El expresidente de Colombia, Iván Duque prevé un incremento de los cultivos de coca, que ya muestran un aumento del 40%, por la limitante judicial impuesta a los sistemas de erradicación. En su visita a Panamá, Duque ofreció una exclu1siva a El Polígrafo
Iván Duque, expresidente de Colombia (2018-2022) tuvo que tomar decisiones difíciles en solitario mientras fue presidente. Algunas en escenarios malos, otras en peores. Pero las reformas fiscales fueron las que más le cobraron su reputación, aunque él lo concreta como un capital positivo para el país que atribuye al aumento en recaudaciones y el crecimiento económico. En varias ocasiones sospechó que estaba siendo espiado. No duda mucho al apuntar a la inteligencia cubana, o a su vecino y homólogo, Nicolás Maduro. O tal vez, dice, por los “amiguitos rusos”.
A todos los presidentes se les cruza por la mente esa duda, aunque la certeza sobre quién los vigila por lo general queda en eso, en sospecha. Duque visitó Panamá esta semana como parte de una agenda para promover el manifiesto verde en la región Latinoamericana y otros países del mundo. En su corta estadía, ofreció una entrevista al Polígrafo en la que hablamos de política internacional, de las reformas estructurales que conduce el presidente Gustavo Petro, del futuro de Colombia y de la labor más íntima de los presidentes.
La pacificación de Colombia no se ha logrado satisfactoriamente. Petro pretende incluir al Ejército de Liberación Nacional (ELN), ¿es posible de esta forma?
Yo he dicho que mi voz nunca será un obstáculo para la construcción de la paz. Tengo una postura que la mantuve como presidente frente al ELN, porque ese grupo narcoterrorista nunca ha manifestado ninguna verdadera intención de paz. A ellos también les puse las reglas muy claras. Les dije: ustedes quieren hablar de paz, liberen a los secuestrados y pongan fin a las actividades criminales. Nunca lo hicieron, los combatimos, los debilitamos y los arrinconamos.
El ELN si quiere hablar de paz, la única manera que pueda generar confianza es parando las actividades ilegales y liberando a los secuestrados.
Ahora Petro retoma los diálogos de paz con ese grupo...
Sí, yo no me opongo a las conversaciones. Cada gobierno puede definir su política de paz como la quiera ejercer. Mi punto es muy claro: el ELN si quiere hablar de paz, la única manera que pueda generar confianza es parando las actividades ilegales y liberando a los secuestrados.
¿Y usted cree que eso va a pasar?
No va a pasar. Pero creo que el mismo gobierno ya se ha dado cuenta del talante del ELN. Anunciaron hace unos meses un cese al fuego bilateral y el ELN salió a desmentir eso. Al ELN no le interesa hacer la paz porque está en actividades de narcotráfico. Sigue incentivando además otra serie de crímenes en otras regiones del país. Yo creo que la única manera para que el ELN pueda tener una voluntad de paz es manteniendo la presión militar y de seguridad.
¿Es decir, sin diálogo?
Lo que digo es que si el gobierno quiere dialogar yo lo respeto. La que yo tuve es que para sentarnos a negociar tenían que existir unos mínimos que parten de la base de suspender las actividades criminales, no lo hicieron, no lo han hecho.
En la medida en que se empieza alivianar la presión de las autoridades sobre el narco, eventualmente veremos un aumento estrepitoso de la inseguridad.
¿Puede haber paz en un país que tiene 250 mil hectáreas sembradas de coca?
Yo siempre dije: a más coca, menos paz. Un elemento que es muy claro es que Colombia tiene logros importantes en materia de seguridad. Uno de ellos es que nosotros cuando miramos las tasas de homicidio por cuatreño, el mío terminó con la tasa de homicidios más baja en 40 años y lo mismo frente al secuestro. Pero en el caso particular del narcotráfico, el principal obstáculo ha sido demasiadas restricciones para combinar todas las herramientas, incluyendo la aspersión con precisión. Nosotros logramos parar el crecimiento exponencial, una reducción en virtud de algunos de los indicadores. Logramos unas de las mayores incautaciones de droga registradas por Colombia. Pero en la medida en que se empieza alivianar la presión de las autoridades sobre el narco, eventualmente veremos un aumento estrepitoso de la inseguridad.
