Un estudio efectuado por la Universidad de Panamá refleja una juventud sintonizada con el ambiente, su familia, el altruismo e incluso a pagar más impuestos para ayudar a los necesitados. De igual forma muestra una población abandonada, excluida de oportunidades, preocupada por el desempleo, la corrupción y el alto costo de la vida
De los 700 mil Millennials (población entre 18 y 30 años) que conforman el actual padrón electoral, 374 mil jóvenes votarán por primera vez en las elecciones del 5 de mayo.
Una pregunta constante que se escuchaba en noviembre pasado durante las manifestaciones convocadas en contra de la minería era de dónde habían salido tantos jóvenes a protestar. Se tomaron las calles, caminaron por más de 20 días seguidos por las principales avenidas de la ciudad, sin importar el cansancio o las ampollas en los pies. Nada parecía detenerlos y la mayoría respondía a la convocatoria por las redes sociales. Este fenómeno, que para algunos era considerado como una novedad, fue recogido unos meses antes en el estudio titulado: “Los Millennials de Panamá: sentido de pertenencia e identidad nacional en una sociedad globalizada”, elaborado por el Instituto de Estudios Nacionales (Iden) de la Universidad de Panamá. Aunque no fue divulgado hasta hace unos días, la información anunciaba la importante inclinación de los jóvenes para proteger el medio ambiente y su disposición para defenderlo. Arroja una radiografía de la población entre 18 a 30 años conocida como Millennials, que asciende a casi 700 mil personas, valiosa para la política que se avecina. De esta porción, 374 mil jóvenes votarán por primera vez en las elecciones del 5 de mayo.
La encuesta cara a cara efectuada en agosto a nivel nacional (margen de error 5%) a una muestra a 384 muchachos permite hacer un análisis de cómo ellos visualizan su futuro, cómo se comunican y cuáles son sus necesidades. Información útil para proporcionar las bases de una política pública dirigida a los adultos jóvenes, quienes parecen sentirse atrapados en un laberinto económico, con alergia a los políticos, organizaciones y sindicatos, pero con preocupaciones genuinas y un gran sentido de pertenencia e identidad nacional.
Tal vez la respuesta a la pregunta de inicio encuentra nicho en que el 94.5% de los encuestados dijo estar dispuesto a participar en alguna actividad con fines para cuidar el ambiente. El respeto a la naturaleza es algo vital para los jóvenes. Están dispuestos a abandonar vicios, como fumar o consumir alcohol, e incluso conducir auto propio para proteger el ambiente 76%, y sacrificar su tiempo para sanear una playa o un río (87%). Además, el 81% apoyaría protestas en contra de las compañías que vierten químicos en la naturaleza.
Los jóvenes no se identifican con los políticos, ni con los sindicatos o con organizaciones no gubernamentales, no los tragan. Creen en Dios, en la familia, en su país. Los muchachos se perfilan con una gran inclinación a participar en causas sociales, a servir de voluntarios y a ponderar el deporte. Las respuestas que recoge el informe, no obstante, pintan un panorama desolador y de abandono hacia esta población que rechaza el rol del Estado como proveedor de servicios básicos: salud, empleo, educación de calidad, oportunidades para todos y justicia. En cambio, denotan un interés en cuidar el uso de los fondos públicos a través de asambleas y la mayoría pretende votar en las próximas elecciones, aunque con un abstencionismo importante, del 31%.
Casi todos los jóvenes tienen un celular inteligente en la mano que los conecta al mundo (95%). Con este aparato, el 56% se entretiene en las redes y por esta vía apoya la participación social. Se enteran de todo porque pasan mucho tiempo pegados al Internet: más de once horas al día (33%), de ocho a 10 horas (12%); de cinco a siete horas (18%) y de dos a cuatro horas (29%).
La juventud de hoy quiere un mundo verde, es tecnológica, pero conservadora a la vez: sólo el 20% de los encuestados aprueba el matrimonio igualitario, mientras que el 18% está de acuerdo con el uso de la mariguana, y el 47% se inclina por implementar la pena de muerte en Panamá. Los jóvenes buscan su independencia económica, pero se sienten limitados ante los salarios que perciben, de $600 mensuales. Eso los obliga a vivir con sus padres (55%), incluso casados o en pareja, ante la imposibilidad de comprar una casa propia o un auto.
Los resultados de la encuesta arrojan un marcado rechazo a la corrupción, preocupación por el costo de la vida, por el desempleo, y una curiosa inclinación a la fe, creer en Dios, como un principio para ser un buen ciudadano (62.8%).
El estudio muestra una cara altruista de los millennials: 94.5% dijo estar dispuesto a organizar campañas de donación de alimentos después de una catástrofe nacional, así como a participar en asociaciones protectoras de animales (86%), a defender a un desconocido (72%) e incluso a pagar más impuestos para sufragar a los más necesitados (45.3%). Son personas que miran con empatía a su semejante, lo demuestra un (74%) que estaría dispuesto a brindar su tiempo o donar dinero en organizaciones benéficas, al igual que a trabajar como voluntarios en albergues que no se relacionen con sus intereses personales (77%).
Pero cuando se habla de identidad nacional, por ejemplo, los muchachos pondrían el pecho para defender el país ante una agresión extranjera (78%). Dicen sentir admiración por los héroes nacionales (76%), y consideran necesario que en los partidos se escuche el himno nacional (88.5%).
La población juvenil tiene un gran sentido de pertenencia familiar, lo cual constituye una ventaja a la hora superar problemas (80%). La familia sigue siendo la base para influir en creencias religiosas o pasar las fiestas. En cuanto a tradiciones, hay una identificación con la comida nacional más que de otro tipo, al igual que en el vestido, costumbre y tradiciones, sin embargo en la música los jóvenes creen que es mejor la extranjera que la nacional.
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