El presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada aboga por un sistema de libre competencia, con instituciones más fuertes que cumplan el objetivo de fiscalizar las distorsiones del sistema, y rechaza tajantemente los subsidios y las regulaciones en los márgenes de ganancia que proponen los sectores sociales en la mesa de diálogo
Rubén Castillo, presidente del Conep.
La coyuntura política y social que vive el país parece haber entrado en un laberinto. Con el afán de atender los reclamos de los sectores sociales, el gobierno conformó una mesa única de diálogo, frente a frente para buscar soluciones a las exigencias. El sector empresarial reclama espacios de negociación en esta primera fase de la mesa única de diálogo. Al sentirse excluidos de este proceso, el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) anunció que no reconocerá los acuerdos alcanzados previamente. Siendo actores en la cadena de producción, el gobierno se enfrenta al desafío de consensuar posiciones con los nuevos actores en un diálogo que no solo atienda los reclamos inmediatos, sino que arranque de raíz los problemas estructurales del país sin que esto se traduzca en paros indefinidos o cierres de calle que impidan la libre circulación y la productividad. Nuestro entrevistado, Rubén Castillo, presidente del Conep, alienta a desarticular los oligopolios y monopolios que distorsionan el mercado, a fortalecer las instituciones encargadas del control y aconseja al presidente de la república a instaurar medidas de contención del gasto medibles por toda la sociedad.
¿Cuál será la salida al conflicto tomando en cuenta que los empresarios no reconocen los resultados de la mesa única del diálogo?
Vamos a ponerlo en contexto. Nosotros al inicio de julio planteamos un gran diálogo nacional partiendo de la base de que hay temas comunes e importantes para guiar hacia adelante al país. Se dio esta crisis, se estableció una mesa única en medio de una gran turbulencia, muchas de las cosas que se querían tenían una base legítima, pero en el tema de costo de vida nosotros también tenemos nuestros planteamientos que no se han escuchado. Se aprobó una metodología que señala que nuestra participación queda relegada a una hipotética fase dos, con sorpresa y perplejidad vimos como la fase uno iba avanzando en la regulación de precios. Ese concepto ha generado escasez y precariedad en muchos países. Nosotros pensamos que la mejor forma de resolver el costo de vida es estimular la auténtica libre competencia y rompiendo la columna vertebral de los monopolios. Lamentablemente no se nos ha escuchado y esa fase dos se nos ha convertido en un verdadero espejismo.
¿Pero cuál es la salida?
Cuando hablamos de los reclamos ya mencioné que tenemos que ser una especie de cambio fundamental en las instituciones públicas, mayor transparencia, una lucha contra la corrupción que tenga mecanismos básicos de revisión de control, la eficacia de los funcionarios públicos en su desempeño, emitir una ley de conflicto de intereses, revisar la posibilidad de la ley de servicio público. Hay una serie de medidas que se pueden implementar para reforzar y mejorar la institucionalidad democrática.
Citando a Nelson Mandela: el arma más poderosa para el cambio social es la educación. Ahí tenemos un problema. Además, tenemos un problema en un sector importante para la nación como lo es el turismo, las imágenes que han circulado han afectado terriblemente el curso de esta actividad.
¿Por qué el subsidio afecta a los productores?
Hay una situación muy concreta. Si le decimos a un productor que la regulación de precios no lo va afectar porque la diferencia la va a pagar el estado, la va a pagar como consecuencia de la suscripción de nuevos préstamos y en los términos que establece el estado. Un pequeño y mediano productor, que se quede esperando que el estado le pague puede poner en entredicho su propio negocio, el esfuerzo de toda su vida, en esa espera. Son temas fundamentales que no se pueden resolver de un plumazo o con brujería económica. Ese es un tema esencial porque el problema podría derivar en mayor desempleo.
¿Quién quiere invertir en Panamá en este momento?
