Una publicación del diario Wall Street Journal recoge declaraciones de allegados al expresidente y candidato presidencial republicano, quien busca implementar una política migratoria sin precedentes, en la que Panamá pueda contener el flujo hacia el Norte aumentando la cantidad de asilos
Los aliados del candidato presidencial republicano, Donald Trump están trabajando en una estrategia, para que de llegar a la Casa Blanca, pasen de la retórica a una política migratoria capaz de contener los miles de migrantes irregulares que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos anualmente. La maniobra, calificada como una sin precedentes en la historia de esa nación, fue reportada en días recientes por el diario The Wall Street Journal bajo el título: “Aliados de Trump dibujan planes para una política de inmigración sin precedentes”.
Esta táctica, según la publicación, requerirá de varias cosas. Una consiste en “identificar países de Sudamérica, incluido Panamá, y África que podrían convertirse en socios para nuevos acuerdos de asilo”, según recogió el diario de personas involucradas en el esfuerzo. La experiencia más cercana sobre este ejercicio se registró en 2020, cuando la administración Trump llegó a un acuerdo con Guatemala sobre un programa de corta duración que devolvió a aproximadamente 1.000 inmigrantes.
La noticia aún no parece asimilarse en Panamá. Pocos reaccionan. El nuevo gobierno de José Raúl Mulino aún no termina de conformar los equipos de trabajo, como el de migración, por ejemplo. En medio de un proceso de transición gubernamental, el gobierno saliente prefiere no pronunciarse y dejar que su relevo tome una decisión al respecto, tomando en cuenta que las elecciones presidenciales en Estados Unidos son en noviembre y aunque las preferencias electorales dan una leve ventaja a Trump, el resultado está por determinar.
No obstante, cabe notar que en 2019 el mandatario Laurentino Cortizo respondió con un “no” rotundo a la intención del Norte para que el país reciba migrantes de Estados Unidos, basados en un previo acuerdo, para convertirlo en un “país seguro”, algo que sí lograron con Guatemala, por un periodo breve. En su momento, Cortizo argumentó que el país no contaba con los recursos suficientes para atender a las necesidades de los migrantes, y añadió que ese tema no es de Panamá, “con lo que ya tenemos es suficiente”, dijo sepultando cualquier intención distinta.
Para el Istmo, que en 2023 sirvió de paso para más de 570 mil migrantes irregulares con deseos de conquistar el sueño americano, convertirse en un país receptor implicaría invertir más recursos a los ya destinados, $70 millones en 2023, según manifestó recientemente la directora de Migración Samira Gozaine. El referido monto incluye alojamiento, alimentación, evacuaciones, rescates, atención de personas especialmente vulnerables, insumos, entre otros, como el retorno en vuelos humanitarios de más de 5 mil venezolanos.
Pero, de considerar a Panamá como país receptor, o con el que se pueda firmar un acuerdo de asilo, urgirá más dinero y dar a todas esas “personas que piden refugio aquí, casa, comida, trabajo”, observó una fuente vinculada a Migración, como un intento de dimensionar el esfuerzo que representaría para Panamá este escenario. Necesidades que se hacen más urgentes para la población residente, que en este momento presenta una tasa de desempleo de 7% y el desafío del “manejo controlado” del presupuesto nacional como ha anunciado la nueva administración gubernamental, con el propósito de recuperar la confianza y el grado de inversión que evalúan las calificadoras internacionales.
Para los migrantes irregulares, la posibilidad de que Trump llegue al poder y que se empeñe en cumplir con una política de inmigración más restrictiva que la del presidente Joe Biden, implica apurar el paso hacia el Norte. La travesía por el peligroso tapón del Darién no se detiene, a pesar de correr el riesgo de dejar la vida o ser víctimas de delincuentes en el trayecto. Según cifras del Servicio Nacional de Migración hasta mayo habían ingresado a Panamá por esta ruta 156,451 personas. El año pasado, completado el mes de mayo, hubo 166,649 migrantes irregulares. Tomando en consideración que falta una semana culminar el mes, el flujo migratorio parece sostenido, e incluso puede ser mayor que años anteriores, como vaticinan especialistas en seguridad.
La nueva política de migración que pinta el diario estadounidense, según fuentes allegadas a Trump, baraja nombres de posibles directores del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), e incluso tomar un papel más preponderante bajo el título de “zar de la frontera”, lo que requeriría la confirmación del Senado estadounidense. No obstante, en el mismo reporte dos asesoras de Trump, Susie Wiles y Chris LaCivita advierten que “a menos de que se trate de un mensaje que provenga directamente de Trump, ningún aspecto sobre quién podría liderar la institución o políticas al respecto, son oficiales”. Esto lo dicen como precaución ante las intenciones de la competencia de minar la carrera de Trump hacia la Casa Blanca.
En el esfuerzo por detener el flujo migratorio a Estados Unidos, se han dejado escapar frases como “cerrar la frontera”, no sólo de la boca de Trump, sino del presidente panameño electo José Raúl Mulino, que en su caso se escucha “cerrar el tapón del Darién”, con todas las complicaciones que puede representar el terreno selvático y las distintas rutas que emplea en crimen organizado para mover a los migrantes.
Según la publicación, aliados del también expresidente Donald Trump, quien pelea la Casa Blanca con el presidente Joe Biden también interesado en un segundo periodo gubernamental, el objetivo es que desde el primer día de trabajo se emitan las nuevas reglas en la materia para frenar el flujo de inmigrantes.
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