El alcalde de Bal Harbour, Miami, Gabriel Groisman decidió entrar en política porque no le gustaba la forma en que se tomaban las decisiones en la ciudad. Cada mes se reúne con la comunidad, las decisiones se hacen en conjunto, son completamente abiertas al público y transparentes
Gabriel Groisman.
El alcalde de Bal Harbour, Miami, Gabriel Groisman, es regente de una comunidad de 10 mil personas aproximadamente y con la cual, por ley, está obligado a reunirse una vez por mes. En estas citas los ciudadanos participan de las decisiones concernientes a inversiones o mejoras en la infraestructura de la ciudad, especialmente cuando tienen un impacto importante a nivel residencial o comercial.
Siendo la autoridad más cercana al pueblo, es determinante para el alcalde analizar cada inversión, el modelo de gestión da muy poco espacio para la corrupción. El municipio en mención cuenta con su propio cuerpo policial, equipo para reparar calles o carreteras, así como la recolección de basura, labor que realiza una empresa privada contratada por la municipalidad. El presupuesto proviene de impuestos locales, y otros, y se emplea según las prioridades evaluadas con la comunidad y se invierte con transparencia, a la vista del ojo público.
Groisman se metió al ruedo político porque estaba cansado de quejarse sobre el rumbo que tomaba su ciudad y decidió actuar. Bal Harbour es una de las zonas más lujosas del estado de la Florida y del mundo, su alcalde visitó Panamá recientemente y se sentó en El Polígrafo.
¿Qué tan difícil es ser alcalde de una villa de aproximadamente 10 mil personas?
Siempre cuando alguien toma un cargo oficial es difícil. Uno aprende bien rápido que no importa lo que uno haga va a haber gente que se oponga y que te apoye en todo. Es un cargo muy importante, tenemos nuestra propia policía, nuestro equipo que arregla las calles, que recoge la basura y que se ocupa de las leyes de la ciudad. Nosotros tenemos independencia de la ciudad y estamos dentro del condado de Miami Dade donde viven 3 millones de personas. En total hay 34 ciudades o municipios dentro del condado y tenemos que trabajar juntos, aunque sean de partidos políticos [distintos] y tengan diferentes ideas económicas, sociales, turísticas. Son todas oportunidades.
¿Cómo se maneja el presupuesto en su municipio?
Tenemos un impuesto sobre las propiedades, las habitaciones de hotel y los restaurantes. Esos son los impuestos. Después el condado y el Estado también aplican impuestos. Recibimos algo de servicios del condado, es un poco complicado porque también hay temas de playa. Tenemos casi 2 kilómetros de playa y el dueño es el Estado que lo maneja y el condado y a su vez nos da el manejo a nosotros. Es complicado, pero si sabes manejarlo y te manejas bien con la otra gente y las agencias, todo funciona.
¿Cómo se toman las decisiones en la comunidad?
Primero se toma el tiempo para hacer la decisión, hay que estudiar las cosas y analizar. Cuando hablamos del crecimiento del comercio, nosotros somos un país capitalista como Panamá, queremos que los negocios salgan adelante, pero también tenemos que mantener el balance entre el comercio y la vida residencial. Tenemos que estudiar ambos. Hubo muchas reuniones cuando se amplió el centro comercial de Bal Harbour, hubo muchas reuniones públicas y votos para poder dar la aprobación y también el contrato entre la compañía y la ciudad para estar seguros de que manteníamos un balance de los requerimientos de la ciudad. Por ejemplo, ellos aportan dinero para ayudar al tráfico en la zona y cosas de ese tipo. Ellos construyeron un parque nuevo y lo que decidimos que se tenía que hacer para mantener el balance, se hizo.
¿Qué tan frecuentes son sus reuniones con la comunidad?
Una vez por mes, por ley tenemos que hacer una reunión con la comunidad. Siempre hay gente que viene, para pasar una ley al menos hay que hacer dos audiencias. Ahí todo es público, sale en la televisión, por Internet y/o es presencial. Cualquier persona del público puede hablar y asistir a las reuniones.
¿Cuánta gente asiste a esas reuniones una vez por mes?
Depende. Muy pocas cuando no hay nada, y muchas cuando hay algo. Cuando aprobamos lo de Bal Harbour tuvimos que alquilar una sala de conferencias en un hotel porque había casi mil personas que querían participar. Cuando no hay un tema candente puede haber 15.