Le estamos haciendo un daño a la reputación del país. También hay un mensaje devastador cuando vemos que la educación se ha deteriorado con esos temas de los paros continuos. Esos paros no le han hecho bien a nuestra juventud. Citando a Nelson Mandela: el arma más poderosa para el cambio social es la educación. Ahí tenemos un problema. Además, tenemos un problema en un sector importante para la nación como lo es el turismo, las imágenes que han circulado han afectado terriblemente el curso de esta actividad.
Hay oligopolios en este país que nadie se atreve a desarticularlos y que están distorsionando el mercado... ¿cómo se va a cambiar esto?
Las instituciones tienen que funcionar. El problema es que dentro del perímetro de la democracia nosotros tenemos que hacer que esas instituciones funcionen. Debemos quebrar la columna vertebral a los monopolios y oligopolios para que haya una legítima competencia. El otro camino, o la otra forma de mirar la economía es pura brujería económica. Eso significa la estatización de la actividad económica.
Las instituciones tienen que funcionar. El problema es que dentro del perímetro de la democracia nosotros tenemos que hacer que esas instituciones funcionen. Debemos quebrar la columna vertebral a los monopolios y oligopolios para que haya una legítima competencia.
¿Por qué el sector empresarial no ha lanzado una alerta a esas instituciones para que funcionen como debe ser?
Nosotros de manera persistente hemos planteado la necesidad de estimular la libre competencia, que es contraria a cualquier tipo de monopolio y oligopolio.
Digamos que nos ponemos serios para controlar esto, ¿qué impedirá que el empresario que está siendo afectado no llama al gobierno de turno para defender sus intereses?
Estamos hablando de un entramado que va en contra de la ley y la constitución. Estas fórmulas no son avaladas por el Conep, esa suerte de mecanismos oscuros u opacos que tratan de vulnerar la ley la constitución deben ser rechazados no sólo por el Conep sino por el resto de la sociedad. Pero ello no significa poner en entredicho el sistema de libre empresa. A veces existen irregularidades que deben ser enfrentadas con firmeza por el poder judicial, y nosotros llamamos a eso, a fortalecer las instituciones de la democracia y el estado de derecho.
¿Considera que ha habido abuso en algunos precios?
Yo veo con claridad que como en cualquier sociedad habrá empresas que cometen irregularidades y hemos hecho un llamado de manera firma que las empresas en estas prácticas o cometen delitos, a esas empresas e instituciones debe aplicarse la ley sin atenuantes.
Un ejemplo que reclaman son los medicamentos...
Hay una serie de temas que tenemos que hablar en ese tema porque a veces se hacen comparaciones que no son correctas. No se pueden vincular sistemas que se usan en otros países con el sistema que se usa en Panamá. Por ejemplo, en España no existe una Caja de Seguro Social (CSS) que dé en forma gratuita o en función de lo que paga el asegurado los medicamentos y por eso hay un subsidio importante a los medicamentos que se venden. Nosotros hemos dicho libre competencia en toda actividad económica.
El problema es que cuando salen las licitaciones de la CSS empiezan las impugnaciones y no vemos la luz...
Cuando hablamos de la reforma del estado de tal manera que se garantice la libre competencia nosotros vamos a poder combatir todas las irregularidades que se dan en el sistema de licitaciones públicas. Por qué creemos en la libre competencia, porque es el fundamento básico de la democracia liberal.
¿Cuándo vamos a hacer esas reformas que plantean?
Hay que promoverlas y eso es importante que sea una parte esencial de cualquier planteamiento ciudadano, porque es eso o la anarquía.
Rubén Castillo junto a Adelita Coriat.
Eso no actúa de inmediato y requiere de cambiar la voluntad de los funcionarios públicos...
