El seguimiento satelital del pez más grande del océano reveló información sobre sus patrones migratorios y de alimentación, pero los sitios donde se reproducen siguen siendo un misterio
El pez más grande del océano es un trotamundos que puede verse ocasionalmente disfrutando de las aguas costeras del Pacífico panameño. Sin embargo, no se sabe mucho más sobre los hábitos del tiburón ballena (Rhincodon typus) en la región. Mediante el seguimiento satelital del paradero de 30 de ellos, científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), el Anderson Cabot Center for Ocean Life y la Universidad de Panamá exploraron los factores que influyen en el comportamiento de esta especie en peligro de extinción.
El R. typus, al igual que otros grandes tiburones, puede tardar años o incluso décadas en alcanzar la madurez y reproducirse, lo que los hace vulnerables a las disminuciones poblacionales, especialmente cuando esto se combina con las amenazas humanas. Por ejemplo, pueden quedar capturados en las redes de pesca o enfrentarse al riesgo de colisiones con embarcaciones cuando las rutas de navegación coinciden con sus áreas de alimentación. Para poder proteger mejor la especie, primero es necesario entender y predecir su comportamiento.
El seguimiento satelital de esta especie, dirigido por el ecólogo marino de STRI Héctor Guzmán, reveló que los tiburones ballena se alimentan principalmente en las aguas costeras, los montes y cordilleras submarinas del Pacífico panameño, donde pueden encontrar abundancia de su alimento favorito: pequeños peces y plancton. También fueron ubicados nadando hacia el norte y el sur a lo largo de la costa, hacia México y Ecuador, y hacia el océano abierto para alimentarse.
“Esta especie requiere una clara planificación regional”, dijo Guzmán. “Una vez identificadas las zonas de alimentación y de cría, deberían aplicarse algunas medidas de protección. Las recientes expansiones de áreas marinas protegidas en toda la región ofrecen una plataforma interesante para las prácticas de conservación a gran escala."
Aunque utilizaron las áreas marinas protegidas, los tiburones ballena también pasaron tiempo en zonas de pesca industrial y de tráfico de buques, lo que podría ponerlos en peligro, según el nuevo artículo publicado en Frontiers in Marine Science.
“El estudio demuestra lo complejo de la protección de los tiburones ballena: los individuos marcados visitaron 17 áreas marinas protegidas de 5 países, pero más del 77% de su tiempo estuvieron en áreas sin ninguna protección”, dijo Catalina Gómez, co-autora del estudio y ecóloga marina de la Universidad de Panamá.
Por tanto, para las especies altamente migratorias y en peligro de extinción, como el tiburón ballena, las medidas de conservación deben ir más allá del establecimiento de áreas marinas protegidas locales.
Los esfuerzos deben centrarse en la protección de grandes áreas oceánicas y en el establecimiento de corredores marinos que trasciendan las fronteras nacionales, por ejemplo: la recién expandida Área Marina Protegida de la Cordillera de Coiba, en Panamá, o el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, que conecta Coiba con las islas Cocos de Costa Rica, las Galápagos de Ecuador y la isla Malpelo de Colombia.
“Se debe continuar con un programa de monitoreo satelital periódico por dos razones principales: en primer lugar, aún no sabemos dónde se reproduce la especie y el rastreo puede llevarnos en la dirección correcta", dijo Guzmán. "En segundo lugar, sabemos que se desplazan por extensas zonas. Hemos identificado posibles corredores o vías marítimas, así como zonas de agregación, que requieren atención para su manejo y normas de protección claras. El seguimiento nos permitirá identificar mejor esas rutas regionales”.
Además, el seguimiento satelital reveló un patrón migratorio del tiburón ballena que parece estar asociado a las corrientes oceánicas circulares o remolinos.
“Los remolinos son potenciales áreas de alimentación para las especies migratorias en los océanos, por lo que pueden nadar en esas áreas durante mucho tiempo mientras se alimentan", dijo Guzmán. “Sin embargo, los remolinos son sistemas dinámicos y cambian constantemente de velocidad o fuerza, tamaño y ubicación, incluso estacionalmente. Estas zonas de alimentación son importantes para la conservación, sobre todo teniendo en cuenta su dinamismo y los posibles cambios asociados al cambio climático."
Esta investigación fue parcialmente financiada por la Fundación MarViva (Panamá), la International Community Foundation-CANDEO, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá (SENACYT) y su Sistema Nacional de Investigación, y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
REDACCIÓN
Smithsonian
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