante” la actuación del acusado sobre la forma en que abandonaron Estados Unidos, empleando medios por cielo, mar y tierra. Lo que levantó las cejas del abogado al decir que su cliente era una persona noble, que su conducta es muy alejada de esa etiqueta.
Justificó la huida como la consecuencia de una mala asesoría en el momento, “dos personas con miedo, que desconocen el sistema americano”, justificó el abogado.
Después tocó el turno de la fiscalía en voz de Alixandra Smith, quien dijo que el rol de los acusados en este esquema fue sistemático, ya que recibieron y ocultaron la procedencia del dinero, lo pusieron a nombre de empresas fantasma y cuando el banco en Suiza los cuestionó sobre su origen presentaron contratos ajenos a la transacción. Pero cuando las respuestas no convencieron a la banca suiza, entonces abrieron nuevas cuentas a nombre de otras empresas.
La fiscalía mencionó que Ricardo Alberto tiene estudios en finanzas y junto a su hermano ayudaron al funcionario a encontrar nuevos intermediarios, sin identificar con nombre propio, para recibir otros $30 millones. “Su participación fue esencial, se benefició del esquema”, exclamó Smith. Enseguida reconoció que la información que otorgaron los culpables fue útil para el caso, incluso mencionaron a otros individuos y la forma en que participaron del esquema. Lo que puede llevar a la persecución de otros intermediarios. Estas conversaciones entre los hermanos Martinelli y la fiscalía ocurrieron antes de junio de 2020, cuando ambos salieron de Estados Unidos sin previo aviso, acción que interrumpió el acuerdo de colaboración que estaba prácticamente listo para firma.
Ricardo tomó la palabra y leyó de un papel: “he cometido un delito y aceptaré las consecuencias que me imponga. Sé que la gravedad de mi conducta tiene consecuencias”, dijo. Emotivo y nervioso, pidió perdón a su familia, a sus amigos y a la Corte. “El tiempo de introspección no ha sido fácil”, reconoció avergonzado. Recordó que recientemente sus compañeros de la universidad se reunieron para celebrar un año más de graduados, una cita a la que podía haber ido a intercambiar sus experiencias, pero en cambio, “estoy aprendiendo sobre lo que no se debe hacer”, admitió.
El juez calificó de “apropiadas” sus palabras. Entonces tocó el turno del abogado McGovern quien martilló sobre la cantidad de meses de prisión que solicitó la fiscalía para su cliente en comparación con otros casos relevantes que involucran blanqueo de capitales cuyas penas no pasaron de dos años.
Luego dijo que intentó pasar tiempo con su cliente, pero solo logró verlo una sola vez en prisión desde que fue extraditado a Estados Unidos. “No he tenido la experiencia de que mi cliente sea arrogante, tuvieron miedo, no entendía el sistema, usted está viendo a dos niños chicos de un padre dominante”, detalló el abogado.
McGovern culpó al padre de haber incitado a su cliente a recibir el dinero: “después de un tiempo se dieron cuenta que el dinero era producto de coimas”, argumentó. Reiteró el hecho de que ambos están siendo procesados por el mismo delito en dos países distintos y volvió a salir a relucir la comparación con el caso de José Grubisich, expresidente de Braskem, subsidiaria de Odebrecht.
McGovern recordó que su cliente se reunió en varias ocasiones con la Fiscalía y con el FBI a quienes otorgó información valiosa pero no estaban siendo tratados acorde con dicha cooperación.
El juez inquirió sobre el tema de las credenciales del Parlamento Centroamericano que la fiscalía calificó de falsas. “Lo único que ocurrió fue que no lograron juramentarse, pero ellos fueron electos para el cargo”, respondió el abogado.
Entonces la fiscalía alegó que habían sido electos por el partido que lideraba su padre “quien también intentó obtener inmunidad parlamentaria para evadir casos en su contra en Pánamá”. Smith insistió en que hubo un plan de fuga bien estructurado mientras los hermanos negociaban con la fiscalía. “Pensaron que en Estados Unidos el sistema sería igual al que operaba en Panamá cuando su papá era presidente”, sentenció la fiscal.
“Debe haber sido muy estresante cooperar con la fiscalía y al mismo tiempo planear un plan de fuga”, observó Dearie.
Finalmente Luis Enrique tomó la palabra. Se notaba nervioso y con la voz algo temblorosa dijo lo mucho que admiraba a su padre aunque jamás pensó que eso lo traería a la Corte. “Era difícil para mi decirle no cuando él necesitaba algo, fue muy tarde cuando nos dimos cuenta que tenía que haberle dicho que no”, reflexionó. A continuación mencionó lo difícil que ha sido para su familia su encierro, el estrés que ha significado para sus hijas esta situación y que nunca en su vida se había sentido tan mal. En especial pidió perdón a su madre, quien lo crió “mejor que esto”, también se disculpó con el pueblo panameño y dijo no tener palabras para describir lo arrepentido que se sentía.
El juez miró los papeles que estaban sobre su escritorio por unos minutos. “No tengo duda que las palabras de los acusados sean genuinas, que son educados y personas de familia”, señaló.
“Puedo entender la influencia del padre, su carácter, pero actuaron en su propio beneficio por un tiempo prolongado”, añadió el juez.
Luego manifestó que las coimas entregadas por la constructora se asemejaban a “una forma de hacer negocios”, pero cuando éstas acciones involucran al sistema financiero estadounidense, entonces el caso se convierte en uno de interés para la justicia de Estados Unidos, y por lo tanto, se debe sancionar a quien viola la ley.
Dijo que por los conocimientos académicos que tenían los hermanos debían estar al tanto de cómo abrir cuentas bancarias y transferir los fondos de un lado a otro, pero a su vez calificó de no razonable la solicitud de la fiscalía en cuanto a la condena solicitada.
A las 5:20 de la tarde, hora local, el juez dictó sentencia después de una hora y media de audiencia.
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