El sector hotelero cuestiona la efectividad de la ley de incentivos turísticos que busca la construcción de hoteles en el interior del país. Raúl Jiménez, presidente de la Asociación Panameña de Hoteles, se pregunta cuál es la garantía de que vendrán más turistas cuando ni siquiera se promociona un mensaje claro de marca país. Pide prioridades y orden en la política de turismo
Raúl Jiménez.
El turismo está estancado. Así lo definen los hoteleros. Prevén que no se va a cumplir la expectativa de alcanzar 1,8 millones de turistas en este año, hasta mayo habían ingresado al país aproximadamente 500 mil. Lo más delicado son las polémicas leyes 122 y 789 que brindan incentivos para el fomento de la actividad turística en el país.
Simplemente se incentiva la construcción de nuevos hoteles sin tener la garantía de que vendrán los turistas. Esto último responde a que el país no tiene una marca en el extranjero y los pasajes son caros. Actualmente existe una ocupación hotelera del 46% y 23% de los hoteles están cerrados o sin operaciones porque no existen las garantías de que va a tener clientes. Nuestro entrevistado, Raúl Jiménez, presidente de la Asociación Panameña de Hoteles, pone los puntos en las íes en las prioridades que debe tener en cuenta la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) para reactivar la actividad y hace un llamado para que las empresas que recibirán los incentivos fiscales se enmarquen en la industria y no en el sector inmobiliario, con el afán de que existan los mecanismos claros para garantizar que el riesgo no se traslade al estado.
Si pudiera definir la situación del turismo en este momento, ¿cómo lo haría?
Estamos en una situación de estancamiento. A partir de que se apertura el país el año pasado, de enero a mayo hemos tenido una ocupación hotelera que ha sido una línea recta. Esa ocupación ronda el 46% basado en la capacidad hotelera del país del año 2019, que es el año de referencia antes de la pandemia. Recientemente en el mes de mayo hicimos una encuesta a todos los hoteles del país basados en la Autoridad del Turismo, ya que no todos los hoteles son miembros de la Asociación. En esa encuesta determinamos que tenemos un 23% de ocupaciones cerradas, o no disponibles. Es decir, el inventario total de habitaciones de hoteles en el país sumaba 27,500 aproximadamente, de las cuales en el mes de mayo estaban activas unas 21,800 aproximadamente. Esto quiere decir que la plaza hotelera se ha disminuido. No hay garantías para que un inversionista hotelero abra su operación porque necesita tener la seguridad de que va a tener clientes.
El año pasado cerramos con más de 800,000 turistas, que contrasta con los 2,5 millones de 2019.
¿Cómo va a tener la garantía de que tendrá clientes?
Solamente si ve confianza de que el turismo que viene del extranjero se va a reiniciar. Nosotros monitoreamos mucho cómo va el ingreso de turistas. El año pasado cerramos más o menos con 800 mil turistas, que contrasta con los 2,5 millones que teníamos en el año 2019. Esto quiere decir que estamos a un 30% de recuperación. Otros países como Costa Rica, República Dominicana, llegaron al nivel de 2019, y este año por el ritmo que llevamos, hasta el 31 de mayo teníamos aproximadamente 550 mil turistas, estamos proyectando una entrada de 1,3 millones que es por debajo de lo calculado por las autoridades.
¿De qué sirve una ley de incentivos para el turismo que pretende aumentar la capacidad hotelera si no existe la demanda, si no atraemos turistas?
Esa ley tiene nominalmente incentivar la creación o construcción de hoteles principalmente en el interior de la República. Es una ley polémica, sin haber sido consultada con la Asociación de Hoteles o algún otro gremio turístico y creo que ese es el origen de las discusiones que se tienen ahora, las objeciones válidas que existen en la ciudadanía. Nosotros también somos parte de la ciudadanía que cuestiona algunos aspectos de la ley. El objetivo ha sido incentivar la construcción de hoteles sin pensar en la demanda que van a tener, de nada sirve tener más hoteles si no va acompañado de un flujo adicional de turistas. La tesis del ministro de Turismo, Iván Eskildsen, según le escuchado decir, es que la razón (palabras más o menos) es que no tenemos más turistas porque no tenemos más hoteles en el interior. Le hemos comunicado que la desocupación de los hoteles actuales es incluso más alta en el interior que en la capital. Lo que estamos viendo es una recuperación a partir del mes de junio en la ciudad, en eventos que impactan a hoteles de la capital.
