Liza Gross: “Los periodistas siempre hemos sido una especie de amenaza para los gobiernos, real o no”

La experimentada periodista Liza Gross, especializada en periodismo de soluciones, pasa revista al ejercicio de la profesión. Califica que en la región Latinoamericana, la polarización, la violencia y las nuevas tácticas de censura  están poniendo en riesgo el periodismo como garante de la democracia



Liza Gross. 


Revaluar el periodismo es imprescindible para preservar la democracia. Lo sabe de memoria la periodista Liza Gross, exeditora general del Miami Herald, ahora especializada en el periodismo de soluciones. Un género que busca resaltar las respuestas que funcionan a problemas sociales y que no se concentra solamente en lo que no funciona. Las malas noticias están alejando a los lectores de nuestros medios, incluso les causan problemas psicológicos, según el informe global “Digital News Report” que publica cada año la agencia Reuters. En un ambiente en el que la democratización de la información es cada vez más amplia, que aparecen nuevos actores no necesariamente con las mejores intenciones, o en ambientes en los que el periodismo se ve amenazado por diferentes factores, es importante revisar el ejercicio y enfocarlo en narrativas imprescindibles para la sociedad, sin que esto necesariamente emerja de una gran cadena de noticias.

¿Qué es el periodismo de soluciones?

Tenemos una definición perfectamente definida de lo que es el periodismo de soluciones. Pero primero quisiera poner en contexto el momento de transición del periodismo global y estamos enfrentando dos retos muy importantes, todos, producto de la tecnología. Uno, para muchas de nuestras organizaciones, la disolución de nuestro modelo económico que nos hizo sustentable durante mucho tiempo. La otra una especie de crisis existencial con respecto a nuestras audiencias, una especie de apatía con respecto a las noticias, una falta de compromiso con respecto a la información que está ocurriendo.

Eso nos lleva a tener que repensar cómo creamos las narrativas que traemos a nuestras audiencias. Ahí entra el periodismo de soluciones. Es una técnica periodística que se enfoca en cubrir rigurosamente los resultados de iniciativas que están abordadas para enfrentar problemas sociales. No concentrarse solamente en lo que no funciona, sino en lo que sí funciona.



Nicaragua está atravesando por una época durísima en estos momentos. Ya sabemos que gran cantidad de los periodistas, de los más distinguidos, como Carlos Fernando Chamorro, y menos conocidos, han tenido que salir.


¿Cuál es su balance sobre el ejercicio del periodismo en otros países en los que se limita la libertad de información y expresión?

Evidentemente en nuestra región estamos viendo un recrudecimiento de las peores situaciones, no son nuevas. Las vimos en el siglo pasado, después vimos una época de reflorecimiento y ahora lamentablemente en Venezuela y Nicaragua, por ejemplo, vemos una cosa terrible, pero también en lugares donde no están estos ejemplos horrorosos, tenemos amenazas a la libertad de expresión.

¿Cómo calificaría el ejercicio del periodismo en Nicaragua?

Están atravesando por una época durísima en estos momentos. Ya sabemos que gran cantidad de los periodistas, de los más distinguidos, como Carlos Fernando Chamorro, y menos conocidos, han tenido que salir. En Guatemala, por ejemplo, ha tenido que cerrar El Periódico, José Rubén Zamora está en la cárcel, hemos visto situaciones que no veíamos desde el siglo pasado. Desafortunadamente ha dado una vuelta terrible para nuestra región.

¿Cómo entender esto en un mundo que supuestamente gira hacia la transparencia y libertad de expresión?

Los periodistas siempre hemos sido una especie de amenaza para los gobiernos, real o no. No creo que tenga que ver tanto con el ejercicio del periodismo, sino con las situaciones en nuestras sociedades de nueva polarización, nueva violencia, el narcotráfico en la región y no solo en los lugares donde uno solía decir que eran centros de droga como México o Colombia, sino en otros países que antes no experimentan problemas de drogas o narcotráfico organizado.



Los periodistas siempre hemos sido una especie de amenaza para los gobiernos, real o no. 


El fenómeno de El Salvador, en donde se hace un trabajo importante en la lucha contra las maras, pero a su vez vemos medios que han tenido que exiliarse, como El Faro... 

El Faro es un ejemplo perfecto de una organización que ha tenido que buscar una fórmula de exilio funcional, trayendo parte de su operación al exterior donde puede protegerse o seguir alimentando su operación y dejando un grupo en el campo de batalla. Lo que vemos en El Salvador lo vemos también con otros gobiernos represivos o con malos actores, que usan recursos tal vez legales o no son crímenes per se, pero tergiversan el propósito de leyes o requisitos, reglamentos, para silenciar a los periodistas.

