Hasta el momento Panamá cuenta con el apoyo formal de 50 países. Aunque se necesitan 129 votos como mínimo, la Cancillería busca superar con creces la cifra para legitimar su candidatura como representante del Grulac. Es ahora o hasta después de 2055
La Cancillería aspira a lograr algo similar a la experiencia de Ecuador elegido en junio pasado (2022) con 190 votos a favor como miembro no permanente del Consejo de Seguridad.
Panamá cuenta con el ‘apoyo formal’ de 50 países para convertirse en miembro no permanente del Consejo de Seguridad (CS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el periodo de 2025-2026. El número, por ahora, representa un paso inicial para que el próximo junio de 2024, cuando los 193 miembros de la ONU decidan, Panamá logre un respaldo que supere el mínimo necesario de 129 votos para formar parte de este organismo y legitimar la candidatura del Grupo de América Latina y el Caribe (Grulac).
Para alcanzar este propósito será necesario activar a los lobistas en Nueva York, sede de la ONU, participar activamente en las sesiones de la organización, y tener un acercamiento bilateral o multilateral con todos. Esto incluye a países con tendencia de izquierda, derecha, incluso aquellos a los que se ha criticado en otros foros por su tipo de gobierno, o por su poca atención a la violación de derechos humanos que ocurre en su propio territorio.
La Cancillería aspira a lograr algo similar a la experiencia de Ecuador elegido en junio pasado (2022) con 190 votos a favor como miembro no permanente del Consejo de Seguridad.
Hasta ahora Panamá es el único candidato postulado por el Grulac, y si permanece la tradición de sus miembros, así continuará hasta la elección. “Hay una regla no escrita en el Grulac en la que se respetan las candidaturas, de hecho hasta el 2048 están las membresías cubiertas por distintos países de la región”, señaló a La Estrella de Panamá la directora de Política Exterior de la Cancillería, Isbeth Quiel.
La posibilidad de que un país pequeño como Panamá tenga una voz y voto en el escenario internacional le da la oportunidad de negociar con cualquiera de sus miembros.
Incluso hay países que se han propuesto dos veces seguidas en ese periodo.
En marzo de 2012 el entonces Canciller Roberto Henríquez formalizó el interés de Panamá en contar con un asiento no permanente en este organismo, y de lograr el respaldo de los miembros de la ONU, sería la sexta vez que Panamá integra el Consejo de Seguridad. Aunque, en esta ocasión la silla la ocupará un representante de la administración gubernamental que gane las elecciones en julio de 2024. Es una oportunidad que podría no repetirse en más de 30 años, ya que las candidaturas están presentadas por países de la región hasta el 2054. Si Panamá estuviera interesada en una nueva designación tendría que ser a partir de 2055.
No obstante el prestigio y la oportunidad que merece al país al ser parte del CS, las decisiones de fondo solo competen a los cinco miembros permanentes que tienen derecho a veto para proteger sus intereses y de sus aliados: China, Francia, Federación de Rusia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos. En cambio, explica el profesor de Relaciones Internacionales, Euclides Tapia, “si la decisión es de forma, es allí donde independiente del voto de los miembros permanentes la mayoría de los miembros del CS (miembros permanentes más miembros no permanente), puede adoptarla porque en tales casos no se aplica el derecho a veto aunque uno de los miembros permanentes vote en contra, pues en esa situación particular su derecho a veto es nulo”.
ESTRATEGIA EN MARCHA
Recientemente la canciller panameña, Erika Mouynes, reunió en su despacho a once excancilleres para consolidar la estrategia para este propósito. Un ejercicio “inédito, colectivo que buscaba consolidar el procedimiento que se inició en marzo de 2012 cuando se presentó la candidatura”, indicó Quiel.
La Decana conversó con varios excancilleres que participaron en la reunión, todos pidieron obviar su nombre, pero entre las opiniones que surgieron para formar o no parte de este organismo, uno de los consultados indicó que durante el debate, “una minoría de los asistentes advertía de los riesgos de ser miembro del Consejo por las presiones que Panamá pudiera recibir en materia de seguridad, conflictos en los que las grandes potencias presionen”. No obstante, añadió, “prevaleció que si nos queremos dar a respetar debemos jugar en las grandes ligas”.
La posibilidad de que un país pequeño como Panamá tenga una voz y voto en el escenario internacional le da la oportunidad de negociar con cualquiera de sus miembros. Además, “aporta balance como voces mediadoras que pueden contribuir a resolver situaciones de conflicto en el escenario”, señaló Quiel.
La neutralidad del activo más grande del país, el Canal de Panamá, “no está en discusión, así como tampoco está en riesgo”, apuntó la funcionaria de Cancillería.
Entre 1976-1977, el canciller panameño Juan Antonio Tack, aprovechó la coyuntura de formar parte del CS en representación del Grulac cuando Panamá luchaba por la recuperación de la vía interoceánica de Estados Unidos. Posterior a esa experiencia, en 1981-1982 con los Cancilleres Jorge Illueca y Juan José Amado y en 2007-2008 con el Canciller Samuel Lewis Navarro el Tratado de Neutralidad del Canal había entrado en vigencia.
Todo el equipo de la Cancillería debe estar a bordo del objetivo. La entidad tiene entre 20 a 30 funcionarios trabajando en esta misión. “Esto no implica un gasto significativo”, dijo Quiel. Consideran reforzar en Nueva York, Estados Unidos, sede de la ONU, con personal técnico que conozca de candidaturas para que realicen la gestión técnico-diplomática. También activarán al personal de carrera desplegado en el servicio exterior que “están haciendo gestiones de lobby”, confirmó la funcionaria.
La agenda que se discute en el CS es muy amplia. Se debaten temas como la protección de civiles en situación de conflicto, el Cambio Climático, embargo de armas, petróleo, prevención de conflictos y conflictos armados.
El asunto más sonado recientemente fue el veto de Rusia que frustró la resolución de condena del Consejo a la invasión a Ucrania. El texto, que quedó en un papel mojado, instaba a Rusia a retroceder y cesar el uso de fuerza en Ucrania.
En este tejemaneje de decisiones surge el intercambio de votos entre países. “Eso es una posibilidad presente y tiene que ver con el nivel de las candidaturas. Panamá no canjearía un apoyo si no es a nivel del Consejo de Derechos Humanos, para ponerlo en igualdad de condiciones”, explicó Quiel. Enseguida mencionó que es parte de la estrategia en curso.
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