Creo que debe haber una ley de servicio civil, el estado no puede ser obeso. Hemos planteado como Conep la desburocratización del estado porque sabemos que la burocracia frondosa es el pesebre de la corrupción. Esos cambios esenciales tenemos que buscarlos para que el estado de verdad ponga en el centro de todas las cosas al ciudadano. Si continuamos con esas prácticas de hacer obeso al estado, vamos a acabar con la institucionalidad.
El diálogo tiene ocho puntos específicos. Alrededor de todo eso hay discursos relativos al sistema económico y otra serie de cosas que al final algunas son expresiones de naturaleza política. Sin lugar a duda nosotros tenemos interés en participar en los diálogos para fortalecer el estado de derecho, la democracia, hacer que las instituciones funcionen adecuadamente. Es un trabajo difícil, nadie dice lo contrario, pero también tenemos que eliminar el déficit ciudadano.
En cuanto a la regulación de precios. ¿El sector empresarial considera que hay abuso en los precios de ciertos productos?
Yo creo que no hay que separar a los empresarios del concepto de pueblo porque en base a datos duros el tejido empresarial panameño está constituido en su mayoría por la pequeña y mediana empresa. En un sistema donde impera la libertad y capacidad para innovar, es importante la libre competencia, tenemos que promoverla, profundizarla, eliminar los monopolios, estimular la actividad productiva y eso va a generar precios razonables. La otra medida, que puede servir para titulares, es la regulación de precios que ha demostrado con hechos concretos que no ha servido para resolver el problema.
¿Volviendo a la mesa, ¿se sentarán en la negociación en una segunda fase?
El problema es cuál es el contenido de la segunda fase. Se nos dijo que la segunda fase no se sabe cuándo es ni cuál será la metodología, y mientras tanto, a través de la primera fase se han ido tomando medidas que pueden afectar la capacidad productiva. Eso significa que la segunda fase es un espejismo idílico y si no tiene ningún contenido qué sentido tiene. No se sabe cuándo será ni su metodología.
Imagino que esos detalles serán anunciados...
Claro, cuando se termine la primera fase en la que se adoptaron una serie de medidas que ya se están aplicando, qué sentido tiene eso desde el punto de vista de la actividad productiva. ¿Qué queda para la segunda fase, que nosotros seamos simples espectadores de lo que se acordó? Eso no tiene sentido. Si se llegan a acuerdos y se aplican y nos llaman para cambiar algo, no creo que esa sea la lógica.
Por otra parte, si quieren ser parte de la conversación tendrán que participar para tomar decisiones...
Lo vamos a hacer desde el punto de vista de las ideas. Nosotros tenemos argumentos que van a plantearle a la sociedad, tenemos comisiones con expertos que tienen un análisis de las consecuencias de las decisiones que se están tomando.
Imagino que habrá puntos de coincidencias entre el sector empresarial y los sectores sociales...
El diálogo tiene ocho puntos específicos. Alrededor de todo eso hay discursos relativos al sistema económico y otra serie de cosas que al final algunas son expresiones de naturaleza política. Sin lugar a duda nosotros tenemos interés en participar en los diálogos para fortalecer el estado de derecho, la democracia, hacer que las instituciones funcionen adecuadamente. Es un trabajo difícil, nadie dice lo contrario, pero también tenemos que eliminar el déficit ciudadano. La gente debe tener la capacidad para auditar a las instituciones, estar pendiente del giro de la actividad institucional para criticar y participar de forma más vigorosa.
En cuanto al papel de Acodeco establecido en la mesa única del diálogo, ¿cuál es su opinión?
El problema es que estamos exhumando la oficina de regulación de precios.
¿Tienen algún proyecto de ley de la empresa privada para fortalecer la Acodeco?
Antes hay que aclarar que son dos cosas distintas. De lo que se está hablando en la mesa es la regulación de precios que es un fracaso al final solamente sirve para el titular. Lo otro es examinar las funciones de Acodeco en relación con el mecanismo para lograr una efectiva libre competencia. Ahí vamos a estar, tenemos estudios sobre la materia porque es importante para el sector privado. Se puede presentar un anteproyecto, tenemos que plantear a la sociedad salidas al problema. Estamos claros que la sociedad tiene una demanda sobre la fortaleza de las instituciones, la lucha contra la corrupción, la democracia y otros temas y tenemos opciones en el área económica para mejorar la situación del país.