En Panamá atravesamos un debate con la ley de protección de datos, que limita nuestra acción, en la que podemos ser demandados, ¿es una forma de silenciar a los medios?

Es una estrategia blanda pero igualmente efectiva. En Estados Unidos estamos viendo esfuerzos para restringir el acceso para récords públicos. No tenemos que estar en América Latina para ver situaciones extremas. A nivel local y a nivel estatal vemos esfuerzos en La Florida, por ejemplo, un estado que es famoso por lo que llaman sunshine law o leyes de transparencia que protegen a los periodistas y ya se está viendo cómo se estudian formas para limitar o coartar dentro de un marco legal... 

¿Qué debemos hacer como gremio para contrarrestar esta situación?

Por muchos ángulos debemos de verlo. Una de las propuestas que yo hago en foros es que la energía real va a venir de los ecosistemas locales, no necesariamente de las grandes corporaciones como CNN, CBS, o el New York Times. Estas organizaciones de gran proyección o de mucho peso no necesariamente van a tener el rol transformativo que van a tener las organizaciones pequeñas en entornos locales. Puede ser un periódico local que puede empujar más la transparencia en su entorno o llegar a formar un movimiento. La transformación va a estar de abajo para arriba. El compromiso ciudadano con la información se va a gestionar con éxito en estos ecosistemas locales y luego va a ir subiendo. Nadie va a decir si no veo CNN no puedo vivir, por ejemplo.

Nos encontramos en medio de una campaña electoral en la que hay muchas susceptibilidades por parte de los candidatos, ¿qué recomienda para poder abordar el tema?

Lamentablemente la dinámica de las sensibilidades también está muy presente en Estados Unidos y cada vez más en otros lados. El diálogo pasa en estos ataques personales en lugar de colocar el foco, el interés o la conversación en los temas urgentes que apremian a la sociedad. Es una forma de distraer de esos problemas, el tema del agua, del medio ambiente, es más fácil atacar al oponente por sus ideas personales, polarizaciones o en contra del periodista. La idea es continuar enfocándose en los temas y no dar cabida en la cobertura periodística que el candidato A dice esto y lo que responde el oponente. No entrar en ese juego. Más bien enfocar en el tema de qué se está haciendo sobre cualquier tema. Tomemos cualquier tema importante en este momento para la sociedad. En Estados Unidos hay varios colectivos que se están enfocando en el tema de vivienda accesible. En la campaña electoral en vez de enfocarse en la pelea entre candidatos, queremos saber cómo harán para incrementar el número de viviendas accesibles.

¿Los periodistas somos pesimistas a la hora de escribir nuestras notas?

Yo creo que eso es lo que nos han dicho que tenemos que ser. Pero como cambiamos muchos otros chips también podemos cambiar eso.

¿La audiencia no quiere leer malas noticias? 

Totalmente. Si tú miras el estudio anual que elabora el Instituto Reuters, comenzaron a preguntar en 2017 por qué usted se aleja de las noticias, y la respuesta fue porque me hace daño psicológicamente, porque todas son malas noticias. Y han repetido esta pregunta desde el 2017 cada año, una encuesta global, y esa es la razón principal por la cual la gente se aleja de las noticias. Es un estudio muy complejo que abarca globalmente, es muy instructivo. Eso nos dice que tenemos que desarrollar nuestras capacidades adaptivas y ver cómo buscamos narrativas que reflejen una realidad compleja, pero que no les dé tanto susto a los consumidores de noticias al grado que no quieran escucharlas.

¿Cómo se diferencia un periodismo de soluciones a una clásica, en cuanto a la monetización del negocio?

Se diferencia de muchas formas. Pero más bien es un complemento y un agregado que puede enriquecer lo que estamos haciendo. Por ejemplo, con respecto al periodismo investigativo, nosotros decimos que el periodismo de soluciones es el periodismo investigativo plus. Cuando hablábamos de ofrecer una solución es una postura de periodismo de soluciones, solo que muchos de nuestros colegas lo practican, aunque intencionalmente no lo llaman periodismo de soluciones.



Desafortunadamente en el espacio informativo han entrado malos actores. La democratización de la información también ha traído prácticas dudosas o impostores que se presentan como dando noticias y no las dan.


¿El auditorio se pega más a las notas de periodismo de soluciones que al resto?

Sí, en nuestros ocho años que llevamos trabajando hemos hecho muchos estudios sobre cómo percibe, o cómo acepta el público el periodismo de soluciones. Hemos hecho estudios A y B contrastando notas, el mismo tema, una con un enfoque de soluciones y otra sin este enfoque, y vemos que se elige siempre el primer enfoque. Otro indicador es el tiempo que la persona pasa leyendo la nota, y si es una nota de periodismo de soluciones, el lector pasa mucho más tiempo en ella, va más lejos y no la lee psicológicamente. Esos son algunos de los indicadores, pero hay más.

