El Ejecutivo y la ACP revisarán una serie de alternativas para garantizar el agua para el consumo humano y la operación del Canal ante el fenómeno del Niño
El Ejecutivo analiza una serie de alternativas en conjunto con la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para hacer frente a la disminución de lluvias que puede ocasionar el fenómeno del Niño que se espera para mediados de año.
Lo que preocupa a las autoridades es que ante un evento climático, se registre una disminución de precipitaciones durante la temporada lluviosa. A esto se suma que el fenómeno del Niño puede durar entre un año a 18 meses. “Suponiendo que en julio se decrete el evento Niño, podría durar hasta el otro año”, explican desde el Instituto de Meteorología e Hidrología de Panamá (IMHPA).
Si bien el IMHPA monitorea en este momento niveles bajos de los lagos (Fortuna, Bayano y Changuinola) que suplen al Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarillados (Idaan) para el consumo, y a la operación del Canal, el mayor riesgo que se vislumbra es que durante mayo, junio y julio las precipitaciones no sean suficientes (al menos 100 mililitros diarios) para recuperar los niveles y tener un colchón para abastecer con suficiente agua durante el Niño.
En este momento nadie puede predecir cuáles serán las afectaciones del fenómeno porque también desconocen la intensidad y duración que tendrá. En julio el IMHPA podrá dibujar un diagnóstico más acertado. Conocer qué tan intenso y prolongado puede ser, y si de alguna forma pone en riesgo la seguridad hídrica del país, que prácticamente vive del agua.
Esta situación ha forzado al Ejecutivo, el Idaan y a la ACP a trabajar en conjunto para analizar una serie de posibles medidas a adoptar a corto, mediano y largo plazo. Los dos últimos se nutren de las mismas fuentes de agua, y de ocurrir una disminución de lluvias se afectará tanto la disponibilidad de agua para el consumo, así como el paso de buques, que a su vez impactará en las finanzas del país.
ALTERNATIVAS
Entre las posibles medidas a corto plazo que se consideran, según comentó una fuente vinculada al tema, se prevé la “perforación de pozos (que ya ocurre), cerrar fugas en las tuberías, sectorizar la distribución del agua en caso de pocas precipitaciones, revisar las bombas y tanques de almacenamiento del Idaan, además de modernizar el sistema de cobros del la entidad para evitar el exceso del consumo de agua”. Esto último ya se adelanta mediante la tercerización de un servicio de catastro y facturación a cargo de dos empresas.
Este año el fenómeno del Niño será un hecho, según publica la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) del Departamento de Comercio de Estados Unidos, la agencia que todos los meteorólogos usan de referencia.
La probabilidad de que se presente el fenómeno del Niño en Panamá este año es del 80%, pero sin detalles de la duración, alcance, afectación o de cómo modificará el régimen de lluvia.
En 2010 el mismo fenómeno motivó al gobierno de turno a emitir un Decreto Ejecutivo que clasificaba las actividades del uso racional del agua, lo que prohibió temporalmente de regar calles, lavar carros entre otra serie de actividades, debido a la escasez. Una situación similar podría invocar el IDAAN en esta ocasión si el nivel de los lagos no se recupera a un nivel óptimo.
En el corto plazo, “depende de qué tan severo sea el fenómeno, habrá una reducción del tránsito por el Canal, y por ende de los ingresos al Estado”, indicó la fuente, pero condicionando las medidas a la severidad de la irregularidad climática.
Además, puede afectar la producción de agua en varias potabilizadoras que se nutren de los ríos que muestran una reducción de su caudal. Por ejemplo, indicó el informante que el río Chame, que surte de agua a las playas de Coronado, Chame y Punta Barco, registra un caudal del 30%. En similar condición se encuentra el río Cabra.
En las próximas semanas el Ejecutivo espera recibir de la ACP un informe detallado con los resultados de la consultoría efectuada al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos. El objetivo del estudio es ofrecer una serie de alternativas para solucionar el abastecimiento de agua cruda para la población y la operación del Canal, proyectado con un desarrollo sostenible y considerando los escenarios climáticos.
La coyuntura también ha caído como anillo al dedo para finalmente ordenar la gobernanza del agua en el país, un proyecto a largo plazo que el Ejecutivo intentará implementar a un año de las próximas elecciones generales.
De acuerdo a las apreciaciones de la fuente, se busca crear un régimen que implemente una política de planificación sobre el uso, conservación y administración del agua. Sin precisar qué tipo de entidad se ha analizado, la idea recuerda la Autoridad de los Recursos Hídricos contemplada en el Plan Nacional de Seguridad Hídrica en 2017, pero que nunca se implementó.
La incertidumbre les obliga ahora a voltear la mirada y organizar las políticas públicas en materia de agua.
Los retos vinculados a la eficiencia en el uso de agua en el país son cada vez más álgidos, dadas las consecuencias del Cambio Climático que condicionarán de forma creciente el bienestar de la población y el dinamismo de la economía.
Cada gobierno ha respondido a su propio librito, las instituciones han actuado como islas, según sus necesidades y presupuesto sin que esto se traduzca en políticas y directrices estatales, sin un norte concreto de hacia dónde va el país en materia de agua.
El agua es el motor del país. Permite el cruce del 6% del comercio contenerizado a nivel mundial por el Canal de Panamá que requiere de un 7% del uso total de agua. La generación de energía demanda un 89%, el sector agropecuario un 1.7%, mientras que el consumo humano se suple con el 1.3% de la producción total.
Para llenar las fuentes que alimentan todas las actividades, Panamá depende de la precipitación pluvial y la forma de administrar el agua. La ventaja sobre otros países, que están pasando por sequías severas o que no gozan de los niveles de precipitación como el nuestro, es que los recursos hídricos por habitante son casi cinco veces más que el promedio mundial. El volumen de precipitación total se calcula en 233.8 mil millones de metros cúbicos al año, siendo el mayor valor registrado para Centroamérica, según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo.
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