¿Cómo maneja la relación con la comunidad?
Se dice que los alcaldes y los asesores de las ciudades son el gobierno más cercano al pueblo y es la verdad. Las decisiones que tomamos como alcaldes afectan la vida de los ciudadanos inmediatamente. Cuando el presidente toma una decisión política puede ser algo que no le importa tanto a la gente, pero tal vez tarde o temprano los afecta. Nuestras decisiones, aunque son menos trascendentes o pequeñas, afectan inmediatamente. Lo sentimos más que nunca en la pandemia. Los primeros meses las decisiones cayeron directamente sobre los alcaldes. En la Florida el gobernador dejó sobre nosotros estas decisiones porque cada municipio podía decidir según los casos que tenía y no sobre los casos totales del Estado, sino por zonas.
¿Cómo garantiza una gestión transparente a la comunidad?
Lo que tratamos de hacer es manejar la administración como una corporación. Todo es muy formal, todo es público, todo requiere votos, tiene que ser abierto por ley. Nosotros lo hacemos extra, no damos espacio para que los empleados sean corruptos, si hay la excepción ocurre en niveles medios, no altos, porque estamos encima de cómo se están haciendo las cosas. Lo que es importante aquí es que cuando hay corrupción sufren los residentes. Cuando hay corrupción no van a tener los servicios que necesitan.
El partido Demócrata y la gente que trabaja en el partido cada día son más izquierdistas y radicales, en noviembre se producirá un giro a favor de los republicanos, pero al final del día todos somos estadounidenses y queremos que el país tenga un buen futuro.
Siendo un abogado exitoso, ¿qué le impulsó a ser alcalde de su ciudad?
La verdad es que vivimos en una sociedad en la que a la gente le encanta quejarse y hablar de los problemas, pero no les gusta hacer cosas para tratar de cambiarlas o ayudar. Empecé a ver problemas muy locales en la ciudad, de infraestructura, de desarrollo y fui a ver cómo estaban manejando eso en la ciudad y no estaba de acuerdo. Entonces en vez de quejarme, como lo hice por un momento, dije vamos a hacer algo y me metí. Así decidí meterme.
No todos tienen la capacidad...
Mi deseo es seguir empujando las cosas políticamente, moviendo para adelante mis relaciones y el impacto que se puede lograr. Mostrar a mis cinco hijas que uno puede seguir trabajando. Todo el mundo se queja de que no les gusta una decisión o la otra, pero hay que meterse en la arena para hacer la diferencia, eso es lo más importante.
El partido Demócrata y la gente que trabaja en el partido cada día son más izquierdistas y radicales, en noviembre se producirá un giro a favor de los republicanos, pero al final del día todos somos estadounidenses y queremos que el país tenga un buen futuro.
Usted es republicano, ¿cómo califica el gobierno de Joe Biden?
Al presidente le tengo mucho respeto, así como a la oficina misma, pero la verdad se puede ver, con los años que tiene el presidente no tiene la capacidad mental para ser el líder del país en la forma en que lo necesitamos. Él corrió con el lema de unificar al país, pero ha hecho totalmente lo opuesto, sigue dividiendo al país en cualquier oportunidad. El partido Demócrata y la gente que trabaja en el partido cada día son más izquierdistas y radicales, en noviembre se producirá un giro a favor de los republicanos, pero al final del día todos somos estadounidenses y queremos que el país tenga un buen futuro.
Usted creció en Champlain towers, residencias vecinas a su comunidad, una de ellas se desplomó un año atrás, ¿cuál fue su colaboración como alcalde en esta tragedia?
Esa noche, en junio de 2021, me sonó el teléfono a las 2:30 am y sonaba y sonaba. Cuando lo contesté escuché a un amigo mío que me decía que su mamá estaba en el Champlain la torre sur y que se había desplomado el edificio y que ella estaba atrapada en un departamento. Yo fui para allá, llegué al edificio que está a tres minutos de mi casa. Lo que vi jamás se me va a olvidar. La mitad del edificio donde yo me crié estaba totalmente en el piso, pero lo más impactante era el silencio. No había voces gritando, había humo y silencio. Sabíamos que el edificio estaba lleno. Quiero decir que la mamá de mi amigo pudo salir, su departamento se partió en dos, ella estaba en la mitad que quedó en pie y pudo bajar. Fueron dos semanas muy difíciles. Trabajé mucho con las familias tratando de ayudar en lo que podía, había familias panameñas, puertorriqueñas, venezolanas.