Las tierras cultivadas con coca, según un informe de Estados Unidos, aumentaron un 40% en los últimos años...
Hay que mirar las cifras con precisión. Entre el año 2015 cuando se suspende la aspersión, al año 2018 pasamos de 50 mil hectáreas a más de 200 mil. Hay dos mecanismos de medición, el que hace las Naciones Unidas y el que hace Estados Unidos. En virtud de los dos, cuando observa lo que pasa entre 2018 y 2022, el aumento en unos es mínimo (2022) comparado con los indicadores que se dieron en años anteriores. Pero mi preocupación es que nosotros aumentamos los grupos manuales de erradicación en todo el país, la interdicción, pero la herramienta que más necesita Colombia para quitar el espacio al narcotráfico requiere aspersión. Desafortunadamente la justicia colombiana no lo ha permitido.
¿Usted tiene experiencia en el tema, estamos empleando la política indicada para luchar contra el narco?
Yo creo que contra el narco hay que utilizar una combinación de herramientas. Personalmente creo que uno debe tener, por un lado, erradicación, desarrollo alternativo, romper las cadenas de abastecimiento, interdicción, luchar contra los cultivos, pero sin aspersión vamos a seguir teniendo una falla. Si no hay aspersión y se debilita el sistema de erradicación, como en efecto puede llegar a suceder por declaraciones que se han hecho, vamos a ver un crecimiento estrepitoso de los cultivos ilícitos en Colombia.
¿Alguna vez sospechó que lo estaban espiando?
Cuando uno es presidente uno siempre sospecha que lo están espiando.
¿Y quién?
Mucha gente. Primero parta de la base de que la inteligencia de (Nicolás) Maduro todos los días quiere saber qué hace el presidente de Colombia. Si quiere agréguele a eso la inteligencia cubana que les gusta ser muy activos. Y si quiere sumeles a unos amiguitos del otro lado del mundo, como es la inteligencia rusa. Ese eje del mal utiliza muchísimo el espionaje, así que uno tiene siempre que estar muy alerta.
¿Cómo se cuidaba de eso?
Cuando uno no tiene doble discurso… había uno político que decía: uno puede tener vida privada, vida pública, o vida secreta. Yo no tengo vida secreta, entonces era muy fácil para mí protegerme.
Los tiempos de América Latina han acentuado las divisiones ideológicas y el continente se pintó de diferentes colores. Estamos viendo a Venezuela hacer alianzas de algún tipo con Rusia, China e Irán. Nicaragua firmó recientemente un acuerdo bilateral con Irán. La presencia de ese país oriental en la región, ¿cómo la califica?
Irán es un país que tiene relaciones diplomáticas con muchos países de América Latina desde hace muchas décadas. Que haya relaciones diplomáticas está bien. El problema es si esa presencia termina siendo aquiescente frente a fenómenos que son ilegales. Por ejemplo, permitir que haya células terroristas que se muevan de un lado a otro. Yo creo que en la medida en que una situación así se presentara, sería reprochable.
¿Quién va a detectarla?
Nosotros detectamos a varias células y las hicimos además con la inteligencia internacional y varios organismos. Colombia tiene relación diplomática con Irán. Eso está bien. Pero si esa relación diplomática está patrocinando fenómenos de presencia de células terroristas por supuesto habrá que criticarlo.
Para nadie es un secreto que Irán tiene enemigos, como Estados Unidos. Esos enemigos son aliados de muchos países en América Latina, ¿cómo enfrentamos eso?
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