¿Es una ley hecha para favorecer a cierto sector de la actividad turística?
Es una ley que es para todos. Hay una lista de 39 proyectos que ya están en fila para recibir los incentivos y hay representantes legales enlistados de empresas inmobiliarias más que de empresas hoteleras, pero también hay hoteles de operaciones legítimas y que esto es una manera de poder financiar y ampliar el hotel. Hay de todo y en el gremio también hay de todo, se han podido analizar opiniones en contra y a favor de la ley.
De estos proyectos que se apuntan para el incentivo, ¿cómo determinan quién califica y quién no?
Esa es una de las preguntas que le hemos hecho al ministro de Turismo. Nosotros, la junta directiva de Apatel, le hicimos una invitación en el mes de mayo para explicar sobre todo siete puntos de la ley que nos causaban preocupación. Entre ellas, qué mecanismos hay para garantizar que un desarrollo no sea inmobiliario, sino netamente turístico y qué criterios había para asegurar que esa ley vaya a atraer “x” turistas por Tocumen o los puertos de entrada. No solamente el turismo local que no genera divisas para el país. Otra de las incógnitas era cómo se va a garantizar que el riesgo del inversionista no se traslade directamente al Estado. La respuesta que tenemos es que en la mesa de reglamentación se va a dar. Nosotros vamos a participar en este ejercicio, pero es injusto que se pase el riesgo al estado.
¿Hasta qué monto va a dar el gobierno en concepto de incentivos a los hoteles, según la ley?
Nosotros fuimos sorprendidos porque nuestro gremio nunca fue consultado. La primera ley fue la 122 presentada y aprobada sin participación de los gremios turísticos el 31 de diciembre de 2019. Inmediatamente vino la pandemia y nadie le prestó atención. Pero la polémica surgió un poco después y entonces se presentó el proyecto 189 como una manera de corregir algunas cosas que se veían como abusivas en la ley 122. Todavía la ley no ha sido publicada, pero sí sancionada y no se ha derogado la ley 122. Los que ya estaban en trámite bajo la ley 122 se les va a reconocer el 100%.
¿Quiénes estaban en trámite en la ley 122?
En la lista hay 39 proyectos, la mayoría no son parte del gremio hotelero, son inversiones que suponemos que son inmobiliarias y lo que nosotros vamos a exigir en la mesa de reglamentación es que se pongan mecanismos claros de qué es un proyecto turístico y qué es un proyecto inmobiliario. Por otro lado, que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) asuma su rol. Hemos visto a los funcionarios del MEF en el debate de la Asamblea decir que esto es un proyecto de la ATP y no tienen nada que ver.
Si fue tan inconsulta la ley, ¿quién fue el interesado en impulsarla?
Nosotros entendemos que es un proyecto que vino del Ejecutivo, posteriormente fue debatido y modificado en la Asamblea. Esa es una de las razones por la cual nosotros no hicimos ningún pronunciamiento, ni de apoyo ni de crítica. No queríamos comprometer públicamente una posición que después iba a cambiar.
Y ahora ¿cuál es la posición de Apatel sobre la ley de incentivos fiscales para el turismo?
La posición ha sido recalcar la invitación que le hicimos al ministro de Turismo quien ha accedido a reunirse con nosotros para aclarar los puntos. Nosotros no podemos emitir una posición sin tener la clarificación de los puntos que le hemos enviado. Esa es la posición formal.
¿Cómo van a llenar los hoteles de turistas?