¿Qué medidas preventivas se implementaron en otros edificios a consecuencia del desplome?
Hay cosas muy buenas de eso, la parte más difícil es que el código de construcción viene del estado y ellos están tratando de hacer cambios del nivel en que empezamos a hacer las inspecciones de más de 30 años. Han enviado ingenieros para que hagan reportes y ha sido muy duro porque hacer cambios para arreglar el concreto de un edificio es muy caro, pero hay que hacerlo porque ya vimos lo que puede pasar cuando se ignoran esas reparaciones. El trabajo sigue. La industria del seguro está ayudando mucho porque a la vez requieren la certificación de los ingenieros en la mayor cantidad de edificios posible. El 24 de este mes se cumple un año de la tragedia y seguramente habrá eventos para recordar a las víctimas, aunque también estamos tratando de cerrar las conversaciones de cómo ayudamos a las familias.
Recientemente en el estado de Texas, Uvalde, se registró otro tiroteo en una escuela que dejó 21 víctimas. ¿Qué lectura tiene usted de estos actos criminales recurrentes?
Es muy difícil entender como un niño de 18 años puede ir a comprar dos armas, matar a la abuela y después ir a una escuela primaria a matar a 19 niños y una maestra. Tenemos una crisis en el país de salud mental, pero también de la facilidad de comprar armas. Es algo que tenemos que mirar, la constitución otorga el derecho a comprar armas, pero hay que ver cómo se puede balancear eso con la seguridad. También es importante que las escuelas tengan los recursos para defenderse, que no sea tan fácil que alguien pueda entrar por una puerta abierta con una pistola para matar a los niños. El tema de salud mental es muy importante y no sexy, por así decirlo, que alguien destine fondos para eso, pero se necesita mucho. Con la pandemia se ha empeorado esto. Cuando hablamos de violencia casi siempre se centran en las escuelas, pero todos los fines de semana en ciudades importantes hay docenas de muertes a causa de armas de fuego, aunque son diferentes causas. A la gente le gusta mirar al gobierno para que dé la solución, pero también está en la sociedad que tiene que ser parte de la solución.
Es muy difícil entender como un niño de 18 años puede ir a comprar dos armas, matar a la abuela y después ir a una escuela primaria a matar a 19 niños y una maestra. Tenemos una crisis en el país de salud mental, pero también de la facilidad de comprar armas. Es algo que tenemos que mirar, la constitución otorga el derecho a comprar armas, pero hay que ver cómo se puede balancear eso con la seguridad.
¿Cuáles son sus aspiraciones políticas?
Es una pregunta difícil. Para mí la meta no es tener una posición de poder o pública. Mi meta es hacer una diferencia y cambios en la sociedad de la forma que puedo hacerlo. Hay que ver cuáles son las posiciones disponibles razonables que importan. A mí no me interesa estar en cargos donde no puedo hacer un cambio.
Pero puede tomar decisiones como congresista o representante...
Me gusta más el nivel ejecutivo más que el legislativo. Vamos a ver si en el Estado de la Florida tenemos algunas oportunidades en el futuro.
¿Quisiera ser presidente?
Quién no.
Usted tiene experiencia en la lucha contra el antisemitismo, ¿cuál ha sido el trabajo que ha realizado junto a otros alcaldes al respecto?
Históricamente la comunidad judía siempre ha sido blanco de ataques antisemitas. Cuando hay odio, división, problemas económicos, lo vimos en España, en el Medio Oriente, primero se culpa a los judíos. El antisemitismo está en aumento por todo el mundo, pero la comunidad judía se ha fortalecido, se siente respaldada por el estado de Israel y estamos en otra posición. Pero estamos tratando de tener un periodo de paz, con excepciones que se han dado, pero más que nada la comunidad tiene que seguir luchando por la paz. Pero este no es un problema solo de la comunidad judía, lo que empieza con los judíos nunca termina con los judíos.
¿Qué lo trae por Panamá?
Tienen una ciudad hermosa, no es la primera vez que estoy aquí. En esta ocasión vine invitado por la comunidad judía para hablar del trabajo contra el antisemitismo que hacemos, pero también he visitado un poco la ciudad. Estuve con el alcalde José Luis Fábrega, sabemos que las relaciones entre Estados Unidos y Panamá han sido fuertes por muchos años y tenemos relaciones personales entre nuestras comunidades.
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