El ambiente que estamos viviendo, descalificando de un sector a otro, y propiciando una lucha de clases...
Se ha hablado en la mesa de una manera amplia descalificando al sector productivo. Es un diálogo que no es tal, una especie de monólogo, plataforma de ideas políticas. Cuando también traemos del pasado estos conceptos de lucha de clases, de odio, al final estamos perdiendo de vista que esos son anacronismos, que nosotros podemos ponernos de acuerdo entre panameños para lograr que las personas salgan de la pobreza. Eso solamente se logra a través de la iniciativa privada, ahí están los hechos de la pequeña y mediana empresa. Esa es la pasión por crear, innovar y desarrollar. Nosotros no podemos tener una sociedad basada simplemente en subsidios, tenemos que ofrecer empleo y hacer que el país sea más productivo.
¿Cuál es el siguiente paso del Conep?
Primero que estamos en la gran alianza por Panamá, tenemos objetivos convergentes, comisiones dentro de Conep estudiando los decretos que acaban de salir. Vamos a profundizar la divulgación de nuestros puntos de vista desde la perspectiva del sector privado para mejorar las condiciones del país.
¿Y en dónde van a quedar los problemas estructurales del país, los vamos a resolver?
Lo que pasa es que la democracia, como decía Jorge Luis Borges, no puede ser una operación aritmética en la que se va a votar e irnos a la casa a esperar qué va a pasar con el próximo gobierno. Es un proceso dinámico, todos los sectores tenemos que involucrarnos para hacer cambios trascendentales. ¿Cómo lo conseguimos? Aportando ideas.
El mejor consejo es escuchar a la sociedad, hacer cambios auditables por la sociedad. No se puede hablar de que se van a tomar medidas de contención del gasto sin que esas medidas sean específicas y concretas, medibles por la sociedad.
Cuántos diálogos más hacen falta para resolver nuestros problemas cuando ya hay ejercicios anteriores...
Tenemos que ser optimistas en la inteligencia de la voluntad. Cada vez que se hace un diálogo hay pequeños cambios que se dan y que son demostrables. Tenemos que incrementar la velocidad de esos cambios, la gente debe sentirse parte de un proyecto de país. Nosotros no podemos disolver el concepto de ser panameño, tenemos que hacer el país que nos una a todos. Si no tenemos un proyecto de país, que se convierta en el fundamento de lo que queremos ser hacia adelante, podemos tener muchas dificultades, vamos a construir ese concepto para mejorar nuestra nación.
¿Cuál sería el mejor consejo que le puede dar al presidente Laurentino Cortizo en esta coyuntura?
El mejor consejo es escuchar a la sociedad, hacer cambios auditables por la sociedad. No se puede hablar de que se van a tomar medidas de contención del gasto sin que esas medidas sean específicas y concretas, medibles por la sociedad. Debe haber una percepción de que los cambios van en la dirección correcta. Además, el compromiso que debemos tener como ciudadanos de acompañar esos cambios. No solamente son del Ejecutivo, sino de los otros órganos del estado a nivel del órgano judicial debe haber justicia expedita, a nivel del legislativo deben sintonizarse con los reclamos que tiene la sociedad. El poder está en nuestras manos porque tenemos la capacidad de cambiar el destino con el voto.
El gobierno tiene que ampliar su estilo de gobernanza para establecer vasos de comunicación con los problemas de la sociedad. Cuando hablamos de la Asamblea es un tema que tiene que ver con la democracia en sí. La democracia no es que resuelve todos los problemas, pero es el fundamento para que cada cierto tiempo podamos hacer valer la voluntad ciudadana.
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