Un riesgo que se tiene con este boom de construir hoteles en el interior es que al final se incentive la construcción de hoteles que van a tener la misma ocupación que los actuales. No hay nada que reemplace el incremento de llegada de turistas, el gasto de turistas, como medicina a los males que nos aquejan como país en materia de turismo. Es la promoción de la demanda la que va a subir todas las naves.
¿Por qué no hemos sido capaces de atraer aerolíneas de bajo costo que aterricen en la capital?
Ese es uno de los tres puntos principales que le hemos comunicado al ministro Eskildsen con quien tenemos una magnifica relación. El primer punto es el posicionamiento de Panamá. Pensamos que no refleja lo que somos. Refleja lo que quizás el entorno del ministro quiere que fuéramos, un país de senderistas, indigenista, nosotros somos un país de cruce del mundo, donde cada turista recoge un poco de sí en nosotros. Somos una síntesis del mundo. Nos lo dicen, nos ven como un país de sol y playa ‘plus’. Ese plus, quiere decir el Canal de Panamá, los fuertes coloniales, las comarcas indígenas. Hay un gran complemento en el país, pero no lo sabemos explotar.
Pero qué pasa con las aerolíneas de bajo costo que no llegan. Hacer un viaje a Panamá desde algunos destinos es equivalente a ir a Europa…
Nosotros hemos apoyado activamente la competencia en las rutas, no solamente el desarrollo de nuevas frecuencias y rutas a Panamá, sino en las rutas existentes que haya competencia. Estuvimos en un evento en el Centro de Convenciones de Amador y una persona que venía de Argentina nos dijo que le costó miles de dólares venir a Panamá, lo dijo en un foro público, no es un debate nuevo.
¿Pero qué estamos haciendo para subsanarlo?
Lo que nosotros estamos haciendo como gremio es apoyar al Ministerio de Comercio (Mici) que estaba activamente, con el apoyo del presidente, buscando nuevas aerolíneas. No es fácil.
¿Van a venir o no?
Nosotros queremos que vengan.
El deseo es otra cosa, en tres años de gestión se logró que viniera una línea de bajo costo de Costa Rica a Bocas del Toro… ¿qué probabilidades hay de que vengan a la capital en esta gestión gubernamental?
Bueno, lo primero es dar una razón para que vengan a Panamá. ¿Qué razón le damos? Insisto en el punto inicial: el posicionamiento. Si no hay una razón para que un turista escoja venir a Panamá, las aerolíneas no van a venir simplemente porque aquí les abramos el aeropuerto o les demos concesiones gratis. Tiene que haber una razón, y esto se relaciona con el esfuerzo de venta y mercadeo de Panamá. Panamá no tiene un departamento de venta de su país, ni en Promtur, ni en la ATP.
¿Cómo evalúa la gestión de Promtur?, ¿es la adecuada?
En el sector hotelero, el de operadores de turismo, convenciones, todos los que tenemos que ver con la industria, seguimos un indicador principal, cuántos turistas están entrando a Panamá, cuál ha sido el resultado de la gestión. Si bien en el principio había problemas de organización y luego vino la pandemia, que detuvo muchos de estos esfuerzos, ya eso quedó atrás. Estamos incisivos en la necesidad de mostrar resultados. Hasta el momento los resultados no están ahí, son resultados del país.
¿Cómo se miden los resultados?
Para nosotros es la entrada de pasajeros, la estadía y lo que gasta en Panamá. Esas son las tres mediciones. Hasta mayo han entrado 550 mil turistas del extranjero.
Estamos a mitad de año, ¿cree que se alcancen las expectativas de traer a 1.8 millones de turistas a fin de año?
La proyección nuestra es que no. Será 1,3 millones o 1.4 millones. El deseo de la ATP y Promtur es de 1.8 millones. Es muy difícil eso porque el año pasado fue 800 mil.
Cuando se hacen las campañas, se hacen pensadas en un lema en específico, ¿o qué lo dirigen? ¿Cómo lo decide Promtur?