¿Con tantas redes sociales, hacia dónde se conduce el periodismo?

Desafortunadamente en el espacio informativo han entrado malos actores. La democratización de la información también ha traído prácticas dudosas o impostores que se presentan como dando noticias y no las dan. Un colega que trabaja en un emprendimiento local no es emprendimiento o una organización noticiosa a nivel nacional, me decía que curiosamente este tema de la desinformación ha reforzado la lealtad y la suscripción de sus lectores porque lo ven como un referente confiable. Ha visto alza en el tráfico, sobre todo durante la pandemia, y concluimos que el tema del prestigio de una marca cuando ofrece información veraz, y el público la cree, es eficaz.  Lamentablemente tenemos esos retos, pero no por eso nos rendimos los periodistas que tenemos credibilidad. Lo acabamos de ver en la cadena Fox, a sabiendas que estaban transmitiendo una información errónea, lo hizo.



Tenemos que desarrollar nuevas capacidades adaptivas para entender cómo llegamos a nuestras audiencias, cómo construimos la información que le damos al público.


Aunque parezca lógica la pregunta, el periodista se jugaba su trabajo en ese momento. ¿Qué tuvo que debieron hacer los periodistas de Fox?

No puedo hablar por lo que le estaba pasando por la cabeza a los periodistas de Fox. Pero evidentemente todo periodista tiene presiones en un medio que no tiene credibilidad o que a sabiendas está engañando al público. En ese caso pudo renunciar, denunciar, hay opciones. No hay que aceptar esas reglas del juego. Tampoco sé cuántos periodistas internamente lo hayan hecho o qué les pasó por la cabeza.

¿Cómo enfrentar el reto de las nuevas tecnologías en el periodismo?

Tenemos que desarrollar nuevas capacidades adaptivas para entender cómo llegamos a nuestras audiencias, cómo construimos la información que le damos al público.

La labor del periodismo es relatar una realidad, en ocasiones hay muchos más problemas que soluciones, ¿cómo hacer periodismo de soluciones en un ambiente tan hostil?

Obviamente que no abogo para que eliminemos todas las otras técnicas. Debemos tener nuestro periodismo investigativo, nuestras denuncias, las entrevistas, crónicas y editoriales. Pero el periodismo de solución es un periodismo explicativo, que va más allá de la descripción binaria de nuestra realidad, esto es bueno y esto es malo, para ver que la realidad es un poco más compleja. Explicar cuáles son los aspectos de esta realidad que no son tan terribles como uno pensaba, que están funcionando mejor, y cómo se insertan dentro de un entorno social donde operan los ciudadanos y los periodistas.

¿Cómo presentar el periodismo de soluciones sin confundirlo con una nota de relaciones públicas?

Exactamente. Eso es lo que nos preguntan muchos colegas. Hemos lanzado nuestra evangelización de periodismo de soluciones hace una década y esa era una pregunta frecuente. El periodismo de soluciones no es sensacionalista, no tiene como objetivo glorificar individuos u organizaciones. Habla de las limitaciones de las respuestas a estos problemas sociales. No se queda solamente en el aspecto positivo, sino que expone qué iniciativa funciona para qué grupo, pero no para otro en particular. Es muy importante traer las limitaciones y presentar la respuesta como más de lo que es.

Pero la labor del periodista también es presentar cuáles son las posibles soluciones al problema que retrata... 

Eso entra dentro del periodismo de soluciones, aunque éste tiene como objetivo concentrarse en las respuestas que ya están funcionando y arrojan evidencia de éxito. No es una propuesta a lo que debería funcionar, también es válida, pero no es periodismo de soluciones.  Por eso decimos que el periodismo de soluciones es aquél que crea un diálogo abierto, porque da la oportunidad de hacer seguimiento.



El periodismo de soluciones no es sensacionalista, no tiene como objetivo glorificar individuos u organizaciones. Habla de las limitaciones de las respuestas a estos problemas sociales.


¿En qué países se ha desarrollado este género con mayor éxito?

Nosotros empezamos, David Burnstein y Tina Rosenberg, dos periodismotas muy destacados estadounidenses lanzaron una organización sin fines de lucro, Solutions Journalist Network, con la idea de empezar en Estados Unidos donde hay muchos retos y variados por hacer. Luego surgió interés en África, en colegas de Europa, y tuvimos la oportunidad de ingresar en América Latina de la mano de la fundación Gabo. Tuvimos una muy buena asociación con ellos, lanzamos un proyecto de capacitación, así como con el Centro Latinoamericano de Periodismo (Celap) que dirige Dilmar Rosas y así fuimos gradualmente entrando en esta región. Me quedé muy gratificada de la aceptación de esta región.

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