Promtur ha contratado empresas consultoras internacionales que han hecho, pensamos que bueno, en identificar los mercados principales y cómo llegarles. También identificar cómo nos vemos los panameños, una cosa es cómo nos vemos a nosotros mismos y otra cosa cómo nos ven afuera. Producto de esa evaluación, ellos pusieron el lema: Panamá vive por más, que la empresa privada en general la adoptó. El problema es que la ATP no lo ha adoptado, entonces como país tenemos un slogan que es “Vive por más” de Promtur, pero el de la ATP es “Panamá por naturaleza”. Eso manda un mensaje díscolo, de posicionamiento equivocado que para la empresa privada es terrible.
¿Hay rivalidad entre ambas entidades?
Sí, la ha habido. Esas diferencias se han alineado en los últimos meses. Estamos hablando de 30 mil empleos que hay que cuidar. Además, debo decir que nuestros empleos en muchos casos no son sujetos de crédito porque estamos en una industria inestable de acuerdo con la banca.
¿Hasta qué punto hay sintonía entre los planes de la ATP y Apatel?
Este año la ATP ha tenido una iniciativa que ha sido formar un comité de la reactivación de la industria, donde los gremios turísticos en general se reúnen con el ministro de la ATP y le sugieren actividades y mercados a desarrollar. Eso ha sido bien recibido porque sentimos que es la primera vez que se toma en cuenta la opinión de la empresa privada en la condición del turismo. Han salido iniciativas interesantes y beneficiosas para Panamá, como pactos con mayoristas en Estados Unidos. Recientemente hubo un acuerdo con un mayorista de ese país que agrupa a agencias de viaje, pero lo primero que hay que poner en orden es cómo nos queremos posicionar afuera. Si queremos presentarnos que somos un refugio de senderistas…
¿Usted ve que en este gobierno se puede enderezar el turismo?
Si no se hacen los cambios no habrá resultados diferentes. Los cambios se sintetizan en tres cosas: posicionamiento, es decir, cómo nos queremos vender en el extranjero. ?Cuál es la promesa turística de Panamá?, la de Costa Rica es ecología, la de República Dominicana es playa y golf. ¿Cuál es la de Panamá?, no hay identidad. El ministro ha mantenido su misión en que se trata del turismo verde, pero eso al final no genera empleos. Necesitamos reactivar los empleos. La segunda prioridad tiene que ver con que Panamá no tiene un departamento de ventas. No hay nadie afuera que esté buscando aerolíneas nuevas, no hay nadie que esté firmando los mayoristas. Ahora lo está haciendo el Mici, pero antes decían que eso le tocaba a Tocumen, S.A. No hay claridad en los objetivos que necesita el país. La tercera es buscar aerolíneas que abran nuevas rutas y que compitan.
¿Cuál cree que sea la posición de Copa al respecto?
Lo que nosotros buscamos es competencia, no podemos escarbar las políticas de una empresa privada, pero sí queremos que haya competencia y para eso tiene que haber una razón para venir a Panamá.
¿El turismo de convenciones se reactivó?
En el mes de junio hemos visto señales muy alentadoras, ha habido varias convenciones que llenaron el Centro de Convenciones de Amador y que llenaron hoteles.
¿Cuántas convenciones hay programas hasta fin de año?
Tengo entendido que eran 25 en los próximos tres años, pero sigue creciendo.
¿Pero en tres años?
Hay otra cosa, las convenciones grandes se pactan con cuatro y cinco años de antelación, esas generan miles de visitantes. Ahora mismo el contrato con el centro de convenciones termina en 2025, así que están concentrándose en ese lapso.
¿La temporada de cruceros promete?
Eso empieza en noviembre. Hemos tenido que luchar porque cuando las compañías de cruceros anunciaron sus intenciones de arrancar, el Ministerio de Salud de Panamá estaba pidiendo que los viajeros tuvieran tres vacunas para entrar a Panamá. Era como incongruente y tuvimos que convencer al presidente Laurentino Cortizo, de que dejara sin efecto la tercera vacuna. Él accedió. Esa es la parte de la incongruencia, no hay coordinación.
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